08 · 14 · 25 JUEGO DE MENTIRAS “LA VENGANZA DE LA CRIADA” Share with twitter Share with facebook Share with mail Copy to clipboard Rafael Aviña Relato de gran aliento poético con intrigantes escenas de un erotismo simbólico y violento es la ópera prima del cineasta Archibaldo Burns, Juego de mentiras, ganadora del Tercer Lugar en el Segundo Concurso de Cine Experimental celebrado en 1967 y centrada en la tensa y pulsante relación entre una señora bien que encarnaba Natalia o Kiki Herrera Calles y su antigua y joven empleada doméstica Luisa (Soledad Jiménez o Irene Martínez Cadena), recién salida de un reclusorio por la muerte de una mujer. Por supuesto, nada más alejado del cine comercial mexicano de aquellos años sesenta, que había descubierto en los paraísos tropicales acapulqueños o similares, en tinas y piscinas, en los antros juveniles animados por los ritmos del momento, en las situaciones lúbricas tendientes al melodrama o a la comedia, y en el atractivo de bellas y voluptuosas jóvenes, ataviadas tan sólo por bikinis, negligés o ropa interior, un ardid erótico-comercial, para vender de manera burda una sensualidad de anuncio publicitario para lucimiento de esculturales “rubias que todos quieren” (Don Juan 67, Acapulco a go-gó, La muerte en bikini, Báñate mi amor, entre otras).Estrenada tardíamente cinco años después, en abril de 1972, y en cines de segunda corrida como Colonial, Popotla, Bahía, Titán y Soledad y retitulada con el burdo nombre de La venganza de la criada, Juego de mentiras, resulta un excepcional y sensible trabajo experimental de crítica social con un inquietante y agresivo concepto del erotismo que se adelanta a obras del nuevo milenio como Japón o Sangre de Carlos Reygadas y Amat Escalante, respectivamente. No sólo por su tratamiento crudo y directo, sino por la utilización de actrices (y actores) no profesionales, con imágenes a cargo de Milosh Trnka y pulsante banda sonora de Manuel Enríquez.Un filme que sin duda debió de haberse levantado con el galardón principal de aquel segundo y frustrado certamen de Cine Experimental, que declaró desierto al ganador y premió en segunda posición, a la cinta de Carlos Lozano Dana, El mes más cruel, filmada en Cuernavaca y en la que coinciden una mujer madura y adinerada, una “gringuita” de vacaciones en México que pierde la virginidad y un joven de clase humilde. Juego de mentiras se inspiraba en el relato El árbol de la escritora Elena Garro, adaptado por el propio Archibaldo Burns, que para entonces contaba con 53 años de edad.Se trata de una obra cinematográfica que se internaba en los deseos frustrados, los rencores de clase, la ignorancia y la educación machista y opresora y el pensamiento mágico de las comunidades indígenas en la figura de la pueblerina que no tiene otra opción que convertirse en empleada doméstica en una mansión de un matrimonio burgués donde le llaman “india” —a escondidas— y en la que la patrona accede, aunque con asco, a que su ex “sirvienta” tome una ducha en su baño.Armada por constantes regresos al pasado narrados por Luisa, en los que queda de manifiesto sus mentiras, cierto ocultamiento de información que ésta realiza y sus alucinaciones, Juego de mentiras, no sólo es una intrigante mirada a lo femenino y los contrastes entre poseedores y desposeídos, sino hacia la solidaridad de la mujer entendida de forma extraña y brutal por la protagonista quien, a pesar de cierta falta de solvencia histriónica —en ello contribuyen algunos diálogos muy rebuscados—, aporta una presencia fatal y fulminante. La protagonista termina asesinando a su patrona, no tanto para saldar cuentas por odios racistas-clasistas o por maltrato verbal, sino por la posibilidad de regresar al reclusorio femenil, un lugar donde no existen hombres. Hombres que la engañan —incluido el marido de la patrona, quien evidentemente intenta poseerla a espaldas de su esposa—, hombres que la golpean, roban o incluso abusan sexualmente de ella, como aquel personaje que simboliza a un demonio de largos bigotes y látigo, que se le aparece a Luisa para hostigarla y “ocuparla” sexualmente, en el mejor hallazgo de un filme que merece ser recuperado.