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Jorge Arriaga… El Tuerto

Precedida de las frases: “Yo soy el asesino…Yo maté a la usurera”, “Pepe El Toro es inocente…”, es esta quizá la expresión más representativa en la historia del cine mexicano. Un diálogo referido por uno de los actores secundarios más prolíficos y olvidados de nuestra cinematografía: Jorge Arriaga, nacido en Morelia, Michoacán, en 1915 y fallecido en el abandono y la pobreza absoluta en una vecindad de la Ciudad de México en 1973. Desde muy joven, a fines de los treinta, Arriaga empezó a frecuentar los Estudios de cine cuando la industria fílmica iniciaba un significativo avance y, por ello, pronto encontró trabajo, obteniendo pequeñas intervenciones en títulos como: Refugiados en Madrid, Canto a mi tierra, Virgen de medianoche, Qué lindo es Michoacán o La feria de las flores, que lanzaba a otro actor novato con el que en breve Arriaga protagonizaría aquella celebérrima escena del diálogo citado: Pedro Infante.

Directores como Alejandro Galindo e Ismael Rodríguez fungieron de algún modo como padrinos de Arriaga, quien solía aparecer en varias de sus películas. En Konga roja era uno de los esbirros del villanazo Carlos López Moctezuma; en Esquina bajan, uno de los golpeadores del corrupto líder camionero que encarnó Víctor Parra; en Cuatro contra el mundo, un detective policiaco, y de nuevo un matón en Confidencias de un ruletero para lucimiento de Adalberto Martínez Resortes al igual que en Dicen que soy comunista, donde Arriaga interpretaba al camarada Buenaventura: todas de Galindo.

el tuerto

No obstante, fue bajo la dirección de Ismael, donde Arriaga no sólo encontró un triunfo inesperado, sino que, de manera insólita, ese éxito le propició enormes conflictos públicos incluyendo un curioso conato de linchamiento en la ciudad de Puebla. Luego de aparecer en otro de sus filmes: Cuando lloran los valientes, en el papel de un militar, Ismael le encomendó el personaje de Ledo, un criminal homicida, en su relato antológico Nosotros los pobres, de 1947, año en el que Arriaga realizó ocho películas, entre ellas El reino de los gángsters, de Juan Orol, y El muchacho alegre, de Galindo.

En Nosotros los pobres, Ledo asesina a puñaladas a una usurera que encarna Conchita Gentil Arcos y, por ello, el protagonista Pedro Infante, Pepe “El Toro”, es acusado del homicidio y encerrado en la penitenciaría de Lecumberri. Ahí, en una bartolina, o celda de castigo, Infante logra eliminar a dos de los secuaces de Ledo en una brutal pelea y deja tuerto a este al clavarle en el ojo un trozo de madera de una silla. Le dobla el brazo y con el ojo vaciado y ensangrentado lo obliga a acercar su rostro en un respiradero donde Ledo grita desesperado: “¡Ya no por favor! ¡Ayyyy! ¡Ayyyy! ¡Yo soy el asesino¡ ¡Yo maté a la usurera! ¡Pepe El Toro es inocente!”, ante la mirada sorprendida de uno de los policías que interpreta el secundario José Ortega.

El asunto no queda ahí. Un año después, en 1948, con doce películas filmadas a lo largo del año y la continuación de aquella: Ustedes los ricos, del propio Ismael, Jorge Arriaga, con la barba crecida y un parche en el ojo, arroja a Jesús García “El Camellito”, el jorobado vendedor de lotería, bajo las ruedas de un tranvía en una de las secuencias más atroces de un filme adelantado al cine gore y sus escenas sangrientas. Y peor aún, Ledo ahora apodado El Tuerto, con la ayuda de su hermano que encarna el siempre eficaz José Muñoz, incendia la carpintería de Pepe, en donde muere carbonizado su pequeño primogénito El Torito (el niño Emilio Girón). Por supuesto que su perversidad merece un castigo a la altura y El Tuerto acaba estrellándose en el pavimento de Avenida Juárez, al caer desde lo alto del edificio de la Comisión Federal de Electricidad, en su intento de asesinar a Pepe “El Toro”, pisoteando las manos cuando cuelga de la cornisa del inmueble, en esta brutal muestra de una singular es-tética de la violencia de un filme insólito.

Ustedes los ricos tuvo una exitosa premier el 31 de diciembre de 1948 en el Palacio Chino, y se estrenó el 22 de enero de 1949 en el cine Rex para iniciar un triunfante camino de exhibición en cines de segunda y tercera corrida. Pocos meses después, Jorge Arriaga paseaba por Puebla cuando fue reconocido por unos espectadores que empezaron por insultarlo y después apedrearlo debido a las “infamias cometidas contra Pedro Infante”, y la policía tuvo que intervenir. Ese odio de los fanáticos hacia su personaje de Ledo lo acompañó por mucho tiempo. Arriaga participó en más de cien películas; actuó al lado de todas y todos los grandes del cine y en todos los géneros como lo muestran: Las calaveras del terror, Los misterios del hampa, Rosenda, Yo soy charro de levita, Lluvia roja, Quinto patio, El beisbolista fenómeno, Espaldas mojadas o La sombra vengadora y secuela, donde hace el papel de un agente del Servicio Secreto mexicano. Murió en la soledad de su cuartito de vecindad como aquella celda de Nosotros los pobres donde moldeó su inolvidable personaje.