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México y la amenaza alienígena

Proclives a todos los excesos y situaciones predecibles, el horror, el fantástico y la sci fi resultan los géneros fílmicos y literarios que mejor se adaptan a los temores cotidianos y a las alegorías sociales. México y nuestro idioma no han podido rehuir a ese embeleso según Hollywood. En Elysium (2013, dir. Neill Blomkamp), por ejemplo, relato cercano a un western futurista, en el subsuelo, millones de obreros sostienen la maquinaria capitalista para que los poderosos que habitan en la superficie vivan en el confort en el año 2154. Ahí, el planeta, polucionado y sobrepoblado, avanza hacia el caos, y las masas, que en su mayoría hablan es-pañol, sueñan con viajar a la idílica estación espacial Elysium.

No obstante, nada tan curioso y disfrutable como el relato de ciencia ficción filmado, entre otros sitios reconocibles, en Taxco, Tepoztlán y el Centro Nacional de las Artes en la Ciudad de México: ¡Han llegado! (1996), dirigida por el astrónomo amateur y prestigioso guionista David Twohy, artesano en la manufactura de exitosos argumentos fantásticos y de acción como: Mundo acuático, Alien 3 o El fugitivo. La premisa es simple: un hombre se enfrenta a unos malvados con impresionante capacidad elástica; seres de otro planeta radicados en México y que adquieren apariencia humana.

¡Han llegado! (1996, dir. David Twohy)
¡Han llegado! (1996, dir. David Twohy)

El protagonista es Zane Ziminski (Charlie Sheen), un obsesivo radio-astrónomo que graba una señal extraterrestre. La cinta que sirve de prueba desaparece, su jefe lo despide y sus amigos empiezan a fallecer de forma misteriosa. Ziminski ubica la frecuencia en México y una científica (Lindsay Crouse) descubre que el sobrecalentamiento de la tierra adquiere mayores proporciones principalmente en Oaxaca. Ambos se internan en los bellísimos y paradisiacos escenarios de Morelos y Guerrero para enfrentar a alienígenas que han elegido México debido a que no existen leyes ambientales y la corrupción abruma a sus ciudadanos.

Entretenida película de acción y suspenso paranoico donde no faltan las procesiones, las máscaras de Día de Muertos y toda esa visión hollywoodense sobre el exotismo mexicano, en una extraña mezcla de Marcianos al ataque, de Tim Burton, y Contacto, de Robert Zemeckis. Y a su vez, una suerte de continuación semiparódica del incomprendido thriller de ciencia ficción de John Carpenter, Sobreviven (1988), sobre una silenciosa invasión extraterrestre.

Ziminski descubre que el objetivo de los invasores es crear un planeta caliente e inhóspito para la humanidad y él tiene la clave para alertar al mundo de la conspiración. Pero, ¿quién es humano y quién no…? Imaginativa e ingeniosa como el diseño de sus extraterrestres, se trataba de una divertida puesta al día de aquel inquietante clásico anticomunista y con mensaje de espanto alienígena: Usurpadores de cuerpos (1956), de Don Siegel, y cuyos aliens podían ser vistos como miembros del EPR o el EZLN en esos álgidos momentos para el país a mediados de los noventa.

En el extremo opuesto, e igual de efectiva, destaca la sombría Monstruos. Zona infectada (2010), fascinante relato nihilista de ciencia ficción del debutante Gareth Edwards; una monster movie que evita al máximo mostrar las criaturas que el título promete y las escenas de acción, y en cambio se sumerge en el horror moral que desata la tragedia y en los engendros interiores que crecen bajo la soledad y la frustración. Aquí, el concepto del alien no se localiza en el fantástico, sino en el realismo más áspero, como sucede en el libro Crónicas marcianas (1950), de Ray Bradbury.

La película se encuentra a medio camino entre Cloverfield. Monstruo (2008 dir. Matt Reeves), Distrito 9 (2009, dir. Neill Blomkamp), Antes del amanecer (1995, dir. Richard Linklater) y El último camino (2009, dir. John Hillcoat). Una historia de amor condenada al fracaso en el interior de una fábula apocalíptica. Un conmovedor relato sobre la relación que crece entre un solitario reportero gráfico (Scoot McNairy) con un hijo pequeño al que no ve y extraña cada vez más, y la hija (Whitney Able) del dueño de la agencia de noticias donde trabaja, varada en algún lugar de Centroamérica.

Monstruos. Zona infectada (2010, dir. Gareth Edwards)
Monstruos. Zona infectada (2010, dir. Gareth Edwards)

Seis años atrás la NASA descubre vida alienígena. Sin embargo, la sonda espacial con muestras vivas que venía de regreso, se estrella en México. La mitad del país queda en cuarentena en una zona infectada rodeada de criaturas gigantescas y monstruosas, y vigilada desde el aire por militares mexicanos y estadunidenses. Es así, que miles intentan cruzar a los Estados Unidos o regresar a su patria para ponerse a salvo, como lo hace el fotógrafo Kaulder, cuya misión es escoltar a la joven Samantha, próxima a casarse.

Monstruos. Zona infectada era una suerte de metáfora de la terrible realidad de la frontera México-Estados Unidos. O bien, una alegoría de los tentáculos del narco que extendía en esos años sus dominios contagiando a todo el país con la venia y la corrupción de las autoridades, como se muestra en el filme, en una línea similar a Han llegado. En el fondo, y por encima de sus inquietantes efectos visuales y su banda sonora, se trata de un intrigante relato romántico roto, el de una pareja que desnuda sus sentimientos y temores con vidas infelices y vacías: aliens emocionales en su propio territorio, en un filme que bien podría considerarse el Sin aliento (dir. Jean-Luc Godard, 1959) del horror fantástico.