10 · 02 · 25 1959, Box y Jazz: GUANTES DE ORO de Chano Urueta Share with twitter Share with facebook Share with mail Copy to clipboard Rafael Aviña En el ocaso de los cincuenta y la llegada de la nueva década, tomaba forma un fenómeno notable tan impalpable como clandestino: el jazz nacional que iniciaba una escalada en el ambiente cultural del México de entonces, como lo muestra el nacimiento del serial radiofónico Panorama del jazz en Radio UNAM, a cargo del futuro cineasta Juan López Moctezuma, el 31 de diciembre de 1959. Ese año, en la película Siguiendo pistas, el realizador Zacarías Gómez Urquiza incluía además de la música incidental del talentoso Sergio Guerrero, la presencia de jazzistas mexicanos como Mario Patrón, compositor y pianista; Richard Lemus en la batería, Héctor Hallal "El Árabe" con el saxofón, el gran trompetista Cecilio Chilo Morán, Cuco Valtierra, saxofonista y arreglista; Juan Ravelo, sax y trompeta, y José Solís, trompeta y corno francés.Aquellos jazzistas y otros igual de imprescindibles como Leo Carrillo, Tommy Rodríguez, Tony Adame o Humberto Cané, habían figurado pocos años atrás en la pantalla, como “extras” incidentales, animando bailes y coreografías de un puñado de relatos centrados en los periplos de jóvenes rocanroleros descarriados y proclives a todo tipo de reprimendas morales, así como de dramas y comedias plagadas de números musicales. El cine policial con reporteros protagonistas, el noir sesentero y algunos relatos de ambiente boxístico abrían una puerta trasera para descubrir aquel intrigante género musical y sus inusuales melodías que evocaban extrañas y melancólicas atmosferas.Guantes de oro, dirigida en ese 1959 por Chano Urueta, bajo la supervisión técnica del pugilista Adolfo Negro Pérez, quien era el entrenador de la selección de boxeadores olímpicos que irían a Roma en 1960 (entre ellos, Vicente Saldívar), fue escrita por Luis Alcoriza para lucimiento del joven actor promesa Álvaro Ortiz, primo de Angélica María, en su primer papel estelar luego de importantes apariciones en Maldita ciudad (1954, dir. Ismael Rodríguez) o Juventud desenfrenada (1956, dir. José Díaz Morales).No obstante, además de la pléyade de boxeadores auténticos que lo acompañaban, participaban en la banda sonora Sergio Guerrero, Willie Guzmán y los jazzistas Tino Contreras, “Triunfador del Primer Festival Nacional de Jazz”, y su cuarteto conformado por Mario Contreras en la trompeta, Cuco Valtierra en el saxofón, Al Zúñiga en el piano y en el bajo, Ramón Hernández. Ello, en un filme que reunía a dos grandes estrellas del cuadrilátero: Rodolfo "Chango" Casanova y Luis Villanueva “Kid Azteca”, y algunas otras figuras como Luis Castillo “El acorazado de bolsillo”, Tomás López “El Conscripto”, Nicolás Morán “El Chintololo”, Firpo Segura, o Pedro Ortega “El Jaibo”, al igual que luchadores como Nathanael León “Frankenstein”, Jesús “Murciélago” Velázquez, Vicente Lara “Cacama”, el famoso anunciador Antonio Padilla “Picoro” y Julio Sotelo, actor y gran locutor de la XEB.Chano Urueta era capaz de genialidades como esa primera escena a bordo del tren que va hacia Buenavista mostrando buena parte del recorrido; ahí aparece el también ex boxeador Rodolfo Ramírez “El Rielero”. Guantes de oro narra la historia de Polo (Álvaro Ortiz), un vago y raterillo que se descuenta al Rielero cuando éste y otros lo detienen luego de robar la cartera a un transeúnte. Por ello, el ex púgil lo invita a un gimnasio donde aún entrenan “Kid Azteca”, “El Jaibo” y otros, que ven en él a una promesa y donde conoce además a Chabela (Marina Camacho). Aquellas añejas glorias del boxeo con la ayuda del mañoso experiodista que encarna Beto “El Boticario” (Las Momias del Moquete, les dice a aquellos), deciden representar y lanzar al jovencito. Guantes de oro (1959, dir. Chano Urueta) El problema es que Polo no sólo está ligado a unos criminales y apostadores clandestinos (María Teresa Rivas, David Reynoso, Julien de Meriche y más), sino que carga con varias marrullerías, golpes sucios y temores; de hecho, así gana sus primeros combates ante el rechazo del público y la prensa, hasta que logra dejar atrás sus malos tics, se faja en el cuadrilátero y pierde por decisión pero convence al público.Guantes de oro tal vez no es la gran película del boxeo nacional —está muy por debajo de Campeón sin corona (1945, dir. Alejandro Galindo) o Pepe El Toro (1952, dir. Ismael Rodríguez) —, no obstante, cuenta con atractivos elementos en su trama para referirse al empobrecimiento de las grandes celebridades del cuadrilátero y al enriquecimiento que iniciaban los empresarios, así como los tongos de los campeonatos en Estados Unidos: a Polo le proponen dejarse perder con un boxeador estadounidense en Los Ángeles para que éste le otorgue la revancha y lo venza después por el campeonato, por ejemplo. El exboxeador Chucho Nájera dice: “Todo es puro comercio. Se gana más y se apuesta fuerte” y "El Boticario" comenta: “El público ya está harto de campeoncitos inflados por la publicidad que a la hora de fajarse enseñan el plástico”. Por supuesto los exboxeadores apenas si pueden hilar un diálogo y varios de ellos lucen muy mal como el ex alcohólico "Chango" Casanova, que inspiró la citada Campeón sin corona. Lupe González quedó ciego, Nájera mató a su contrincante en el ring: Paco Sotelo. “Kid Azteca” tiene el rostro muy dañado al igual que “El Rielero” y sus economías son evidentemente precarias. Incluso, la pelea final está mal armada y es evidente que en muchas de las escenas no es Álvaro Ortiz el que aparece boxeando, al tiempo que Urueta intercala distintos públicos y escenarios. Pese a ello, Guantes de oro tiene un buen ritmo y edición y por supuesto, una notable banda sonora del incipiente jazzista Fortino Tino Contreras.