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ROMPIENDO EL SILENCIO: joya de los colectivos feministas setenteros

Sin duda, uno de los periodos más propositivos y renovadores de nuestro cine tuvo lugar durante el mandato de Luis Echeverría. Una transformación emprendida por el Estado, cuyo objetivo era proyectar a nuevos y jóvenes realizadores que en breve se trastocarían en autores. No obstante, en paralelo y desde el bajo perfil del cine independiente, surgía una corriente fílmica universitaria que mostraba el desencanto social heredado de 1968, ya sea desde la perspectiva consumista y enajenante de la sociedad, o desde la violencia intrínseca de las instituciones coercitivas como el ejército o la policía. Y no sólo eso, a su vez, brotaba un cine militante feminista cuya obra se centraba en las vulnerabilidades y fortalezas de las mujeres en el interior de un país machista y patriarcal como era (y en parte sigue siendo) el México de los años setenta y ochenta. 

En efecto, buena parte del alma femenina del cine nacional de ese tiempo, emergía desde la clandestinidad a partir de la obra de un grupo de incipientes cineastas que se preparaban en las aulas del entonces joven Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de donde saldrían personalidades notables que pese a no realizar nunca un largometraje, realizarían trabajos memorables como lo demuestran: Esther Morales (Pulquería La Rosita), Dora Guerra (Hacer un guión), Beatriz Mira (Vicios en la cocina), María Eugenia Tamés (Amor, pinche amor, No es por gusto, codirigido con Maricarmen de Lara) o Rosa Martha Fernández, responsable de Cosas de mujeres (1978, sobre el aborto) y en particular, Rompiendo el silencio (1979); imprescindible retrato del feminismo militante de los setenta que se restrenó esta semana en FICUNAM junto con otras obras afines, dentro del ciclo Colectivo Cine Mujer: El acto de mostrar.

Vicios en la cocina
Vicios en la cocina (1978, dir. Beatriz Mira)

En el programa mensual de la Cineteca Nacional de diciembre de 1979, un texto sobre la retrospectiva del CUEC de ese año, apunta: “El Centro Universitario de Estudios Cinematográficos ha insistido en el desarrollo y transformación de la cinematografía nacional de diversas maneras…modificando la antigua formación artesanal existente, por una más sistematizada y con mayor vinculación a nuestra realidad social…”. Ello, resulta evidente en ésta pequeña obra maestra de una contundencia arrolladora filmada en 16 mm y blanco y negro con un guión del Colectivo Cine Mujer y fotografía, entre otros de: Toni Kuhn, Alejandro Gamboa y Mario Luna, en la que se reflexionaba sobre la violación y la agresión sexual contra las mujeres y el punto de vista de un violador en una sociedad machista que fomenta esos actos.

A 44 años de filmada y en tan sólo 42 minutos, Rompiendo el silencio no sólo tiene hoy, la misma vigencia fuerza e impacto de aquel momento, sino que se trata a todas luces de una obra adelantada a su tiempo, profundamente innovadora, sensible y de una  crudeza social y sensitiva difícil de describir. Como si fuera un relato contemporáneo, la película de Rosa Martha Fernández elabora una puesta en escena emocional de enorme complejidad social alejada de todo melodrama y maniqueísmo pese a la temática que retrata: el brutal acto de la violación. No sólo ello, mezcla con enorme vigor el ensayo fílmico de vanguardia, el registro documental y el testimonio, así como la ficción, de tal forma, que en verdad uno no sabe si se trata de un descarnado mediometraje documental (fue nominado al Ariel en ésta categoría) o de una trama ficticia de un realismo inclemente.  

Rompiendo el silencio
Rompiendo el silencio (1979, dir. Rosa Martha Fernández)

Desde el arranque mismo, Rompiendo el silencio establece un tono entre el suspenso, la denuncia y la más cruda barbarie para atrapar y lograr la reflexión en el espectador: una jovencita es secuestrada con violencia en un paraje nocturno y solitario. Lo que sigue, son los testimonios de una joven secretaria y militante de izquierda agredida sexualmente, un joven que participa en violaciones tumultuarias; sus experiencias de impotencia y su afirmación viril luego de un encuentro con una prostituta y la violación a una empleada doméstica y a su vez, el testimonio de una maestra de primaria abusada a la fuerza y violentada en un interrogatorio policiaco, a lo que se suman imágenes inquietantes como las de la fábrica de muñecas de plástico (como se ve a las mujeres: objetos usables y desechables) y entrevistas a hombres y mujeres de diversos estratos sociales y culturales, entre ellas, una muy joven Sonia Riquer en su paso por el CUEC; reconocida periodista cultural de Radio Educación especializada en cine. 

Además de realizadora, guionista, editora y productora de cine, Rosa Martha Fernández estudió sicología social y es profesora, actriz y escritora. Rompiendo el silencio es un documento fílmico inteligente, original y trascendental, realizado desde la disidencia militante más sincera y sin posiciones feministas revanchistas por lo que cobra una mayor relevancia, que describe además, las complicidades de violencia machista en las instituciones legales, religiosas, educativas, familiares y de justicia en México, en una época en la que se hablaba de 60 mil violaciones al año.