12 · 07 · 21 Meche Carreño, el gran mito erótico Share with twitter Share with facebook Share with mail Copy to clipboard Rafael Aviña A fines de los años sesenta surgirían dos figuras que alcanzarían un gran impacto en el inconsciente colectivo, en una época particularmente transgresora: Isela Vega y Meche Carreño, enormes mitos eróticos de ese tiempo, que el cine, la prensa, la televisión y sus seguidores convertirían en leyenda, durante aquellos años de represión social y política. A diferencia de la voluptuosa Isela, Meche Carreño (María de las Mercedes Carreño Nava), nacida en Minatitlán, Veracruz, en 1947, era más bien menudita, con cuerpo de adolescente. Una joven de bellos labios, esbeltas piernas y larga cabellera que tuvo la audacia de aparecer retratada en monokini, convirtiéndose así en luminaria de la moda y el cine. Meche estudió en la Academia de Actuación de Andrés Soler, colaboró con Alejandro Jodorowsky en un montaje teatral y con Carlos Ancira en la obra El hombre y su máscara, y contrajo matrimonio con el empresario y fotógrafo José Lorenzo Zakany Almada, quien la lanzó al estrellato en esos años sesenta. Meche Carreño Una trama de audaces desnudos, situaciones de enorme violencia y tensión sexual, fue La choca (1973), de Emilio Fernández, en la que Meche tiene un bello desnudo y alternó con Pilar Pellicer, en un relato de pasiones extremas en la selva oaxaqueña, con la que ambas actrices obtuvieron el Ariel a mejor coactuación y actuación estelar, respectivamente. Escrita por la talentosa Josefina Vicens “La Peque”, Los perros de Dios (1973), de Francisco del Villar, unió a las hermosas Helena Roja y Meche Carreño en un relato sobre la obsesión sexual y religiosa. En esos años setenta, los desnudos de Meche Carreño fueron más explícitos, como lo muestra Zona roja (1975), del Indio Fernández. No obstante, lo mejor de la filmografía de Carreño se encuentra en la obra realizada junto con el sensible cineasta Juan Manuel Torres, su pareja sentimental, luego de su divorcio con Zakany. A su lado, protagonizó una serie de inteligentes relatos cuya temática eran las confesiones íntimas y aspiraciones sentimentales de los jóvenes del momento como lo muestran: La otra virginidad (1974), La vida cambia (1975), El mar (1976) y La mujer perfecta (1977). Sensitivas obras con fuerte carga erótica, que intentaban polemizar sobre las hipocresías de una sociedad mojigata y reprimida en las que Carreño aparecía en situaciones fuertes y provocadoras. En La otra virginidad (Ariel a Mejor Película), dos jóvenes meseras (Leticia Perdigón y Meche) se relacionan con: Valentín Trujillo y Arturo Beristáin; aquel es un repartidor de películas cuyo padre, militar retirado (Víctor Manuel Mendoza), lo trata con dureza. En La vida cambia se narra el triángulo pasional entre Carreño, quien trabaja en una estética, su pareja, un aspirante a actor desempleado (Beristáin) y la hermana menor de aquella (Maritza Olivares). El mar toca temas como el aborto, el incesto, la infidelidad con Carreño como una hermosa fotógrafa embarazada. Finalmente, la última película con elementos eróticos de Meche Carreño sería La mujer perfecta: aquí, es una bailarina y actriz de cine muy exitosa de origen humilde, casada con un rico y celoso industrial. Aún en activo, Meche aparecería todavía en cintas como: Tres historias de amor, El Noa Noa, Es mi vida, Durazo, la verdadera historia y El día de las sirvientas.