16 · 11 · 23 70 años de una rareza: BORRASCA EN LAS ALMAS Compartir en twitter Compartir en facebook Compartir con correo Copiar al portapapeles Rafael Aviña En 1953, año del deceso de Jorge Negrete, el realizador Ismael Rodríguez, reunía a un grupo de actrices y actores de discreta presencia, aunque de eficacia probada, y obtenía una atípica, memorable y, a la distancia, poco apreciada película, que en éste 2023 cumple setenta años. Escrita por el propio Ismael y Carlos Orellana, con el apoyo sin crédito de María Asunción Aiza Banduni, e inspirada en la obra teatral Frente a la muerte de Luis G. Basurto, Borrasca en las almas es una de las muestras más entretenidas y al mismo tiempo menos conocidas de aquellos melodramas de ambiente arrabalero, prostibulario (y fabril debido a su trama). Borrasca en las alma (1953, dir. Ismael Rodríguez) Filmada enteramente en la hoy extinta “Ciudad Industrial”, erigida por la exitosa compañía de muebles de oficina y del hogar (y armadora de automóviles) DM Nacional, ubicada en San Juan de Aragón No. 544, en cuyo lugar los trabajadores contaban con vivienda gratuita, servicio de comedor, deportivo, actividades culturales, servicios médicos, tiendas y escuelas, la película inicia con un texto social muy curioso: “La trama de esta película es ficticia, los escenarios son auténticos. Nuestra gratitud a la empresa D.M. Nacional, por habernos facilitado su magnífica ciudad industrial y nuestra admiración por el humanitario plan social que brinda a sus obreros”. El filme abre con la protagonista María Elena Marqués disparando a cámara contra alguien a quien el espectador no ve. Después, se le ve encarcelada y Carlos Riquelme, en el papel de un periodista, sigue su caso. Ahí inicia un flashback que narra la vida de esta mujer: Marta Ibáñez, casada con el profesor Pablo Ibáñez, que encarna Roberto Cañedo, y madre del pequeño Pablito (José Luis Aguirre), que viven dentro de la citada Ciudad Industrial. A la empresa regresa luego de un accidente donde ha perdido una mano, Rogelio del Moral (Rubén Rojo), amigo de la pareja y que antes de la boda estuvo enamorado de Marta. Sin embargo, todo se complica con la llegada de Alicia (la propia María Elena Marqués en un estupendo doble papel), la hermana gemela, que ha sido prostituta y delincuente. Alicia es lo opuesto a Marta: es vulgar, habla con peladeces, fuma, lee la revista Chamaco Chico y enamora a Rogelio a quien Marta ha hecho creer que su hermana es ingenua. Asimismo, poco a poco se va ganando al hijo del matrimonio, al defenderlo de otro niño abusivo, ayudándole con su tarea y comprándole un tren eléctrico que lo tiene fascinado. Todo ello, con el fin de quedarse con Pablo, con quien años atrás tuvo un idilio y quien ha decidido huir con ella y con el niño. De ahí el disparo inicial de Marta contra su hermana Alicia. Borrasca en las alma (1953, dir. Ismael Rodríguez) A la trama se suma el muy curioso personaje que interpreta Carlos Orellana, Bartolomé, un obrero mugroso y rebelde que se queja de las excepcionales condiciones de vida para el obrero: “Somos obreros, no señoritas de sociedad”, y Eulalio González Piporro, en un papel secundario y no cómico, encargado de una abarrotería y ex amante de Alicia. A su vez, en una asombrosa escena meta cinematográfica, el propio realizador Ismael Rodríguez, se detiene a mirar el anuncio de su película Ustedes los ricos (1948), que se proyecta en el cine de la Ciudad Industrial. Al final, se cumple la justicia divina y Marta obtiene su libertad luego del suicidio del marido para ser recibida por Pablito, Rogelio y Don Andrés, el afectuoso y consciente dueño de la empresa interpretado por el estupendo actor secundario Salvador Quiroz, en un filme en el que se escuchan frases que suenan hoy demasiado actuales como: “Qué besote tan padre”, “Ando sin varos”, “Se me va la onda” o “Me pongo neuras”. Con diez mil pesos que obtuvo hipotecando su casa, don Antonio Ruiz Galindo fundó en 1929 la Distribuidora Mexicana (DM), compañía dedicada a la venta de muebles de acero importados para oficina y entre sus clientes figuraba la compañía de Seguros La Nacional. Con el dinero del pedido, montó un taller con maquinaria comprada en los Estados Unidos y en gratitud con ellos, DM cambió su nombre a DM Nacional y el negocio creció en los años cuarenta cuando surge la Ciudad Industrial en un terreno de 450 mil metros cuadrados en San Juan de Aragón. Ruiz Galindo quien había sido Secretario de Economía con Miguel Alemán, le narró a Ismael cómo era la vida en la Ciudad Industrial; ello le emocionó tanto que decidió ambientar ahí la película que preparaba inspirada en la citada obra de Basurto. Lo más insólito de Borrasca en las almas, es ese modelo utópico social para la clase trabajadora mexicana en pleno Alemanismo que existió en verdad y del que ahora sabemos gracias a ésta ignorada gran rareza fílmica.