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Rush hour, la odisea del hombre común: entrevista a Luciana Kaplan

El Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) tuvo la oportunidad de platicar con Luciana Kaplan, ganadora del Ojo a Mejor Largometraje Documental Mexicano por Rush Hour (2017) en la pasada edición del FICM. Hablamos sobre la trayectoria de Rush Hour a lo largo del año, la forma en que fue realizado, la situación del cine documental en nuestro país y lo que sigue para Luciana en su carrera.

FICM: ¿Cómo fue el proceso de documentación y realización de Rush Hour con todo lo que implica realizar una película en tres latitudes diferentes del planeta?

Luciana Kaplan: Fue un proceso bastante largo, empezó con una idea mía aproximadamente hace cinco años. Había una mujer que trabajaba en mi casa cuidando a mi hija cuando era muy pequeña, ella hacía seis horas de camino diario de Milpa Alta a la Condesa, donde estaba mi casa. Siempre me contaba sobre estos trayectos donde se quedaba atorada en el vagón del metro o la asaltaban en algún punto del trayecto, pero lo que más me impresionó fue que pasaba más tiempo en el transporte que en mi casa, e incluso que en su casa en algunas ocasiones.

A partir de la idea de estas odiseas eternas donde uno acaba sacrificando un montón de horas, comencé a hacer una investigación sobre cuántas horas pasaba la gente en el transporte y cuáles eran las ciudades más congestionadas del mundo; era muy importante para mi que no sólo se hablara de la Ciudad de México, pues lo que se refleja en pantalla es un fenómeno global que todos los habitantes de las grandes urbes padecen de alguna manera.

Fue así que comencé a hacer una investigación sobre los diferentes escenarios dónde se podía desarrollar la historia. A mi me interesó la CDMX pues es realmente una de las ciudades donde la gente pasa más horas en el transporte; después, muy cerca en el ranking, se encontraba Estambul, un lugar que no está en el imaginario del tráfico, pero también es una ciudad muy extendida, muy cosmopolita y muy tradicional.

Por otro lado, yo no quería que se mostrara solamente el viaje en el transporte público, fue así cuando comencé a buscar una ciudad dentro de este ranking de las diez ciudades más congestionadas del mundo, donde la población usara más el automóvil para transportarse. Fue así que incluimos a la ciudad de Los Ángeles y comenzamos a desarrollar el proyecto.

FICM: ¿Cómo fue el proceso de selección de estas tres historias que se entrelazan en el documental y le dan sentido?

LK: Ya teniendo las ciudades en mente comenzamos con la búsqueda de los personajes. Con la Ciudad de México era muy complicado, pues debíamos sacar una sola historia de entre millones que son muy interesantes. Comencé a hacer un scouting por el Estado de México, por diferentes lugares que se me hacían interesantes, pero entre esa búsqueda, la coordinadora de producción me contó de un amigo suyo que tiene un salón de belleza y trabajaba con una mujer que hacía unos viajes tremendos desde Ecatepec hasta Bosques de las Lomas. Fui a verla, me contó toda su historia y me di cuenta de lo interesante que era el personaje y que contaba con muchas capas que le dotaba de los elementos para ser el personaje representante de esta ciudad.

En Estambul y Los Ángeles fue distinta la selección, pues como estábamos muy lejos, no podía pasar largas temporadas en cada ciudad para hacer una búsqueda extensa. Lo que hicimos fue contratar investigadores de personajes, por así decirlo, que fueron buscando dentro de la población quién hacía seis horas a su trabajo, quién tenía una historia más allá de los traslados, como algún conflicto interno que se pudiera ir desarrollando; fue así como ellos me iban mandando información con la que yo hice una especie de casting a distancia y fue así como encontramos a estos personajes en un proceso de casi un año.

FICM: ¿Cómo fue sumergirte en la vida de tus tres personajes que comparten esta situación particular en sus vidas, su contexto, vivencias e incluso su sociedad son muy diferentes entre ellas?

LK: Era un poco la idea. No había que repetirse entre los contextos y problemáticas paralelas, a todos de alguna manera los une esta idea de que pasan horas en el transporte público o en el automóvil, pero cada uno refleja su sociedad. Cada ciudad tiene un tema muy específico, el de la Ciudad de México tiene que ver con la violencia, sobretodo hacia las mujeres, algo que está muy presente en Ecatepec. Fue más fácil por la cercanía, por los códigos en común para poder acercarnos a la gente de esta ciudad, pues sabemos cómo hablar, de qué hablar y hay un nivel de confianza diferente, es por eso que tuve más tiempo de desarrollar una relación con Estela. Desarrollamos una relación muy cercana y fuerte, pienso es uno de los grandes regalos que dio este documental, la relación con los personajes involucrados y su nivel de compromiso, pues estar filmando a una persona en su vida cotidiana no todo el mundo lo permite.

Lo que pasó en Estados Unidos y en Turquía fue que yo no podía pasar mucho tiempo allá pues era costoso, hubo que actuar muy rápido y hacer un trabajo de preproducción a la distancia. En el caso de Turquía era muy difícil por el idioma, yo no hablaba turco y ellos no hablaban inglés entonces era necesario el trabajo de un traductor para poder hacer todo; el trabajo fue mucho de llegar, confiar y tratar de sacar la mejor relación posible en poco tiempo para comenzar a filmar inmediatamente, en ambos casos filme aproximadamente veinte días en dos viajes diferentes con cada caso.

Era un trabajo de confianza y de tratar de demostrarles que era importante lo que estábamos haciendo, que ellos eran parte fundamental del proyecto y que lo que estábamos diciendo era importante para el mundo. Afortunadamente tuvimos una relación muy cercana, nos abrieron sus casas y sus vidas, se logró una dinámica que generalmente los documentalistas buscamos y necesitamos, esta cercanía que finalmente se logró rápidamente con los personajes extranjeros.

Entre los viajes que hicimos pasaron cuatro meses aproximadamente y eso ayudó a construir mejor las historias, pues al tener un primer viaje, entender un poco el contexto y filmarlo, después reflexionarlo con el editor y finalmente regresar con cosas más específicas en la cabeza para redondear la historia y el tiempo entre cada viaje . Eso ayudó a construir mejor las historias.

FICM: Al momento de montar la película, ¿cómo fue ordenar y darle cierta prioridad a una de las tres narrativas para que la historia fluyera como se aprecia en pantalla?

LK: Fue un proceso muy largo, pues comenzamos a editar temprano. En cuanto íbamos filmando el editor y yo comenzamos a desarrollar y montar cada historia por separado, para después entrelazarlas; eso ocurrió en la parte final de la edición, pues estuvimos más de un año tratando de construir estas rutas, estos personajes y adónde podían ir.

Preparándonos para el siguiente viaje ya teníamos en mente qué escenas podían ayudarnos a resaltar ciertas problemáticas, también para quitar elementos porque en un momento era muchísimo, queríamos contar mucho en una historia de tres personajes. Fue así el proceso básicamente, cómo construyo a cada uno de los personajes y después cómo pueden ir entre los tres contando esta misma historia.

Rush Hour (2017), dir. Luciana Kaplan Rush Hour (2017, dir. Luciana Kaplan)

FICM: La respuesta del público es inmediatamente una reflexión e identificación por alguna de las vivencias que se muestran en el documental, ¿se logró el cometido que buscabas?

LK: A mi lo que me llama la atención es que Rush Hour es una película que sí le impacta mucho a la gente, pues se identifican con el tema, inclusive yo diría que hasta salen bajoneados a veces. Es una película dura, pareciera que no pero finalmente como está enfocada en personajes muy diferentes entre ellos, siempre hay alguien que se conecta con alguno. Lo que yo buscaba es que no fueran casos muy extraordinarios o muy folclóricos, sino que reflejara más esta odisea del hombre común y que una gran mayoría del público se pudiera conectar con eso.

Pienso que la variabilidad de personajes permite que el público se conecte con uno o con otro o a veces con toda la historia, lo que sí creo que se pudo lograr fue empatizar y entender lo que implica tener ese tipo de vida y que de alguna manera esto le llega a la gente que se ve reflejada en alguno de los tres.

FICM: ¿Cuál es tu opinión sobre la situación del cine documental en nuestro país?

LK: Es un tema muy complejo, pues por un lado hay una gran cantidad de producción, cada vez se produce más documental y se produce mejor, hay una gran variedad de festivales que impulsan esto, también se ha comenzado a experimentar más en el lenguaje del documental, los temas son muy variados y en ese sentido te podría decir que es un buen momento para el cine documental. Hay apoyos y la gente filma mucho, pero creo que en el tema dónde nos seguimos atorando mucho es en la distribución, es muy difícil llegar a las salas de cine, es muy difícil permanecer en ellas ya que uno llegó ahí, entonces creo que hay que pensar en nuevas plataformas y hacer que las películas se sigan viendo, porque realmente uno tarda tres o cuatro años en hacer una película y de repente el hecho de que se vea en un periodo de tiempo más pequeño es un poco frustrante.

Nosotros como documentalistas tenemos que seguir buscando las mejores maneras de que nuestras películas se sigan viendo, y no sólo en una sala de cine si no en otras plataformas, salir a las comunidades e ir a buscar el público, el cómo se puede hacer para que las películas se sigan viendo.

Los documentalistas debemos comenzar a defender otra vez vuestro trabajo, pues si vamos a poner un montón de dinero para producir y que las películas no se vean, es una incongruencia y es algo que hay que revisar. De repente hay veinte películas en ficción que están apoyando y hay un documental, sí me parece algo preocupante y no creo que sea por la calidad, creo que hay una idea de que el documental no hace dinero, pero al mismo tiempo tampoco se le pone dinero para su distribución, entonces qué se puede esperar, las películas generalmente se ven porque hay un esfuerzo de llegar al público y una tarea fuerte de publicidad, contactos y redes para que suceda. Hay que seguir peleando para que esto no desaparezca.

FICM: ¿Qué sigue para Rush Hour y en qué nueva historia trabajas en este momento?

LK: Ya llevo un año haciendo otra película, estoy en proceso de terminar la filmación y comenzando a editar. Es un documental muy diferente a Rush Hour, ya que la realización de este nuevo proyecto implicó muchos viajes y muchos personajes. Es una película sobre Marichuy y el Consejo Indígena de Gobierno, es un retrato sobre esta construcción del movimiento indígena en diferentes partes del país, donde se aborda un poco de la situación del mundo y la lucha por el territorio.

Con Rush Hour estrenamos en salas el próximo 12 de octubre, la película sigue viajando, tiene varios festivales, hace poco estuvimos en Lisboa, pronto estará en la Patagonia, hay otro en Barcelona, otro festival en Nueva York, en fin la película sigue de alguna manera viajando.