03 · 13 · 25 ESTRATEGIA MATRIMONIO: años sesenta y setenta Share with twitter Share with facebook Share with mail Copy to clipboard Rafael Aviña La idealización del matrimonio en el cine mexicano de los años cuarenta y cincuenta fue uno de los tópicos más recurridos a partir de una visión paternalista como lo muestran: Una familia de tantas, Anillo de compromiso, Hijas casaderas, Chicas casaderas y más. No obstante, en las dos décadas siguientes, aquella temática se tornó más amarga y cuestionable como lo muestra Retrato de una mujer casada (1979), de Alberto Bojórquez; en ella, su protagonista (Alma Muriel) desea independizarse del marido y decide divorciarse después de la golpiza que este (Gonzalo Vega) le propina, para concluir con un final trágico y azaroso. Poco antes, el mismo Bojórquez propuso a una heroína consciente de que el matrimonio echará por tierra sus planes de superación profesional en Lo mejor de Teresa (1976), con Tina Romero.No obstante, al inicio de los años sesenta el tema de la búsqueda matrimonial se diluía en las fórmulas de la comedia y la guerra entre los sexos: en Despedida de casada (dir. Juan de Orduña, 1966), Héctor Suárez, patrocinador y productor de TV muy echador, se empeña en llevarse a la cama a la divorciada Julissa en Acapulco y en Los años verdes (dir. Jaime Salvador, 1966), las jovencitas de un internado moderno usan baby dolls y bailan a go-gó: Claudia Islas, Leonorilda Ochoa y Rosa María Vázquez, pero su meta real es una buena boda con chicos agradables como: Enrique Álvarez Félix o Héctor Suárez, estudiantes en una casa de huéspedes pueblerina: jóvenes ingenuos, dóciles, apolíticos con corbatitas y suéteres de cachemira.En Estrategia matrimonio (dir. Alberto Gout, 1966), Silvia Pinal pone en práctica un inteligente plan para casarse con un millonario y en El matrimonio es como el demonio (dir. René Cardona Jr., 1967) con Elsa Aguirre, Mauricio Garcés, un soltero y maduro playboy que no sabe el bien que tiene, hasta que se ve casado y de a poco, descubre que comprometerse con una mujer no es nada fácil y serle fiel casi imposible, seguida de El día de la boda (Cardona Jr., 1967), sobre los líos amorosos de dos parejas: los padres modernos de un par de adolescentes conflictivos, o Ensayo de una noche de bodas (dir. José María Fernández Unsaín, 1967) en la que Julissa es una joven que finge ser prostituta y lo que desea en realidad es casarse repitiendo el modelo de la boda ideal.Más intrigantes resultan Cómo pescar marido (dir. Alfredo B. Crevenna, 1966) y El primer paso… de la mujer (dir. José Estrada, 1971). En la primera, Fanny Cano e Hilda Aguirre, mujeres modernas y exitosas intentan conseguir un “buen partido” y Maricruz Olivier se ha divorciado de Joaquín Cordero. Cano le da picones a este con su novio Jorge Rivero, piloto de avión, para hacer que Cordero y Olivier regresen. Hilda es pretendida por el joven y tímido médico Horacio Salinas y por su jefe maduro Raúl Astor. La primera y última escena resultan delirantes con Rivero y Cano como Adán y Eva en el Paraíso y al final, Luz María Aguilar en la boda triple, comenta: “La verdadera batalla: conservar el marido. El amor empieza ahora y hay que ser mucha mujer para ganarla”; frase que define sin duda esa ideología impuesta a los personajes femeninos de los convulsos años sesenta. Estrategia matrimonio (1966, dir. Alberto Gout) Por último, El primer paso… de la mujer, según la pieza de Alfonso Paso: La corbata adaptada por el propio Perro Estrada y Toni Sbert narra un trío de historias entrelazadas por tres jovencitas de distintos estratos sociales que daban el mal paso antes de contraer matrimonio. Ellas son: Ana Martín, Rosa, la joven proletaria cuyo padre es Remigio, un corrupto líder de “paracaidistas” (Arturo “Bigotón” Castro) en una zona empobrecida y su novio, un joven soldador que encarna Ricardo Blume. Verónica Castro es Esperanza, joven de clase media que estudia en la UNAM y cuyo padre, Arturo (Guillermo Orea) es un humilde empleado del millonario Carlos (Óscar Ortiz de Pinedo) que sueña con ganarse la quiniela del Mundial de fútbol México 70. El novio de Esperanza es Mike (Ricardo Cortez), estudiante de veterinaria y jugador de fútbol americano y finalmente: Alicia Encinas es Coquis, la “niña bien” y consentida hija del empresario millonario que envía a Arturo a sobornar a Remigio para hacerse de los terrenos que sus seguidores ocupan y en donde construirá condominios. Coquis pierde la virginidad en el Hotel Hacienda Cocoyoc con el tímido e ingenuo exseminarista Nicolás (Pedro Regueiro). Arturo gana la quiniela, pero el cupón jamás lo entregó su hija; como él no lo sabe, envalentonado ofende a su jefe y después tiene que humillarse él y su mujer para recuperar su trabajo. Por su parte, Remigio es linchado por sus compañeros pero antes, tanto Esperanza como Rosa se han casado, lo mismo que la hija de Carlos con el exseminarista de padres aristócratas venidos a menos, en un filme en apariencia ligero, que ironizaba sobre la concepción moral de la boda para ocultar el mal paso de la mujer y las aspiraciones frustradas de tres jovencitas de distinta posición social ante la inminente boda; tópico de preocupación de aquellos años.