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LOS BIENAMADOS, TAJIMARA y UN ALMA PURA

El mítico Primer Concurso de Cine Experimental, convocado en 1964 por la Sección de Técnicos y Manuales del STPC, supuso la llegada de nuevos cuadros de producción, equipos de rodaje reducidos, locaciones naturales y mucha improvisación, y tuvo como puntos álgidos: La fórmula secreta, de Rubén Gámez; En este pueblo no hay ladrones, de Alberto Isaac; el conjunto de cinco mediometrajes producidos por Manuel Barbachano Ponce: Amor, amor, amor; y el trío de cortos integrantes de El viento distante/Los niños, ganadoras respectivamente de los cuatro primeros lugares. Esta última incluía: En el parque hondo, de Salomón Laiter; Tarde de agosto, de Manuel Michel, y Encuentro, de Sergio Véjar.

 

 

Los Bienamados (1965, dirs. Juan José Gurrola, Juan Ibáñez)
Los Bienamados (1965, dirs. Juan José Gurrola, Juan Ibáñez)

En Un alma pura, Juan Luis (Enrique Rocha) acepta un trabajo en Nueva York y abandona a su hermana Claudia (Arabella Árbenz) por la que comparte sentimientos incestuosos que le han causado conflictos en su vida privada: "Habíamos escapado de las bromas, la violencia y la vergüenza de nuestros amigos... Somos hermanos... sí, pero eso es un accidente". En Nueva York conoce a Clara, una joven idéntica a su hermana (interpretada por Árbenz). Cuando se queda embarazada, Claudia le envía una carta pidiéndole que aborte. Tanto Juan Luis como Clara acaban suicidándose.

El trabajo de cámara de Gabriel Figueroa, increíblemente ágil, conduce al espectador por los laberintos de la memoria y el deseo a través de dos cuerpos desnudos y entrelazados vistos en flashback. Abundan las referencias snobs -los protagonistas hablan constantemente a la cámara- y las referencias a la Nueva Ola francesa, como la secuencia en Nueva York en la que aparecen los propios Carlos Fuentes y Juan García Ponce, junto a otras importantes figuras de la cultura que permanecen sin acreditar: Carlos Monsiváis (como el cura), Mercedes Ospina, Sergio Aragonés, José Donoso, William Styron, José Luis Ibáñez y el propio Juan Ibáñez, entre otros.

Tajimara tiene varias similitudes con Un alma pura. Una narrativa innovadora y descarada, a la Godard, Truffaut y Rohmer; la exploración de la memoria y las constantes regresiones al pasado y el tema del incesto como carga sensual y moral. Cecilia (maravillosa Pilar Pellicer) invita a Roberto (Claudio Obregón), un traductor y su ex amante, a una fiesta en el pequeño pueblo de Tajimara, donde viven dos hermanos pintores: Carlos (Mauricio Davidson) y Julia (Pixie Hopkin, una revelación). Julia está a punto de casarse, para gran tristeza de su hermano. Roberto sufre por Cecilia, que está enamorada de Guillermo (José Alonso de adolescente y Luis Lomelí de adulto) y por las sombras que siempre han lastrado su relación. Cinematográficamente más compleja, es una magistral historia de erotismo que tiene como escenario el recién inaugurado Museo de Arte Moderno de Ciudad de México.

Tajimara (1965, dir. Juan José Gurrola)
Tajimara (1965, dir. Juan José Gurrola)

Lo primero destacable de la película es la intrigante banda sonora, compuesta por Manuel Henríquez, que parece funcionar como un personaje más, con canciones melancólicas en inglés como A Kiss to Build a Dream On, de Hugo Winterhalter, o Anyone Who Had a Heart, de Burt Bacharach, cantada por Cilla Black. A Roberto le atormentan los recuerdos de Cecilia cuando era adolescente. "El sentido de la historia es lo de menos ahora, sólo recuerdo la imagen de Cecilia. Llevaba seis meses sin verla cuando apareció de la nada para invitarme a otra fiesta en Tajimara. Acepté consciente de que ella nunca sabría si la quería o la odiaba...". Las imágenes evocadas por los operadores de cámara Antonio Reynoso y Rafael Corkidi muestran escenas fantasmales en una pista de patinaje donde un Roberto adolescente observa cómo Cecilia patina junto a Guillermo (José Alonso en su primer papel) y a quien se entrega antes de cumplir los quince años. "Nunca podríamos perdonarnos no haber sido el primero del otro, y nos castigaríamos mutuamente por ello".

En Tajimara las protagonistas femeninas dotan a la historia de una fuerza y una sensualidad sin límites. Basta ver a Pellicer apoyada en una pared con gabardina y mirando directamente a la cámara, para entender la respuesta al deseo fílmico. O una escena en la que los protagonistas hacen el amor en el coche de ella, en una tarde lluviosa. A pesar de su sexualidad liberada, Cecilia sufre angustia durante el coito y recurre al sadomasoquismo. Julia resulta intangible y frágil en una historia excepcional sobre la pérdida del amor, la juventud y la inocencia, con una fuerte dosis de poesía: "Todo lo componemos con la imaginación y somos incapaces de vivir en la realidad, simplemente...". Los bienamados se estrenó el 2 de septiembre de 1965 en el cine Regis.