Competencia largometraje documental: Diario a tres voces

Muchas de las grandes historias del cine son historias de amor. Sin embargo, este tema no es tan frecuente en documentales. Me interesaba abordar un tema que nos concierne de una manera más cotidiana, del día a día. El amor nos duele y emociona. Nos afecta a todos de alguna u otra manera y está sujeto al paso del tiempo. Las personas también estamos sujetas al paso del tiempo.

Con Erick, el director de fotografía, tengo una amistad de muchos años. Ya habíamos trabajado juntos en un documental llamado Llegando al Cielo. Entonces, al iniciar este proyecto no dudé en contactarlo. A Carlos Espinosa también lo conocí en ese proyecto y nos volvimos muy amigos, y ha sido parte fundamental desde la concepción inicial del proyecto. Los demás miembros del equipo de post producción y edición también los conocía de hace muchos años. De cierta manera fue como reunirme con viejos amigos que me tienen mucha paciencia.

Además de los retos obvios que implica realizar un documental con recursos limitados y pidiendo muchos favores, el reto más importante fue uno de carácter personal y tiene que ver con mi propio desarrollo como persona. Muchas cosas pasaron en mi vida en los últimos años y poder terminar un proyecto dadas las condiciones era un reto personal para mí.

A mí me gusta el cine de género, desde niña me gustaron las películas de temas psicológicos y el horror. También me gustan las atmósferas y los espacios, supongo que por mi formación de arquitecta. Ese es el cine que me gustaría explorar.

Es un gran orgullo y honor estar entre tanta gente tan talentosa. Admiro mucho la labor del festival y de su gran equipo de trabajo en promover el cine mexicano y a nuevos cineastas emergentes. Creo que la selección de películas en el festival es sumamente diversa, lo cual habla de un equipo de trabajo comprometido con darle una voz individual a cada uno de los trabajos exhibidos.