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"Un buen editor debe ser un buen bailarín" Cruz

Christiane
Burkhard -ganadora del Mejor Documental en el FICM 2008- moderó el
debate que se realizó ayer y cuyo hilo conductor  hilo conductor fue la manera en la que se construyen
los documentales.

Andres Veiel, psicólogo
de profesión y alumno de dirección y dramaturgia de Krzysztof
Kieslowski afirmó que cada película ¨tiene sus propios límites para ser
narrada, y por eso no puede establecerse una fórmula.

Coco Schrijber, cuyo documental First Kill fue
seleccionado en el 2001 para la competencia Joris Ivens del IDFA y fue
ganador del Premio KNF en el Netherlands Film Festival, comentó que el
documental se construye en la sala de edición. "Siempre le digo a mi
camarógrafo que filme todo lo que sucede, hasta un asesinato si es el
caso. Las decisiones éticas de qué dejo las tomo en la sala de
edición".

Sobre el tema  Gianfranco Rosi, cuyo mediometraje Boatman
fue aclamado en el Festival de Sundance, comentó que la ética de un
filme depende del equipo que lo esté realizando: "cuando uno es todo su
equipo, estas decisiones se toman más fácil."

Yolanda Cuz, selección FICM 2008 por Reencuentros: 2501 migrantes,
dijo que "un buen editor debe ser un buen bailarín, para que encuentre
el ritmo de tu película. El editor es como tu amante, tu mejor amigo.
Yo soy una experta en la edición, me encantan esos cambios de ritmo por
los que te puede llevar una película."

Luis Ospina, invitado especial de la primera edición del FICM con su obra La Desazón suprema: retrato incesante de Fernando Vallejo
replicó: "no estoy de acuerdo con eso, de hecho siempre me pasa que por
haber nacido en Cali (Colombia) todo el mundo cree que bailo muy bien.
En las fiestas me sacan a bailar y me resulta muy embarazoso. Sin
embargo, la edición es el proceso que más disfruto de hacer cine."

Matías Meyer, ganador del FICM 2004 por su cortometraje El pasajero, explicó que los tiempos en el documental son más largos que en el cine de ficción. "El realizador de Wadley, historia que gira en torno a un hombre que hace un viaje al desierto en busca del peyote,  aclaró que para él no hay límites entre el documental y la ficción: ¨yo filmé  Wadley como
ficción, pero lo han seleccionado en festivales como documental y en
otros como ficción. Lo he inscrito en la categoría que más me conviene,
como me sucedió en FICCO, lo inscribí como documental porque había
mejor premio ahí. Además me  pasó algo muy
chistoso con la prensa, me decían si el actor comió peyote entonces si
es documental esto me da risa y al mismo tiempo me demuestra el límite
tan pequeño entre ambos géneros."

El
encuentro también abordó el tema de la distribución documental. "A
veces uno tiene que soportar la frustración de que su película termina
siendo vista en formato DVD por la gente que hace los festivales", dijo
Ospina. A lo que Meyer añadió: "lo único que nos queda es que el
gobierno subsidie algunos cines para que el público pueda asistir a ver
estas películas."

Yolanda Cruz habla sobre su experiencia al respecto: "mi
primera película, una cosa experimental filmada en 8 y 16 mm, fue
elegida para Sundance pero nadie mas la quiso. Aprendí que tenía que
tener claro para quién hacía mis películas. Es necesario aprender a
buscar el público."

"Cuando
estamos editando debemos pensar en el público al que está dirigida la
película. No es lo mismo pensar en un documental que se exhibirá en la
pantalla grande a aquel que se exhibe en la televisión", aclaro Veiel.

Christiane
Burkhard tomó una reflexión del público para cerrar la conferencia: "hasta Rembrandt tuvo que cortar una pintura por cuestiones económicas
de quien se lo había encargado. En el documental sucede lo mismo, su
narrativa depende también de quien lo paga." Y concluyó: "el documental
posee una gran riqueza narrativa, el lenguaje cinematográfico está a su
servicio, hagan lo que quieran hacer".