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La controversial producción de La última tentación de Cristo


 

Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.

Mateo 4:17

El 22 de octubre de 1988, un grupo de fanáticos cristianos arrojó cocteles molotov contra el cine Saint Michel, en París. Ese día se sintió la venganza del fanatismo, que resultó en catorce personas heridas y confirmó los temores de los dueños de salas de cine en todo el mundo: el asalto se debió a la exhibición de La última tentación de Cristo (1988), de Martin Scorsese.

La película, basada en la novela del filósofo griego Nikos Kazantzakis, y publicada en 1960, es considerada por críticos como David Ehrenstein, "una de las cintas religiosas más serias, letradas, complejas y profundamente sentidas que se hayan hecho". Janet Maslin, del New York Times, señaló que el filme "redefine la divinidad por elección" con su retrato de un Cristo humano, lleno de dudas y miedos, más cercano a la carne del hombre que a la divinidad del mito.

El evangelio según San Mateo (1964), de Pier Paolo Pasolini El evangelio según San Mateo (1964, dir. Pier Paolo Pasolini)

Para las imágenes, Scorsese y su cinematógrafo, Michael Ballhaus, evitaron el uso de una grúa debido a la cercanía que querían tener con el personaje de Jesús, además de la falta de presupuesto para conseguir una. La inspiración visual vino de pinturas que el director había visto a lo largo de su vida, y el modo de trabajar fue el de primero detallar cómo sería cada imagen, para después realizarlas en el set.

Peter Gabriel compuso y grabó la banda sonora para la película en tres meses. El resultado mezcla la música de Turquía, Armenia, Grecia, África del Norte y Senegal para obtener una cualidad auténtica, en vez de recurrir a las composiciones típicas del cine de Hollywood.

El esfuerzo por crear esta cinta se vio reducido, en la percepción de muchos, a un mero insulto. Según figuras como Bob Waliszewski, de la organización Focus on the Family, Jesús creó el mundo y no necesitaba de un sofá y un análisis freudiano. Sin embargo, nadie notó que el enfoque humanizaba a Jesús ante las imágenes idealistas de Cecil B. DeMille, quien resaltó a Jesús con un rayo de luz en la escena en que cura a un niño ciego. Scorsese se preguntaba: "Si él era así realmente, ¿por qué nadie lo escuchaba?".

Desafortunadamente para Scorsese y su idea, la película se sintió como un golpe al hígado que logró su prohibición en numerosos países, incluidos México, Argentina y las Filipinas y Singapur. En México se estrenó hasta 2004. La mayoría de estas protestas y vetos se debieron a la mencionada y controversial escena de sexo entre Jesús y María Magdalena, que constituye un fragmento de la última tentación a la que Satanás somete a Cristo: no ser divino.

Aunque La última tentación de Cristo consiguió la nominación al Oscar para su director, su historia es la de una producción castigada por contener la idea de la más grande de todas las tentaciones: la única que podría hacer al Mesías bajar de la cruz para regocijarse en la irresponsabilidad de lo cotidiano: la vida humana.