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La Cristiada y nuestro cine

Se les llamó "cristeros a aquellos católicos que enfrentaron la Ley Calles, expedida en junio de 1926 con el fin de limitar el culto y sacerdocio católico. La "Guerra Cristera" finalizó en apariencia en junio de 1929.

El tema de la Cristiada sigue siendo un tabú fílmico, abordado por un puñado de obras, algunas atractivas, arriesgadas y propositivas, en particular dos filmes clave: La guerra santa / La Cristiada (1977), de Carlos Enrique Taboada, y A paso de cojo (1978), de Luis Alcoriza; tal vez, los mejores retratos de la llamada "guerra santa" emprendida por una facción civil contra el gobierno de Plutarco Elías Calles en el México rural e incluso urbano, y a su vez, la manipulación que el clero hizo de miles de campesinos creyentes que morían al grito de: "¡Viva Cristo Rey!".

A paso de cojo (1978, dir. Luis Alcoriza)
A paso de cojo (1978, dir. Luis Alcoriza)

Dos décadas después del conflicto religioso, se filmó Sucedió en Jalisco (Los Cristeros) (dir. Raúl de Anda, 1946), inspirada en la novela Los Cristeros. La guerra santa en Los Altos, de José Guadalupe de Anda; en ella, Luis Aguilar es Felipe, estudiante de Leyes, que regresa al rancho de su abuela (Sara García) en pleno levantamiento cristero, pero es rechazado por esta, debido a que trabaja para el gobernador. Los federales queman parte del rancho de la abuela, quien descubre una imagen religiosa que Felipe lleva y se reconcilia con él antes de morir, en esta exaltación patriótica religiosa y melodramática.

Lluvia roja (1949), de René Cardona, adaptada por Mauricio Magdaleno, narra la historia del Coronel Enrique Montero (Jorge Negrete), que, por órdenes superiores mata a un cacique (Salvador Quiroz) en 1926 y adquiere fama de sanguinario. Elisa (Elsa Aguirre), próxima a ingresar a un convento, se refugia en una iglesia en ruinas por la lluvia y escucha a Montero y a sus hombres hablar de que convertirán la capilla en troje y ella le reclama y le pide que la devuelvan a Dios. Montero se enamora de ella, en un relato que rehúye las referencias claras a la guerra fratricida entre cristeros y federales.

En Miércoles de ceniza (1958), de Roberto Gavaldón, María Félix, es la dueña de un burdel que se desmaya al caer de una embarcación en Pátzcuaro y es violada por un hombre al que más tarde identifica como un cura (Rodolfo Landa). A partir de ese instante se convierte en acérrima enemiga de la religión católica hasta que se enamora de un médico (Arturo De Córdova), que oculta su verdadera identidad religiosa. Truculento melodrama inspirado en la obra de Luis G. Basurto, ambientado durante la guerra cristera.

Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro, fue adaptada por Arturo Ripstein y Julio Alejandro en 1968 y narra varias historias de violencia, erotismo, y despojo social que suceden en un pueblo perdido, donde un General (Renato Salvatore, doblado por Bruno Rey), reprime con crueldad a los alzados hacia 1926. Producida por el CUEC/ENAC, De todos modos Juan te llamas (1974), de Marcela Fernández Violante, se centra en los estertores del movimiento Cristero, centrado en otro General (Jorge Russek), que se ve en la disyuntiva de serle fiel tanto a la Iglesia, como al Estado, ya que su familia es devota y él tiene que combatir a los creyentes religiosos.

La guerra santa, de Taboada, narra la cruenta lucha de campesinos y la manera en que la Iglesia los manipuló. Varios de ellos (José Carlos Ruiz, Jorge Luke y Enrique Lucero, entre otros), se transforman en criminales y violadores, repudiados por ambos bandos. En cambio, Alcoriza apuesta por la sátira, aunque él y Taboada llegan a las mismas conclusiones de horror y frustración social, en la historia de un militar creyente (Bruno Rey) y un sacerdote cojo (un extraordinario Luis Manuel Pelayo), que alientan a la lucha a una tropa conformada por toda clase de discapacitados en plena Guerra Cristera.

En 1982, Carlos Saura filmó en México, Antonieta, biografía dramática sobre Antonieta Rivas Mercado (Isabelle Adjani), que apoyó la campaña presiencial de José Vasconcelos (Carlos Bracho), en los años de la Cristiada, contada en época actual por la periodista que encarna Hanna Schygulla. En 2007, Miguel Rico realizó la biografía cinematográfica del mártir cristero Miguel Agustín Pro en Padre Pro, fusilado en 1927 al grito de: "¡Viva Cristo Rey!", junto con su hermano Humberto, Juan Antonio Tirado y el ingeniero Luis Segura Vilchis militantes de la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa.

La historia de Desierto adentro (2008) de Rodrigo Plá, tiene lugar entre 1926 y 1942 y arranca durante los momentos más álgidos de la guerra santa. El campesino Elías (Mario Zaragoza) causa de manera indirecta una masacre en un pequeño pueblo y huye al desierto con sus hijos en busca del perdón de Dios, en un relato sobre la obsesión, el fanatismo, la represión sexual, el aislamiento, la demencia, la culpa y el castigo.

El corto tapatío Cristeros y Federales (2010), de Isabel Cristina Fregoso,  tiene lugar al final de la guerra cristera y entrelaza dos instantes de tortura y humillación entre ambas facciones del conflicto. En cambio, Los últimos Cristeros (2011), de Matías Meyer, abandona la acción física de aquellos hechos oscuros y la relación del Estado con la Iglesia. Se trata de una exploración intimista: un pequeño grupo de hombres deambula en un paraje casi "rulfiano" y deciden seguir con sus propósitos pese a la amnistía del gobierno cuando la guerra cristera ha llegado a su fin.

Por último, la producción hollywoodense-mexicana Cristiada (2012), antítesis de Los últimos cristeros, de Dean Wright, con fotografía del mexicano Eduardo Martínez Solares, ubica su acción en 1926: Enrique Gorostieta (Andy García), un General retirado, observa cómo en México estalla una violenta guerra civil entre la iglesia y el Estado y con el apoyo de su esposa (Eva Longoria), se une al bando de los alzados y transforma a un grupo irregular de rebeldes, sin líder, en una fuerza heroica, capaz de defender con valentía la causa de la justicia.