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Miércoles de ceniza, una historia de dolor y arrepentimiento

De acuerdo con la religión católica, el miércoles de ceniza representa el final del tiempo de carnaval y el comienzo de la cuaresma rumbo a la Semana Santa. En la antigüedad, los judíos cubrían sus cuerpos en cenizas luego de cometer un pecado o para prepararse antes de algún acontecimiento importante, pues las cenizas son consideradas un símbolo de mortalidad e igualdad, de manera que esta tradición fue adoptada como una forma de acercarse a Dios mediante el arrepentimiento.

Hoy en día, la tradición continúa entre los fieles católicos, quienes anualmente acuden a los templos religiosos para recibir las cenizas de las palmas, ramos e imágenes bendecidas durante el Domingo de ramos del año anterior.

Es precisamente con esta explicación como empieza la película Miércoles de ceniza (1958), dirigida por Roberto Gavaldón, una cinta ambientada en los años veinte, durante el desarrollo de la Guerra Cristera en México.

La cinta cuenta la historia de Victoria (María Félix), una mujer que es violada por un sacerdote católico y a partir de ese momento se vuelve enemiga de la religión, especialmente de los sacerdotes, de tal forma que decide convertirse en espía del gobierno para combatir a los cristeros. Un día Victoria conoce y se enamora del Dr. Federico Lamadrid (Arturo de Córdova), quien representará todo un desafío para ella pues más adelante descubre que él en realidad es un sacerdote infiltrado.

Miércoles de ceniza (1958, dir. Roberto Gavaldón)Miércoles de ceniza (1958, dir. Roberto Gavaldón)

El miércoles de ceniza como elemento en esta historia toma mayor relevancia hacia el final de la película, pues este gesto bíblico que significa tristeza y dolor por haber ofendido a Dios, marca el principio y el desenlace del sufrimiento de Victoria, ya que después de mucho tiempo la vida le ha otorgado "el don de las lágrimas y el arrepentimiento", liberándose así del dolor que la llevó a convertirse en una pecadora ante los ojos del hombre que ella amaba.

María Félix, Arturo de Córdova y Roberto Gavaldón ya habían trabajado juntos anteriormente en el clásico del cine negro mexicano La diosa arrodillada (1947), inspirada en un relato del húngaro Ladislao Fodor, con guion de José Revueltas y el propio Gavaldón. Aunque ambos fueron actores recurrentes en su filmografía, los tres volvieron a colaborar hasta la realización de Miércoles de ceniza, cinta que formó parte de la Selección Oficial de Largometrajes en el Festival de Berlín en 1958.