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Sergio Leone: HÉROES DE MESA VERDE y la censura mexicana

El italiano Sergio Leone (1929-1989) se trastocó en el mayor creador de un subgénero que adquirió enorme popularidad en las décadas de los sesenta y setenta: el llamado spaguetti western. Leone concibió una fabulosa trilogía de obras maestras en su fase más irónica, desparpajada y cruel compuesta por: Por un puñado de dólares (1964), Por unos dólares más (1965) y El bueno, el malo y el feo (1966), protagonizadas todas por Clint Eastwood, un actor que tuvo que emigrar a Italia para convertirse en estrella. Filmes fundamentales dentro de la corriente del spaghetti western en la que Leone, apoyado en una impactante fotografía, un hábil montaje y, sobre todo, en la magistral y característica música de Ennio Morricone, su colaborador habitual, logró un crudo retrato del “viejo oeste” y de la guerra civil estadunidense.

Por un puñado de dólares (1964, dir. Sergio Leone)

En efecto, una de las mayores renovaciones a un género que parecía haber muerto a principios de los setenta la aportó el talentoso Leone con sus relatos plagados de cinismo, acción y humor negro. Personajes de una amoralidad delirante y constantes vueltas de tuerca, en tramas donde reina la ambición y el sadismo. Escenas antológicas, como ese virtuoso travelling circular alrededor de unas tumbas mientras se escucha el tema “El éxtasis del oro”, de Morricone, la secuencia del duelo final en el cementerio, o el equívoco entre soldados Confederados y de la Unión a causa del polvo en sus uniformes en El bueno, el malo y el feo.

Con aquellas, Leone le dio la vuelta al género por excelencia de Hollywood y lo confirmaría con esa pieza maestra que es Érase una vez en el oeste (1968), con un reparto espectacular que incluía a Henry Fonda, Claudia Cardinale, Charles Bronson y Gabrielle Ferzetti y un guion escrito por Bernardo Bertolucci, Darío Argento, Leone y Sergio Donati. Un filme de enorme violencia y belleza y una metáfora sobre la civilización con la llegada del ferrocarril, filmado en los Estudios italianos de Cineccita, Almería, La Calahorra, cerca de Granada, España, y en los mismos escenarios estadunidenses donde el gran John Ford (La diligencia, Más corazón que odio) rodó la mayor parte de sus películas.

Sergio Leone

Algo similar ocurre con Érase una vez la Revolución, llamada a su vez Héroes de mesa verde (1971) —conocida también como: Giu la testa/ A Fistful of Dynamite/ Duck, You Sucker! y ¡Agáchate maldito!—, filmada en Italia, España e Irlanda, aunque ambientada en México y en Dublín durante el periodo de la dictadura de Victoriano Huerta; un proyecto que Leone evitó hasta donde pudo, porque originalmente sólo la produciría. La película está centrada en un bandido trastocado en héroe por azar y padre de varios hijos de distintas mujeres que entabla amistad con un revolucionario irlandés que lee a Bakunin y que carga con una amarga experiencia de traiciones en su país natal.

Sam Peckinpah rechazó dirigirla por motivos económicos, después, la productora United Artist recomendó a Peter Bogdanovich; sin embargo, jamás congeniaron con él. Más tarde, el asistente de Leone, Giancarlo Santi, asumió la dirección, no obstante las estrellas del filme: James Coburn y Rod Steiger se negaron a seguir si Héroes de Mesa Verde no la dirigía Sergio Leone, quien para entonces intentaba levantar su proyecto soñado: Érase una vez en América (1984).

Héroes de mesa verde (1971, dir. Sergio Leone)

Leone obtuvo un relato en suma entretenido y brutal: una visión de la Revolución Mexicana tan extravagante como excesiva, y Morricone compuso una de sus más excepcionales bandas sonoras así como un tema musical bellísimo: “Dopo l’esplosione”, utilizado en la impresionante secuencia de la explosión con dinamita. La película fue censurada en nuestro país por casi 10 años —se estrenó en 1979 en la original Cineteca Nacional—, el motivo: el tratamiento que Leone y sus guionistas hicieron del país y de la Revolución, por cierto, no muy alejado de las cintas protagonizadas por Pedro Armendáriz y María Félix.

Rod Steiger encarna al bandolero mexicano Juan Miranda que se relaciona con James Coburn en el papel de John H. Mallory o Sean, miembro del Ejercito Republicano Irlandés, traicionado por un amigo y que llega a México para apoyar la Revolución. Juan comenta que la Revolución la planean los ricos mientras comen opíparamente y la ejecutan los pobres, también aclara que está muy bien dotado al igual que Pancho Villa, en un filme donde se plantea una realidad: todos los estallidos sociales terminan en masacres donde las masas son manipuladas y acaban en la miseria, y un pequeño grupo acapara el poder y la riqueza traicionando todo ideal.