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Los inicios del cine de acción y aventura. El insólito caso de Gabriel García Moreno

La obra de Gabriel García Moreno, inscrita en diversas temáticas que van de la acción, la aventura, el policial e incluso el mundo de las drogas y los estupefacientes con resultados curiosos, sorprendentes y divertidos, alcanza notables grados de delirio que la colocan de igual forma en los límites con el fantástico. Cineasta oriundo de Tacubaya, nacido en 1897, García Moreno se adelantó a su época con la realización del insólito serial de ocho rollos titulado El puño de hierro (1927), protagonizado por el eficaz actor y posterior argumentista Carlos Villatoro y centrado en un mal sueño de morfina.

Gabriel García Moreno
Gabriel García Moreno

García Moreno emprendió el retrato desenfadado de un ambiente toxicómano en una cinta de suspenso, sobresaliente no sólo por su vertiginosa técnica, sino sobre todo por el tema de la droga manejado con un realismo sorprendente como lo muestra el antro repleto de drogadictos digno de aquel fumadero de opio con el que abría y cerraba el magistral filme de Sergio Leone, Érase una vez en América (1984). 

Un joven que se inyecta morfina, una eminencia médica que dicta una cátedra sobre los males de la toxicomanía que en realidad es un drogadicto consumado apodado “El Tieso”, y que intenta abusar de una muchacha en un dantesco antro de perdición. En realidad, una pesadilla morfinómana que consigue crear conciencia en el protagonista. Y es que El puño de hierro resulta un filme insólito que intentaba comprender y atacar en su momento los peligros de la droga, digno antecedente de otro trabajo memorable y muy divertido como sería: Mariguana (el monstruo verde), dirigida en 1936 por el chileno avecindado en México José Che Bohr, sobre los avatares de un grupo de traficantes de mariguana y sus víctimas, con un reparto que incluía a Lupita Tovar, Emilio Indio Fernández y Sara García.

Un año antes, García Moreno dirigía el clásico del cine silente, El tren fantasma (1926), emocionante cinta de aventuras ferroviarias con escenas de acción dignas de los filmes de Harold Lloyd filmada en Orizaba, Veracruz, con el mismo Carlos Villatoro, Clarita Ibáñez y Manolo de los Ríos como el cínico villano que se regenera al final. Para su realización, el director obtuvo una concesión de Ferrocarriles Nacionales para filmar en el interior del recién inaugurado tren eléctrico que trasladaba al Ferrocarril El Mexicano, desde Puebla, por las Cumbres de Maltrata, hasta Orizaba. A su vez, incluía escenas documentales de la plaza de toros de Orizaba y una breve faena del torero Juan Silvetti, No obstante, a nivel técnico y de género fílmico, sorprenden las secuencias de acción y el enorme dominio del lenguaje cinematográfico muy en deuda con el cine hollywoodense de ese momento.

El puño de hierro (1927, dir. Gabriel García Moreno)
El puño de hierro (1927, dir. Gabriel García Moreno)

En efecto, si algo destaca en esta película, son éstas escenas, a medio camino entre el western y los viejos seriales fílmicos como aquellos de Los peligros de Paulina o El Llanero Solitario. En ese sentido, abundan increíbles secuencias que se suscitan sobre el techo del “Mexicano”, persecuciones en tejados, rescates a caballo en el último minuto, así como las escenas del tren a punto de descarrilarse o de ser estallado con dinamita. En una época remota en la que cineastas como Miguel Contreras Torres y Guillermo Calles se afianzaban en un cine primitivo, entusiasta y nacionalista, Gabriel García Moreno se abría paso como realizador insólito con una obra que arranca con El buitre (1925), Misterio (1926), el documental Carnaval de la ciudad de México (1926), El tren fantasma y El puño de hierro.

A fines de esa década de los veinte, el cineasta viajó a Hollywood y sin recomendación alguna obtuvo un empleo en los Estudios de Hal Roach –célebre por producir las películas de Harold Lloyd, La Pandilla (Little Rascals/ Our Gang) y las cintas de Stan Laurel y Oliver Hardy, El Gordo y El Flaco-, en el Departamento de Backgrounds and Miniatures. Ahí se perfeccionó como laboratorista e inventó un proceso de revelado rápido. Acompañado de varios técnicos estadunidenses regresó a México en 1937 y fundó los Estudios García Moreno que más tarde se convertirían en los Estudios Azteca. Conflictos con algunos socios hicieron que se separara de la empresa y creó entonces los Laboratorios Cinematográficos Moreno en Mixcoac, donde ensayó con película a color. No obstante falleció en 1943 dejando inacabados varios proyectos.