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“Nada sobre nosotrxs sin nosotrxs”: Martha Claudia Moreno, directora del Festival CINETIQUETAS

CINETIQUETAS, Festival Internacional de Cine Inclusivo, se realizará del 12 al 16 de noviembre en distintas sedes de la Ciudad de México: la Cineteca Nacional, el Fondo de Cultura Económica (Rosario Castellanos y Elena Garro), Cinépolis Patio Universidad y Cine Tonalá.

Para saber un poco más sobre esta iniciativa, la actriz y directora general de CINETIQUETAS, Martha Claudia Moreno, platicó con el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) sobre este encuentro cultural de cine accesible que presenta historias con perspectiva de discapacidad, con el objetivo de promover un cambio de paradigma en torno a la cultura disca, tanto en México como en el mundo.

Martha Claudia Moreno, actriz y directora del Festival CINETIQUETAS

FICM: ¿Cómo nació la idea de crear CINETIQUETAS?

Martha Claudia Moreno: Fue una coincidencia. Yo he estado atravesada por la discapacidad desde la infancia: soy hija de padres sordos, vivo con una condición que ha ido afectando mi movilidad y mi calidad de vida, y mi hija está dentro del espectro autista. Entonces, la discapacidad ha sido siempre parte de mi vida cotidiana, de mi identidad.

Soy actriz y desde hace tiempo he tenido la inquietud de vincular mi activismo por los derechos de las personas con discapacidad con el cine. Siempre he tenido muy presente la importancia de visibilizar, de compartir testimonios, de nombrar las cosas y de promover la representación en primera persona. Son temas que me han movido desde hace muchos años, aunque no sabía bien cómo aterrizarlos. Poco a poco comencé a cuestionarme por qué en los festivales de cine no existía una sección dedicada a temas relacionados con la discapacidad.

Siempre ha habido un acervo fílmico sobre discapacidad, sobre todo en el género documental. Sin embargo, esos materiales suelen quedarse en una simple experiencia de exhibición, sin generar impacto. No ocurre lo mismo con el cine que aborda otras comunidades, como las afrodescendientes o los pueblos originarios, cuyos materiales han impulsado reflexiones en la industria y la creación de apoyos específicos. Lo mismo ha sucedido con la comunidad LGBTQ+, que incluso ya cuenta con festivales y secciones dedicadas. Pero con el universo de la comunidad disca no pasa eso.

Por otro lado, es una comunidad estigmatizada, invisibilizada, que sin embargo nos atraviesa a todas las personas. Yo creo que la discapacidad es la más democrática de las condiciones humanas, y aun así es la que menos volteamos a ver… hasta que nos atraviesa.

Te voy a dar algunos datos duros que para mí son importantes y que explican la relevancia del festival: en este país, 20 millones de personas viven con alguna discapacidad. A su alrededor hay maestros, familiares, terapeutas, médicos y profesores que también están atravesados por la discapacidad, pues forman parte de su entorno. Además, el 70% de las discapacidades son invisibles. Estadísticamente, una persona experimentará una situación de discapacidad durante al menos ocho años de su vida.

Es algo natural, algo que está presente pero de lo que casi no se habla, en gran medida por la mala representación. Y ahí recae la responsabilidad de la cultura, los constructos sociales y, sobre todo, de quienes trabajamos en la industria audiovisual: debemos cambiar esos paradigmas.

Te cuento una experiencia personal. Mi hija fue diagnosticada con autismo a los 19 años. ¿Qué pasa con el autismo específicamente? Que existe una mala o única representación: cuando mencionas “autismo”, la referencia inmediata suele ser Rain Man (1988, dir. Barry Levinson), algún personaje de series médicas o Sheldon Cooper. Esa representación errónea puede llevar a diagnósticos inadecuados. Es solo un ejemplo de por qué es tan importante promover CINETIQUETAS con todo lo que implica.

En los sets cinematográficos hay muchas personas con discapacidades invisibles que no lo manifiestan por vergüenza, por estigma o por temor a perder su trabajo. Todo esto me llevó a reflexionar y a buscar la manera de generar un espacio, un festival.

Conocí el Festival ReelAbilities, que nació en Nueva York con perspectiva de discapacidad. Rita Romanowsky, de la Fundación Inclúyeme, trajo la franquicia a México, y así empecé a colaborar con ellos. Era una muestra pequeña, con muchas limitaciones por los lineamientos neoyorquinos.

El año pasado, tras esta experiencia, Rita decidió transformarlo, y este año dimos el paso hacia CINETIQUETAS. De ahí viene el proyecto. Creo que me extendí mucho, pero con esto puedes entender el proceso.

FICM: En CINETIQUETAS plantean un modelo integral de accesibilidad 360. Me gustaría saber un poco más, ¿en qué consiste?

MCM: CINETIQUETAS tiene varias líneas de trabajo, investigación, reflexión e impulso. La primera es la representación en primera persona: contar historias desde realizadores con discapacidad, que las ficciones sean habitadas y narradas por personas con discapacidad, que no sea un actor interpretando a alguien en silla de ruedas, por ejemplo. Esa es una de las líneas del programa “CINETIQUETAS 360”.

Otra línea es el “coordinador de accesibilidad” en los sets cinematográficos. Esta figura no solo podría existir en los rodajes, sino también en festivales y otras instituciones. Este coordinador evaluaría no solo la accesibilidad estructural del espacio, sino también las necesidades individuales.

Como mencioné, el 70% de las discapacidades son invisibles. Tener a alguien capacitado para atender emergencias o hacer ajustes razonables de manera segura mejoraría enormemente la experiencia en rodajes, festivales y premiaciones.

También trabajamos en la reflexión sobre accesibilidad en los festivales: cómo recibir y acompañar a las personas con discapacidad, cómo generar infraestructura adecuada, y cómo hacer accesibles los contenidos, que suelen ser muy costosos. Por ejemplo, producir una película accesible puede costar alrededor de 110 mil pesos. Buscamos maneras de que estas películas lleguen a todo el público.

Queremos promover las funciones relajadas, un proyecto impulsado por Cinépolis, MGM, Disney e Iluminemos por el Autismo, pensado para infancias autistas, y queremos extenderlo también a personas neurodivergentes adultas.

CINETIQUETAS no se construirá desde la teoría, sino con la participación de la industria y la comunidad disca. Nada sobre nosotrxs sin nosotrxs. Hay que consultar, no asumir. Lo mismo pasa con las rampas: si se construyen mal, pueden provocar accidentes en lugar de ayudar.

Para mí, la discapacidad es el último eslabón de la condición humana: en la medida en que la abracemos, podremos generar una conciencia plena de lo que somos. En la discapacidad están todos los prejuicios, todo el capacitismo, todo lo que no queremos ver.

Y claro, existe la interseccionalidad: la discapacidad atraviesa todas las luchas —de mujeres, de personas LGBTQ+, de comunidades marginadas—. Ese es el punto.

FICM: ¿Cómo podría una iniciativa como el FICM aportar a esta labor?

MCM: Impulsando las conversaciones. En la primera edición de CINETIQUETAS tendremos seis mesas de reflexión, porque creemos que cuando alguien llega con un manual, las cosas no se aprenden realmente; pasan de largo. Pero cuando hay una conversación, podemos ir transformando poco a poco los paradigmas, deconstruyéndonos.

También sería importante socializar el festival, darnos un espacio o ventana de exhibición, y compartir los materiales de nuestra convocatoria y competencia.

Muchas personas con discapacidad no pueden desplazarse, otras sí, y compartiendo este material podremos incidir en que se sientan representadas, vistas, que sus historias sean contadas sin capacitismo, sin “porno inspiracional”, sin infantilización, sino desde la horizontalidad. Eso nos fortalecería mucho como festival.

Me gustaría que nos abrieran la puerta para explorar la figura del coordinador de accesibilidad en el festival. Sería algo muy poderoso, porque ayudaría a normalizar esta figura.

Y creo que a través del trabajo conjunto y el cine podríamos incidir en cambios positivos. El cine puede ayudar a expandir esa conciencia a partir de la reflexión colectiva, no solo para la comunidad disca, sino también, como ha ocurrido con los derechos de las mujeres y los pueblos originarios.

FICM: ¿Qué podremos encontrar en la programación de esta edición?

MCM: Este año quedaron seleccionados ocho largometrajes y 22 cortometrajes. Incluiremos algunas de las películas más destacadas del año relacionadas con la discapacidad, como Concierto para otras manos (2024), de Ernesto González Díaz, también tendremos una película argentina muy hermosa llamada Mejunje (2023, dir. Javier Pernas), sobre una actriz y clown con Síndrome de Down que ha interpretado a Lorca y Shakespeare. Es una historia poderosa que rompe paradigmas. Pronto daremos a conocer más información.

Los cortos tendrán audiodescripción sonora, subtítulos, audiodescripción visual y, más adelante en funciones en museos y en la plataforma NuestroCine.mx, tendrán recuadro con intérprete en Lengua de Señas Mexicana, como en la mañanera. Es un material valiosísimo, accesible para distintas comunidades dentro de la comunidad disca.

FICM: ¿En qué sedes podremos ver el festival este año?

MCM: Estaremos en la Cineteca Nacional, en el Fondo de Cultura Económica, en sus sedes Rosario Castellanos y Elena Garro (Coyoacán y Condesa), en Cinépolis Patio Universidad, en Cine Tonalá; los conversatorios serán en la Facultad de Cine y el cierre, en la Casa de la Literatura Gabriel García Márquez.