
Ismael Rodríguez hijo (1954-2024) y el cine ultra violento de los ochenta
Ser el sucesor de una celebridad resulta una carga difícil de llevar y si se trata además del primogénito, la situación es más compleja aún. En 1972, a los 18 años de edad, Ismael Rodríguez Jr., debutaba como productor con Nosotros los feos que escribió junto con Ismael su padre, más los diálogos de otro trascendente cineasta: Alejandro Galindo. Se trataba de una eficaz película de ambiente popular con las atmósferas que ambos realizadores retrataron con mayor éxito en los años cuarenta y cincuenta, estelarizada por una pléyade de boxeadores como: Rubén Olivares, Octavio Famoso Gómez, Raúl Ratón Macías, Baby Vázquez, Manuel Pulgarcito Ramos y otros más. El propio Ismael hijo había aparecido como actor a los tres años en un filme similar: El boxeador (1957), de Gilberto Gazcón, a la que seguirían breves intervenciones en El hombre de papel (1963) y Faltas a la moral (1969), ambas dirigidas por su padre.

Para 1978, Ismael hijo producía el que es quizá el último gran trabajo de ese gran cineasta mexicano que fuera Ismael Rodríguez Ruelas: Ratero (1978) protagonizada por un espléndido actor encasillado a papeles secundarios: Roberto Flaco Guzmán. Aquellos trabajos serían el preámbulo de su ópera prima en la realización: Masacre en el río Tula (1985), escrita junto con su padre; un filme sensacionalista y a la vez valiente y crudo con repulsivas y sangrientas escenas gore que fue enlatado diez años y que involucraba en su ficción a personajes como el jefe de la policía Arturo Durazo Moreno y su mano derecha, Francisco Sahagún Baca, justo en el momento en que fueron localizados los cadáveres de 13 narcotraficantes en las aguas negras del río Tula en 1982.
A ésta, le seguiría Olor a muerte/ Pandilleros (1986), con Gilberto Trujillo, Alma Delfina y Arturo Vázquez, un ejemplo perfecto de la agenda temática del momento: un cine paranoico, ultraviolento y de denuncia social, sobre el miserabilismo y la brutalidad cotidiana, en aras del melodrama edificante, con jóvenes chemos y pachecos y reporteros juveniles dispuestos a evidenciar corrupción y pandillerismo, justo entre la grisura y mediocridad de los años de Miguel de la Madrid y la polémica llegada de Carlos Salinas de Gortari al poder.
Un sexenio al que pertenece Ellos trajeron la violencia (1988) escrita por Carlos Enrique Taboada, quien empezó a dirigirla y abandonó a la segunda semana de rodaje para ser sustituido por Ismael Rodríguez, apoyado muy de cerca por Ismael hijo, productor ejecutivo del filme, cuya película se sumaba a los otros tópicos del momento: la inseguridad en el espacio doméstico al que recurrían otros filmes de la época como: Violencia a domicilio, Violencia, Violación, La ciudad al desnudo o El destazador. La visión del DF como una ciudad corrupta, brutal y sin protección; uno de los temas más socorridos por aquel nuevo cine de la iniciativa privada con imágenes estremecedoras como adelanto de instantes fugaces de obras contemporáneas como: Nuevo orden de Michel Franco o Heroico de David Zonana en el México inseguro y sin control de hoy en día.

Las siguientes películas de Ismael Rodríguez hijo como director: Pasaporte a la muerte, Noche de buitres, Traficantes de niños, Olor a muerte 2 y otras más, pertenecen a ese contexto de paranoia e incertidumbre total de aquellos años, cuyas propuestas argumentales intentaban exhibir los resortes de la violencia urbana y por lo general terminaban por arrojar manifiestos clasistas y regaños morales a partir de cintas cuyos títulos hablaban por sí solos. No obstante, en paralelo y con el entusiasmo que provocó el meritorio reconocimiento para don Ismael quien recibía el Ariel de Oro por su trayectoria en 1992, Ismael Rodríguez hijo, editó y dirigió el documental de 55 minutos: El hombre cine mexicano estrenado el 1 de enero de 1994, realizado con materiales de archivo sobre Pedro Infante y la relación con su padre Ismael primordialmente, reciclando y agregando nuevos materiales utilizados en Así era Pedro Infante (1963).
En estos días se dio a conocer el deceso del productor, realizador y empresario fílmico Ismael Rodríguez Jr. En 2019 Cineteca Nacional me publicó un libro sobre su padre, a los pocos días recibí una llamada suya y contra lo que pude imaginar luego de anteriores experiencias con familiares de figuras célebres, me encontré a través del teléfono con una persona cálida, entusiasta y sobre todo muy agradecido por la publicación y me anunció que intentaría asistir a la presentación. Ese día llegó y en la firma de libros vi a un hombre que esperó hasta el final para que le dedicará unas palabras. Se trataba del propio Ismael Rodríguez hijo que decidió pasar inadvertido ante todos para otorgarme un afectuoso abrazo y múltiples palabras de agradecimiento. Esas lecciones de sencillez y humildad no son comunes en el medio. Mi gratitud para él y su familia. Descanse en paz.