14 · 09 · 11 Marta Ferrer recomienda Odessa... Odessa!, de Michale Boganim Compartir en twitter Compartir en facebook Compartir con correo Copiar al portapapeles Marta Ferrer, directora de El varal, Selección Oficial FICM 2009 Me parece oportuno recomendar y difundir películas de producción independiente poco conocidas, así es que aprovecho para hablar de una película que tuve oportunidad de ver en la primera edición de DocsDF y que desde entonces ha quedado grabada en mi memoria. Justamente este documental es un recorrido por la memoria y los recuerdos atrapados en la nostalgia que sienten sus personajes despojados de su ciudad natal, Odesa. De la mano de un personaje ficcionado, el anónimo migrante con su maleta siempre a cuestas, la película hace un recorrido por tres ciudades donde viven odesitas, la mayoría de ellos judíos exiliados por la diáspora: la misma Odesa (Ucrania), la vieja perla en decadencia del Mar Negro; “Little Odessa” en el barrio neoyorquino de Brooklyn, y finalmente Ashdod, la ciudad en construcción en Israel. El director Michale Boganim hace un poético retrato de estas tres ciudades a través de sus personajes a veces surrealistas y nos adentra en un viaje onírico al unísono de los constantes y volátiles movimientos de cámara, movimientos que, como sus personajes, están en una constante búsqueda de su identidad y lugar. Todos los personajes de esta película, vivan en Brooklyn o en Ashdod, están atrapados por esa nostalgia que no les deja readaptarse al nuevo “hogar” al que pertenecen. Y es en esta película donde entiendo lo que es el hogar. El hogar a veces no es donde uno vive; el hogar es hogar por que ya no puede existir. El hogar es aquello que nos han quitado o del cual nos han desplazado. El recuerdo de la infancia ya irreversible (los personajes en la película cantan constantemente “Mama Odessa”), aquello que permanece en la memoria y que se idealiza porque ya no se puede recuperar. La música es una constante en la película, y es que las viejas canciones son las que los personajes cantan para mantener el recuerdo de Odesa vivo. Junto a las bellas imágenes filmadas en 35mm, Boganim también hace un interesante uso del sonido para jugar con un tiempo anacrónico. El sonido de los altavoces avisando que las tropas alemanas están sitiando la ciudad aun retumban por las calles vacías. Pasado y presente se entremezclan. Es un alivio ver cómo autores israelíes, tanto en el campo literario como en el cinematográfico, han dejado vislumbrar en sus obras un posicionamiento hacia el conflicto palestino-israelí con muchos mas matices de los que estamos acostumbrados a ver en los medios donde solo se habla en blanco y negro. Estos autores reflexionan sobre el conflicto desde la auto-crítica y reconocen al otro, como es el caso del cine de Avi Mograbi, que también es de mis favoritos. En sus películas Mograbi habla sobre las consecuencias de la ocupación siempre confrontando al Estado Israelí de una manera directa, reflexiva, explosiva. La película de Boganim no habla sobre el conflicto en concreto pero también, como Mograbi, a través del entrelazado de sus escenas transmite el sufrimiento de una comunidad ante el desplazamiento forzado, ante la pérdida del hogar que se podría extrapolar tanto en los judíos, los palestinos y todos los que hemos sido migrantes (u ocupados). Aunque la película ha viajado por los mas prestigiosos festivales de todo el mundo, desafortunadamente yo no he encontrado el DVD con subtítulos en español (IDFA la distribuye en inglés). Boganim acaba de presentar en el Festival de Venecia su segunda película, la primera de ficción, La terre outragée, sobre las consecuencias de la catástrofe nuclear de Chernóbil. Esperemos verla en algún festival en México, si es que lamentablemente tampoco se estrena en salas comerciales. A ver si por lo menos corriendo la voz, conseguimos que alguna distribuidora se interese por este cine. Es triste cómo a veces el buen cine no llega a nuestros ojos.