31 · 07 · 25 1968 y las nuevas narrativas de los largos de ficción Compartir en twitter Compartir en facebook Compartir con correo Copiar al portapapeles Rafael Aviña Uno de los tópicos más inquietantes y poco abordados por el cine de ficción es el tema de 1968 y su clímax más representativo: la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco. En días pasados se estrenó No nos moverán (2024), del egresado de la ENAC Pierre Saint-Martin, cuyo relato se instala en el presente para narrar la obsesión de una abogada de setenta años por encontrar al militar que le arrebató la vida a su hermano —entonces adolescente— en la Plaza de las Tres Culturas en aquel lejano 1968. Un filme que abre con algunas icónicas imágenes de la película más importante y suma de aquellos sucesos: El grito (1968-70), documental dirigido por Leobardo López Arretche, asistido por Alfredo Joskowicz, filmado entre julio y octubre de ese 1968 y producido por el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC, hoy ENAC). El grito (1968-70, dir. Leobardo López Arretche) Antes del nuevo milenio, los eventos de 1968 eran vistos con una suerte de sagrado respeto que centraban sus historias en el epicentro de los sucesos como sucede en la impactante Rojo amanecer (1989) de Jorge Fons con guión de Xavier Robles y Guadalupe Ortega. Francisca/ ¿De qué lado estás? (2001), de Eva López Sánchez, inaugura en los dos miles el reciclaje de la temática a partir de una historia que tiene tanto de política como de amor y que abre a su vez con escenas de El grito. La trama arranca en 1971, el año del Halconazo, no obstante, el filme jamás hace referencia a ese hecho para centrar su acción en la historia de un ex informante de la policía secreta de Alemania Oriental que llega a la ciudad de México con una identidad falsa y es obligado por el Servicio Secreto Mexicano a infiltrarse en un célula de universitarios activistas políticos sobrevivientes del 68 y acabará enamorándose de una joven integrante del grupo.Al igual que No nos moverán, Borrar de la memoria (2010), de Alfredo Gurrola, se ambienta en el presente para reconstruir los eventos de 1968 y sumergirse en dos tramas paralelas de ficción inspiradas en hechos reales: el descuartizamiento de una joven “empaquetada”, su relación con el movimiento estudiantil y con un inquieto camarógrafo de noticieros cinematográficos ex estudiante del CUEC contratado para filmar los eventos del 2 de octubre de 1968 desde la azotea del ex edificio de Relaciones Exteriores en Tlatelolco. Ello, a través de un thriller de suspenso armado por un periodista de nota roja desde una época actual incierta donde las sombras de la represión continúan vigentes. No nos moverán (2024, dir. Pierre Saint-Martin) Un par de curiosidades son: Los parecidos (2015), de Isaac Ezban, que arranca la madrugada del 2 de octubre de 1968 en una estación de camiones de un pueblo cualquiera donde las personas que ahí se encuentran adquieren un rostro distinto en un extraño e inquietante relato fantástico, y Los rollos perdidos (2011) que, en un intento por acercarse al trabajo de Michael Moore (Masacre en Columbine), su director Gibrán Bazán se erige como una suerte de realizador-investigador policiaco y se vale de recreaciones e hipótesis y del testimonio de trabajadores y funcionarios de la Cineteca Nacional y de otras figuras del medio, para señalar que el incendio de la Cineteca en 1982 fue planeado para desaparecer las imágenes de la matanza del 2 de octubre supuestamente ocultas en sus bóvedas y filmadas por el director Servando González y un pequeño equipo.Por su parte, Tlatelolco. Verano de 1968 (2013), de Carlos Bolado, centra su acción en una historia romántica que sucede en medio de los eventos de 1968: un estudiante de Arquitectura en la UNAM de pocos recursos económicos se relaciona con una jovencita aficionada a la fotografía estudiante de Comunicación en la Universidad Iberoamericana, cuyo padre trabaja directamente para el presidente Gustavo Díaz Ordaz, que documenta con su cámara lo que sucede en las calles. Más que un traslado de Romeo y Julieta al Tlatelolco de 1968, se trata de una variante de otro filme de los mismos escritores y productores: Fernando Sariñana y Carolina Rivera: Amar te duele (2002). Olimpia (2018, dir. José Manuel Cravioto) En cambio, Olimpia (2018), de José Manuel Cravioto, filmada con la técnica de rotoscopía, propone una historia que sucede el 19 de septiembre de 1968 cuando el ejército tomó las instalaciones de Ciudad Universitaria. A partir de las historias entrecruzadas de varios chicos y chicas que, por medio de sus fotografías, filmaciones, acciones y escritos, seremos testigos de su lado más personal y humano. Por último, No nos moverán y sus intrigantes imágenes en blanco y negro, sobresale esencialmente por el espléndido trabajo histriónico de Luisa Huertas; sin duda, lo mejor de una película que transita entre la historia personal-familiar, el suspenso y el humor negro. En su papel de Socorrito, proactiva abogada de la tercera edad, tiene que lidiar no sólo con los espectros del 68, sino con una hermana con la que lleva una mala relación, un hijo indeciso y apático cuya esposa se ha embarazado y, sobre todo, con el sistema de justicia de hoy en día en nuestro país, tan corrupto y repugnante como el de los tiempos del PRI de Díaz Ordaz.