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Paz Alicia Garciadiego a los jóvenes en el 22° FICM: “No podemos permitir que nos quiten la palabra”

La guionista Paz Alicia Garciadiego ofreció una charla titulada “El autor en los tiempos de streaming. Las andanzas y malabares de los guionistas en los tiempos actuales", en el marco del homenaje que la asociación de guionistas TINTA le rindió en el 22ª Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM). Previo a la conversación, que fue moderada por Marina Stavenhagen, Carlos Cuarón, miembro de TINTA, le dio a la guionista el nombramiento como Socia Honoraria por su contribución al cine mexicano. 

Paz Alicia Garciadiego es una de las figuras más destacadas en el mundo del guionismo dentro y fuera de México. Con quince largometrajes en su trayectoria, siete premios nacionales e internacionales, entre los que destacan un León de Oro al Mejor Guion Cinematográfico por Profundo carmesí (1996, dir. Arturo Ripstein), en el Festival de Venecia en 1996; un Premio al Mejor Guion Inédito por El coronel no tiene quien le escriba (1999, dir. Arturo Ripstein), en el marco del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Cuba en 1998, y recientemente la Medalla Salvador Toscano al Mérito Cinematográfico en 2014, por mencionar algunos. 

Carlos Cuarón, Daniela Michel

Durante 90 minutos, la guionista habló sobre sus inicios en el guionismo, de hecho, reveló que ella de niña no veía películas mexicanas “por mamona”, sino “cine gringo”, porque su abuela la llevaba a esas funciones. 

“De ella aprendí a desdeñar la falsedad de las películas bucólicas mexicanas de la década de los 50 (…) A mi abuela le gustaban ciertas cosas y tenía razón”, cuenta y agrega que soñaba con ser “escritora en serio” y no guionista. 

En la charla habló sobre la construcción de sus personajes, a los que se refiere como complejos, polivalentes, personajes a los que les pasan cosas, “que fracasen”, y se extendió al explicar cómo los describe: sus ropa, olores, dónde habitan, con el fin de crear la atmósfera y que hablen por sí mismos. “Me gusta su contradicción, que se enfrente al destino y —desviación personal mía, digna de psicoanalistas— que fracasen, ¡me encantan los finales tristes! ¡Trágicos! He tenido unos cuantos finales alegres pero que son tan paradójicos que solamente son felices entre muchas comillas”, cuenta. 

Cuando tocó hablar de la censura y la corrección política, Paz Alicia Garciadiego dijo que no podemos permitir que nos digan qué hacer, qué es bueno o qué malo con la hipocresía “de las buenas causas”. “Hay que ser muy conscientes: que más allás de las causas concretas, podemos estar a favor en contra, no podemos dejar que nos quiten la palabra, no podemos permitir que surja otro tribunal de la inquisición que juzgue y que diga que está bien o qué no está bien”, subrayó. 

Y añadió: “A todos los que quieran hacer o ver cine, no podemos permitir que la censura puritana se vuelva a adueñar de nuestras vidas de la manera más hipócrita encontrando las buenas causas, las buenas razones, porque son un poco como sepulcros blanqueados”. 

Al hablar del feminismo moderno, la guionista dice que sólo “da para personajes muy chatos”, porque puede demeritar la obra si lo que busca es decirle a alguien que tal cosa está mal. “Las películas con mensaje se llaman propaganda, normalmente son muy malas, destaca ante una sala silenciosa. 

Marina Stavenhagen, Paz Alicia Garciadiego

“Las mujeres empoderadas, que tienen las respuestas, no me dan para personajes: no tienen dudas, no tienen contradicciones, saben lo que quieren y lo logran, a mí me gustaría más, en narrativa, una mujer que quiere lograr tal o cual y fracasa o se queda con las ganas”, dice, reiterando que busca personajes con contrastes. 

Garciadiego se asume como parte de una especie en peligro de desaparición, guionistas que entienden su papel y lo defienden, de la llamada vieja escuela: “somos indispensables”, dice, al tiempo que reconoce que hoy día la autoría en el cine ha quedado en manos de los productores; incluso, de gente nada tiene que ver con el séptimo arte. 

La guionista dice que hoy día hay directores que piden disculpas por hacer series porque tienen que pagar las escuelas de sus hijos o hacer otros gastos. “La autoría en el cine se ha diluido y se ha ido a los productores (…) Hay productores que creen que la película es suya y a veces no es ni su dinero (…)”, subraya. 

Incluso, dice que el cine ya no lo escribe un guionista, sino un algoritmo que va dictando las tendencias en el streaming, es ya la voz cantante: “Es más, ya no lo hacen productores, sino un señor que estudió Administración de Empresas en Stanford que no quiere perder la chamba”. 

El cine se volvió una industria en la que ya todos opinan, incluso “el chavo de las fotocopias”, que si dice que la actriz debe ser rubia, todos le hacen caso, cuando antes el guionista tenía una voz y un guion que salía de su corazón. “Es una labor humillante”, lamenta y recomienda defender la autoría. 

Al tocar el tema de la inteligencia artificial, la guionista mexicana lo dice sin reparo: “Es nuestra enemiga. Va a destruir la autoría y la humanidad, y no va a haber manera de controlarla”. “Me asusta el mundo, ustedes son mi chance de modificarlo”, le dice la guionista a los jóvenes presentes antes de cerrar la conversación.