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Terry Gilliam: la pesadilla del sueño humano

El primero de ellos, Monty Python and the Holy Grail, data de 1975, y en él Gilliam debuta como codirector al lado de Terry Jones. Dos años más tarde Gilliam emprende el vuelo de manera individual al dirigir el largometraje Jabberwocky, una oscura fantasía medieval que, a manera de transición entre su trabajo con los Python y un universo mucho más personal, plantea ya su fascinación por los viajes interiores de descubrimiento en los que los sueños y las pesadillas se alternan para construir mundos surrealistas en donde predomina un humor amargo y pesimista. En esta primera cinta, Gilliam recurre a un poema de Lewis Carroll como fuente de inspiración, y deja en claro su afición por hacer constantes referencias a la literatura, la música, la poesía, la pintura y el cine mismo.

Su asociación con Monty Python continúa en brillantes y abigarradas farsas como La vida de Brian (Life of Brian, 1979) y El sentido de la vida (Monty Python’s Meaning of Life, 1983). En esta última es autor, por cierto, de la secuencia inicial, por sí sola una pequeña obra maestra en la que están contenidas las mejores virtudes de su futura filmografía.

En 1981 Gilliam estrena Bandidos del tiempo (Time Bandits), la primera película de una gloriosa trilogía que continuará con Brasil (Brazil) en 1985, y culminará con Las aventuras del Baron Munchausen (The Adventures of Baron Munchausen) en 1988. En estas tres cintas, para muchos las más brillantes de su obra, el realizador explora el impacto de la imaginación a través de la vida del hombre (infancia, madurez y vejez), y lleva su barroco estilo visual hasta el límite del delirio. No es gratuito que estas cintas le hayan acarreado muchas dificultades con los estudios de Hollywood, que si bien han cultivado extensivamente el cine fantástico a lo largo de su historia, fueron incapaces de asimilar con naturalidad la libertad, anarquía y falta de autocomplacencia de un creador tan imaginativamente ilimitado como Gilliam.

Aun así, Hollywood auspicia al director en otros proyectos como Pescador de ilusiones (The Fisher King, 1991), Doce monos (Twelve Monkeys, 1995), e incluso la incomprendida Miedo y asco en Las Vegas (Fear and Loathing in Las Vegas, 1998), una adaptación de la novela homónima de Hunter S. Thompson que podría asegurarse es su filme más arbitrario e inclasificable.

En los últimos años varios de los proyectos de Terry Gilliam han atravesado por múltiples obstáculos para verse concretados, pero ha logrado seguir plasmando su visión única del mundo en piezas como Los hermanos Grimm (The Brothers Grimm, 2005); Tideland (2005) –otra cinta incomprendida que hurga en la parte más obscura y devastadora del sueño humano– y, apenas el año pasado, El mundo imaginario del Dr. Parnassus (The Imaginarium of Dr. Parnassus), otra demostración de cómo este creador permanece tan fresco y vital como hace treinta años.

Para el Festival Internacional de Cine de Morelia es un privilegio presentar la filmografía de Terry Gilliam: absoluto director de culto, icono de una generación, soñador irreductible, filósofo, pieza indispensable del cine contemporáneo y, sobre todo, genio indiscutible del séptimo arte.