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Luis Aguilar, el “Gallo Giro”

Charro bravío, cantante de boleros en la XEW y en un recién inaugurado Televicentro, agente de tránsito, jinete enmascarado y justiciero, cristero y revolucionario, héroe de corrido, ventrílocuo, bandido generoso: Luis Aguilar, el inolvidable "Gallo Giro", fue todo eso y más en el interior de una cinematografía nacional que aprovechó su figura espigada, su bigote recortado y su mirada profunda adornada por su muy particular y poblada ceja, ya sea portando el tradicional traje de charro o un elegante y urbano traje negro a rayas.

Nacido en Hermosillo, Sonora, un 29 de enero de 1918, y fallecido en la Ciudad de México, un 24 de octubre de 1997, Luis Aguilar Manzo se trastocaría en breve en una de las figuras de un cine mexicano que se vanagloriaba de sus éxitos, sus estrellas y sus sencillas pero eficaces tramas. Muy pronto, abandonó su carrera de Ingeniería en el Colegio Militar cautivado por el canto y por el mar allá en Mazatlán, Sinaloa, donde fue pescador de tiburones y, al inicio de los cuarenta, decidió trasladarse a la capital.

Luis Aguilar, el “Gallo Giro”

Luis encontró el apoyo de Raúl de Anda, el gran Charro Negro, productor, actor y director, que le brindó la oportunidad de debutar en 1943 con: Sota, caballo y rey, al lado de Carlos López Moctezuma, Susana Cora, El Chicote y Meche Barba, que aparecía en créditos como Meche Isanda. Con este relato sobre un cacique malvado y abusivo, feria pueblerina, galán cantante, muchachita ingenua y ranchero noble al que le disparan a traición, Luis Aguilar entraba de lleno al cine del sentir campirano, para competir como émulo de Jorge Negrete y Pedro Infante.

En Guadalajara pues (1945) se mostraban las virtudes del campo y las del propio estado de Jalisco y se interpretaban temas de Pepe Guízar y Cuco Sánchez. Más tarde, además de dramas rancheros inspirados en corridos como Aquí está Juan Colorado y Yo maté a Rosita Alvírez, Aguilar protagonizaba dos filmes insólitos: Los cristeros, por su tema y una curiosa comedia urbana con tintes fantásticos al lado de Miroslava: Una aventura en la noche, sobre un par de amigos parranderos que conocen a dos bellas jóvenes que resultan ser difuntas.

Su gran oportunidad llega en 1947 con El muchacho alegre, de Alejandro Galindo. Aquí, la relación entre el protagonista y su amigo traicionero, Víctor Parra, rompe lo trillado en ese pueblito sinaloense donde se lleva a cabo una kermés que acaba en tragedia, cuando el héroe es engañado y acusado de un crimen no cometido. Hay escenas curiosas como la expulsión de unas pecadoras”, por ejemplo, y buenas escenas de acción como esa larga pelea final a puñetazos al estilo de John Ford.

El muchacho alegre

Para 1948, adquiere su sobrenombre artístico con la película de Alberto Gout, El Gallo Giro, donde encarna a un gallero empeñado en triunfar en la capital como cantante y compite en un concurso de aficionados en la XEW, seguida por: Se la llevó El Remington y El Charro del Cristo, en la que interpreta a un bravío y celoso charro que agradece a Cristo su huida, luego de asesinar a su rival en amores y suertes charras.

En Tú, sólo tú, los guionistas Janet y Luis Alcoriza mezclan varios géneros para narrar las desventuras del héroe, un joven que deja su universo campirano para perderse en los cabarets de la urbe alemanista. Aguilar se topa con su novia convertida en cabaretera y luego de borracheras y pleitos se enamora de la riquilla Rosita Quintana, que vive en las Lomas, a donde llega a caballo para enseñarle a montar como verdadero charro.

No era secreto para nadie la afición de Aguilar por el alcohol, lo que le empezaba a ocasionar serios problemas con su trabajo y su vida personal, pese a ello, continuaba filmando obras como: Primero soy mexicano, Capitán de rurales y una serie de espléndidos títulos en los cincuenta: A.T.M./ A toda máquina, ¿Qué te ha dado esa mujer? y Del rancho a la televisión, dirigidas por Ismael Rodríguez. En las dos primeras, compite al tú por tú con el ídolo Pedro Infante, un vagabundo que se convierte en agente de tránsito gracias a Luis y viven una serie de aventuras amorosas, violentas y melodramáticas, con escenas espectaculares como las secuencias acrobáticas en motocicleta en la llamada Casa en llamas.

Del rancho a la televisión, en cambio, es una obra que reconstruye con gran atractivo la época del “sueño mexicano”: aquella de cientos de ilustres desconocidos que de la noche a la mañana se convertían en ídolos gracias a la radio y a la incipiente televisión. Además de Tal para cual, en la que el "Gallo Giro" y el "Charro Cantor" Jorge Negrete suman esfuerzos como machos parranderos que suplantan identidades, Aguilar hace mancuerna con Agustín Lara y Pedro Vargas en Los tres bohemios y Los chiflados del rock’n roll y en Locos peligroso, forma un trío musical con Tin Tan y Yolanda Varela. Por encima de éstas últimas y la larga serie de relatos de ambiente revolucionario y "películas de Caballitos" que Aguilar protagonizó, destaca El hombre de papel, de 1963, en donde le roba escenas al pepenador mudo que encarna Ignacio López Tarso, como un avejentado y alcohólico ventrílocuo que junto con su muñeco Titino se aprovecha para timarlo, en una de sus más conmovedoras interpretaciones. Por último, al inicio de los noventa, Luis Aguilar obtendría el Ariel de Coactuación Masculina por su papel de galán senil en Los años de Greta, de Alberto Bojórquez.