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Hernán Cortés: dos visiones atípicas

La figura protagónica de la conquista española es, sin duda, Hernán Cortés (Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano, 1485-1547), también conocido como Hernando Cortés, Hernán Cortez y Fernando Cortés. En México, Cortés se alió con los Tlaxcaltecas, utilizó a Doña Marina también llamada Malinche —indígena que el tlatoani Moctezuma Xocoyótxin le cedió a Cortés— como intérprete y más tarde tuvo un hijo con ella: Martín Cortés (el mestizo) en 1522. Por cierto, la esposa legítima de Cortés, Catalina Suárez Marcayda falleció en circunstancias extrañas: en apariencia, asesinada por el conquistador a quien el cine y la televisión estadunidense lo representaron de manera curiosa e insólita.

Un capitán de Castilla (1947, dir. Henry King)

En 1947, llegaban a nuestro país procedentes de Hollywood 150 trabajadores de la 20th Century Fox para formar parte de la película Un capitán de Castilla, de Henry King, protagonizada por Tyrone Power, César Romero, Jean Peters y Stella Inda, a filmarse principalmente en Morelia y Acapulco. El filme no era otra cosa que una entretenida cinta de aventuras de capa y espada que tomaba como pretexto la Conquista de México para plantear un relato de ficción de acción y romance con una fabulosa banda sonora a cargo de Alfred Newman, quien ya había musicalizado la segunda versión de La marca del Zorro (1940), protagonizada por el propio Tyrone Power.

Power hace el papel de Pedro de Vargas, que en 1518, en los albores del siglo XVI, se ve obligado a huir de España luego de ridiculizar a Diego de Silva (John Sutton), un ruin y noble caballero miembro de la Santa Inquisición que no sólo lo despoja de todas sus tierras, sino que se trastoca en su enemigo a muerte. En compañía de un amigo, Juan García (Lee J. Cobb), y la joven Catana Pérez (Jean Peters), consigue enrolarse en la expedición de Hernán Cortés, que pasa de la exploración en esas nuevas y exuberantes tierras de América a la Conquista de México con sólo 500 hombres. El cubano-estadunidense César Romero (El Guasón en la teleserie Batman de los años sesenta) interpreta a Cortés y Stella Inda hace el papel de La Malinche. Los mexicanos Gilberto González y Ramón Sánchez, interpretan a dos mexicas.

Es decir, la figura del conquistador español Hernán Cortés (1485-1547), a cuatro siglos exactos de su fallecimiento, pasa a un segundo plano y su representación es la de un personaje a medio camino entre lo exótico y lo mítico, tal y como sería personificado en una curiosa serie televisiva de la llamada edad dorada de la TV estadunidense.

Un capitán de Castilla (1947, dir. Henry King)

El 9 de septiembre de 1966 se estrenaba en los Estados Unidos el primero de los episodios de la teleserie El túnel del tiempo, creada y producida por Irwin Allen, titulado Cita con el ayer. En pocos minutos, se introduce al público en un proyecto secreto del gobierno de los Estados Unidos: la construcción de una máquina del tiempo; una suerte de túnel cilíndrico oculto en un complejo científico de Arizona. Los responsables de ese programa no clasificado son: el General Heywood Kirk (Whit Bissell), el Dr. Raymond Swain (John Zaremba) y la Doctora Ann McGregor (Lee Meriwether, nada menos que una de las más bellas Gatúbelas de la citada teleserie Batman). No obstante el proyecto será cancelado en breve por la oposición de un senador.

Ante esa amenaza, el joven científico Dr. Tony Newman (James Darren) enciende el túnel y viaja en el tiempo para probar que el experimento funciona y es trasladado a la cubierta del mítico trasatlántico Titanic el 14 abril de 1912, horas antes de que el barco estrelle su cubierta con un iceberg. Pese a los esfuerzos de los científicos, no pueden regresar a Newman y por ello, otro colega y amigo de este, el Dr. Douglas Phillips (Robert Colbert), se ofrece a ir por él, llevando un diario con la fecha del día 16 para evitar la catástrofe. El capitán del Titanic no les cree, el barco se hunde y ellos son trasladados hacia otra aventura en el tiempo, observados con angustia por sus compañeros desde una gran pantalla de rayos catódicos.

El túnel del tiempo ejemplifica en buena medida varios de los problemas que suele acarrear el cine histórico: una recreación meticulosa de los datos y situaciones del inconsciente colectivo y los momentos más conocidos de esa historia oficial y a su vez, elementos de suspenso, acción y misterio para luchar contra el aburrimiento académico del propio relato histórico. Tal y como sucede en la representación de la conquista de México donde El túnel del tiempo aportó situaciones tan absurdas como divertidas al tema. 

Un capitán de Castilla (1947, dir. Henry King)

En el capítulo 21, titulado: El ídolo de la muerte, los científicos Tony y Douglas —doblados en su transmisión en nuestro país por Luis Bayardo y Jorge Lavat, respectivamente— son enviados por azar a las costas de Veracruz en el año 1519. El capitán español Hernando Cortez (Anthony Caruso) vive obsesionado por encontrar la “Máscara dorada de los tlaxcaltepecas” (sic), símbolo de poder para las tribus mexicas. Cortez no duda en torturar a unos indígenas, sin embargo, intervienen Tony y Douglas, que son apresados por los soldados españoles. En tanto del otro lado del túnel, los responsables contratan a un Arqueólogo mexicano para que los ubique en puntos estratégicos de Veracruz; no obstante, pesa en este la codicia por la pieza de oro que desea al igual que el conquistador, aunque los separe más de cuatro siglos. Aquí, la Conquista de México y la figura polémica de Hernán Cortés se reduce a la obtención de un ídolo y a la obsesión de un hombre enloquecido por el oro, en uno de los episodios más disparatados de la serie.