05 · 31 · 18 Perfiles FICM: Sandra Luz López, una mirada hacia la Costa Chica Share with twitter Share with facebook Share with mail Copy to clipboard Gabriela Martínez @GabbMartivel Cuando parecía que el destino de Sandra Luz López no era estudiar cine, encontró la historia de Doña Catalina Noyola. La idea de hacer un trabajo sobre este personaje se convirtió en una motivación para seguir adelante en su deseo por retratar a esas personas que ha encontrado a su paso por la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca. Así surge Artemio (2017), un documental que sigue las dificultades de un niño nacido en Esados Unidos que ahora vive en un pueblo de Guerrero con su mamá y su nueva familia. Artemio y su familia le permitieron a Sandra Luz capturar una realidad donde la distancia con aquello que dejaron atrás se hace presente con cada llamada telefónica. Con este documental, Sandra Luz López ha tenido la oportunidad de llevar la historia de Artemio a distintos festivales de cine nacionales e internacionales, pasando por el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) donde obtuvo una Mención Especial a Largometraje Documental Mexicano. Además, su trabajo compite por el Ariel 2018 en la categoría de Mejor Cortometraje Documental. En entrevista para el FICM Sandra Luz López habló sobre sus orígenes y la historia detrás de Artemio. FICM: ¿Cómo fue que decidiste hacer cine? Sandra Luz López: Nací en la ciudad de Oaxaca y creo que eso determinó mucho todo el bagaje cultural que tengo. Alguien muy importante en mi vida fue el maestro Francisco Toledo que, cuando fui adolescente, fundó el Centro Fotográfico Álvarez Bravo y el cineclub El Pochote. Para mi esos dos centros fueron muy importantes porque ahí donde encontré la fotografía por primera vez, fue donde tomé mis primeros talleres y cursos. El cineclub el pochote fue donde vi por primera las películas de los grandes directores, pero también tenían la costumbre de invitar a directores mexicanos; ahí conocí a Busi Cortés, María Novaro y Arturo Ripstein. Fue mi descubrimiento del cine y de la imagen. Estudié artes en la preparatoria, entonces, creo que desde muy joven encontré lo que quería hacer. Al terminar la prepa, quise estudiar cine en el CCC o en el CUEC (Centro Universitario de Estudios Cinematográficos). Hice examen pero no fui aceptada en ninguna de las dos. Decidí venir a la Ciudad de México y estudiar Antropología, enfocada en Antropología visual. Es así como me acerco a la Costa Chica, los pueblos afrodescendientes entre Guerrero y Oaxaca que abarca de Acapulco a Huatulco, según el INEGI; pero el pueblo en el que he estado trabajando desde hace diez años es San Nicolás Tolentino, un pueblo muy cerca de Cuajinicuilapa, Guerrero. Artemio (2017, dir. Sandra Luz López) FICM: ¿Es así como encuentras la historia de Artemio? SLL: Todo el proyecto de investigación lo hice sobre la bisabuela de Artemio y es ahí donde se da mi conexión con este trabajo. La bisabuela de Artemio se llamaba Catalina Noyola Bruno, yo conviví con ella los dos últimos años de su vida, ella murió en el 2008. A mi eso me motivó a volver a hacer el examen de cine al CCC y es cuando soy aceptada. Entro a la escuela de cine motivada por la preservación de la memoria de Doña Cata, que es una mujer que no sabía leer ni escribir. Intuitivamente, con una cámara registré todas esas historias y ahí entendí el poder del cine: tú puedes volver a escuchar, maravillarte, reír y sentir los relatos. Me sentí muy conmovida y comprometida con compartir eso que me habían dado. Entonces, entré al CCC con la idea de hacer esta película. Me especialicé en cinefotografía y cuando llegué al año donde enseñaban documental, regreso al pueblo de Doña Cata, San Nicolás, y es ahí donde, como siempre digo, la historia nos encontró. Estábamos en scouting previo a los días de rodaje cuando Coco Zárate, la mamá de Artemio, se nos acercó y nos dijo “me llamo Coco, acabo de regresar de Estados Unidos, sé que estás haciendo una película sobre mi abuela y me encantaría platicar contigo”. Fue en ese momento cuando nos enamoramos profundamente de Coco y de Artemio, y decidimos tomar mejor esta historia. FICM: Artemio ha pasado por distintos festivales y premiaciones, ganó en Morelia y el Premio José Rovirosa, ¿esperabas todo esto? Es muy lindo. Estoy muy sorprendida y muy agradecida con Coco y Artemio por compartirnos este pedacito de su vida. Siento que Artemio ha crecido y nos ha sorprendido a todos los que hicimos esta película. Creo que es una película profundamente amorosa en el sentido de que construimos una amistad con esta familia y que durante todos los procesos siempre los consultamos a ellos. Antes del corte final fuimos a mostrárselo a la familia y siempre estuve consciente de que si no estaban de acuerdo en algo, ni modo, tendríamos que regresar y hacerlo de nuevo. Pero creo que ha sido un acto de profundo agradecimiento y respeto a lo que nos compartieron. Además, ha sido muy grato para mi que Artemio me permita poder seguir haciendo cine documental. Dentro de esta idea de seguir en la Costa Chica y de contar todas las historias que me tienen fascinada de ese lugar, puedo seguir desarrollando una carrera. Gracias a Artemio tengo el financiamiento para hacer mi siguiente película, El compromiso de las sombras, que será sobre una mujer transgénero que se encarga de enterrar a los muertos de San Nicolás. Se encarga de bañarlos, vestirlos, rezarles y llevarlos al panteón. Me interesa que esta sea una película sobre la importancia de las despedidas.