02 · 21 · 22 ¡VIVA MARÍA!: Malle, Bardot y Moreau se pasean por Morelos Share with twitter Share with facebook Share with mail Copy to clipboard Rafael Aviña En 1956, el joven e inquieto aspirante a cineasta, Louis Malle, ayudó a Robert Bresson a codirigir sin crédito Un condenado a muerte se escapa. Unos meses antes, en 1955, había dirigido junto con Jacques Cousteau, El mundo del silencio, que obtuvo el Oscar al Mejor Documental de Largometraje, así como la Palma de Oro en el Festival de Cannes. En 1958, y con tan sólo 26 años, debutaba en solitario en la dirección del gran noir, Ascensor para el cadalso, con Jeanne Moreau y Maurice Ronet, inspirado en una novela policiaca de Noël Calef que Malle convirtió en un atmosférico thriller intimista que inauguraba, junto con otras cintas más —como Sin aliento (1959), de Jean Luc Godard , y Los 400 golpes (1959), de Francois Truffaut—, el llamado cine de la nueva ola francesa. El tema central: una pareja de amantes que asesinan al marido de ella y unos jovenzuelos que viven la vida con indolencia, apoyado en una sofisticada y melancólica banda sonora de jazz , compuesta por el legendario trompetista Miles Davis.Louis MalleLos productores de Malle le impusieron una sola condición: a Jeanne Moreau para el personaje principal, actriz que sería fundamental en su carrera ya que se convertiría en la protagonista de posteriores trabajos suyos: Los amantes, Fuego fatuo —también con Ronet—, o ¡Viva María! A la par, Malle realizaría espléndidas obras como: Zazie en el Metro (1959); “William Wilson”, segundo episodio del largometraje Historias extraordinarias, dirigido en 1967 por Roger Vadim, Louis Malle y Federico Fellini; Lacombe Lucien; la polémica Soplo al corazón; Adiós a los niños y, en Hollywood, la también controversial Pretty Baby y Atlantic City.¡Viva María! (1965) se filmó de manera íntegra en México, en Guanajuato y, sobre todo, en Tepoztlán y Cuernavaca, Morelos, aunque se aprecian algunos parajes de Cuautla, Oaxtepec, Cocoyoc y Tlayacapan, con las dos máximas estrellas del cine francés: Jeanne Moreau y Brigitte Bardot, acompañadas del estadunidense George Hamilton y los actores mexicanos: Claudio Brook, Carlos López Moctezuma, Adriana Roel, Armando Acosta, José Ángel Espinoza “Ferrusquilla", Carlos Riquelme, Ramón Bugarini, entre otros; así como los españoles afincados en México: José Baviera y Francisco Reiguera, y Fernando Wagner. La cinta fue producida por Oscar Dancigers y coescrita por Jean-Claude Carriere, ligados a la obra de Buñuel y la fotografía, música y vestuario, a cargo de los prestigiosos: Henri Decae, Georges Delerue y Pierre Cardin, respectivamente. Los asistentes de realización de Louis Malle fueron: Volker Schlöndorff, Juan Luis Buñuel y Manuel Muñoz.La trama arranca en 1891 y prosigue brevemente en 1897 y 1901: la niña María, nacida en Irlanda de madre francesa, ayuda a su padre a colocar dinamita para una serie de atentados en contra del gobierno británico, ya sea en Londres o Gibraltar. En 1907, trastocada ya en una bella joven (Bardot) que se hace pasar por un jovencito, llega con su padre a América Central, y ahí hace explotar un puente con todo y su progenitor, muerto en la acción por el ejército inglés. Escapa en un tren y conoce en la caravana del Gran Rodolfo (Brook) a la otra María (Moreau): ambas mujeres enloquecen a campesinos y a burgueses con su acto musical de can-can donde realizan un tímido acto de striptease.La María irlandesa se enamora de un guapo líder revolucionario (Hamilton) y, sin proponérselo, ambas se ven implicadas en una revuelta campesina contra la opresión en plena época revolucionaria, y de manera anacrónica aparece la Santa Inquisición. La película es simpática, curiosa y en exceso folclorista; una suerte de western-musical y comedia de ambiente revolucionario tan sólo para lucimiento de las dos estrellas, quienes terminan cantando en español arropadas con bellos trajes de tehuanas y colaborando con la causa de los rebeldes oprimidos.Para evitar los problemas de censura que con frecuencia se daban en los rodajes mexicanos por aquellos años, la trama se ambientaba en el país imaginario de San Miguel que a todas luces se trataba de México con sus pintorescos paisajes, ropa y comida típica. La mayoría de los mexicanos, una vez más, eran vistos como personajes atrabancados, escandalosos, simpáticos y/o sumisos y sobre todo, nobles en el fondo, fascinados con las ocurrencias y extravagancias de las bellas rubias llamadas ambas María.