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Discreto y en silencio: homenaje a Pepe Escriche


Este texto fue escrito originalmente para OscaCine Asociación Cultural Certamen Internacional de Films Cortos en homenaje a Pepe Escriche, fallecido en marzo de 2008. Recordamos al fundador y director del Festival Internacional de Cine de Huesca y uno de los principales impulsores del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM).

En el terreno del cine, hay quien opta por los documentales. Otros, por la ficción.

Para todos los que lo hacen, no tendría sentido filmarlo sin encontrar a esos invisibles -casi anónimos- personajes a cargo de convocar a los públicos que, con esa mezcla de curiosidad y escepticismo, se acercan a los certámenes fílmicos.

A los que vivieron la complicidad de poner a Huesca en el circuito de festivales les corresponde narrar esos instantes insólitos.

Me toca evocar al más noble y generoso de los conspiradores, amo y señor del complot cuando el fin era abrir espacios para los cineastas y sus creaciones: Pepe Escriche.

Armado con un arsenal invencible que sólo abarcaba su sonrisa y simpatía, en una charla de sobremesa o esperando calamares a la romana, era capaz de encontrar jurados, homenajeados, respaldo para editar un libro o el billete de avión que se requería para que jóvenes cineastas de Iberoamérica trajeran a Huesca, en la maleta, su cortometraje y exceso de equipaje de ilusiones.

Cada uno de ellos regresaba con amistades, aliento para el siguiente proyecto y el codiciado catálogo que daba constancia que había participado en ese recóndito festival al que se llegaba en AVE y se volvía en las alas de la felicidad.

De lo único que lo acusé es de crear, sin intención, “la maldición de Huesca”, que impide disfrutar otro festival después de gozar la calidez oscense.

Cineastas y talentos de todas las tallas aceptaron la invitación de llegar y compartirse. Desde la buñueliana Silvia Pinal (que luego ya no se quería ir) hasta figuras que de la gran pantalla caminaban amistosos por los Porches de Galicia.

Pepe Escriche Pepe Escriche

A su vez, Pepe podía cruzar el mundo si le pedían que fuera jurado en Bolivia, México, Italia… Cualquier evento, chico o grande, confiaban en que su presencia era un buen paso para hacer conexiones con creadores o instituciones y tomaba maleta para ir a hacer equipo.

Con habilidad sugería, recomendaba o descubría voces e imágenes que configuran el panorama para valernos del cine como mapa para ignorar menos lo que encierra nuestro mundo.

Sin más presupuesto que su generosidad ilimitada, brindó consejo a quien lo solicitaba y colaboró incansable con quien requería ayuda.
Morelia, el festival mexicano, nacido hace 15 años, fue un proyecto donde su respaldo a Daniela Michel, quien lo funda, infundió nuevos bríos al documental y al corto mexicano.

Discreto y en silencio, su apoyo fue semilla de muchos proyectos e infinidad de carreras, de espectadores que se acercaron y vivieron la sorpresa de todas esas historias que se desconocían a las que Huesca les brindó sala y cobijo.

Su grandeza nos regaló, a raudales, sentido del humor y alegrías. Conocerlo era hacer propios a sus amigos y tremendos socios, a su familia, al equipo de trabajo del Certamen, a los políticos de todos los colores que firmaban la paz si se trataba de apoyar al Festival y a los socios del Casino que le guiñaban un ojo siempre aprobatorio.

Sin hacer ruido, se fue. Pero no nos dejó.

Gracias, Pepe.

Sabías lo que hacías. Y lo hiciste muy bien.