16 · 11 · 21 Entrevista con Rodrigo Patterson, director de Blanco de verano Compartir en twitter Compartir en facebook Compartir con correo Copiar al portapapeles Andrea Mora Blanco de verano (2020), de Rodrigo Ruiz Patterson, fue presentada en el 18º Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) dentro de la Sección de Largometraje Mexicano en competencia. Rodrigo es un adolescente con una relación muy íntima con su madre, pero todo cambia cuando ella invita a vivir a su nuevo novio a casa. La relación se ve fracturada cuando Rodrigo debe decidir entre recuperar el lugar que tenía, aunque eso lastime a su madre, o aceptar que las cosas cambiaron. Blanco de verano (2020) estrenará en cines este 18 de noviembre, luego de un largo recorrido por festivales nacionales e internacionales. El FICM tuvo la oportunidad de entrevistar a director Rodrigo Ruiz Patterson, quien nos habló de sus retos para filmar esta película. Blanco de verano (2020, dir. Rodrigo Ruiz Patterson) FICM: ¿Qué retos significó para ti pasar de dirigir documentales y cortometrajes a ficción? Rodrigo Ruiz Patterson: Creo que a diferencia de los cortometrajes, simplemente es un proceso más largo, es una carrera más de resistencia. Uno de los trabajos del director es tener la película en su cabeza y entre más largo es el formato, más complicado se vuelve eso. En un cortometraje de 15 minutos es muy fácil saber qué pieza es cada una del rompecabezas y qué escena debe ser más larga, cual más reducida, ver el total de tono de la película y en un ejercicio de corta duración se vuelve más sencillo, es un rompecabezas con menos piezas para armar. En el caso de un largometraje es un panorama mas amplio, de un espectro más amplio y un rompecabezas de más piezas que es más difícil mantener en la mente y en la consideración del día a día en que uno va filmando. Por otro lado, creo que el formato de largo aliento que es el cortometraje, da ciertas ventajas sobre el corto. Me he dado cuenta de que en el cortometraje a veces es complejo lograr una comunicación entre el crew y los actores, porque cuando uno empieza a agarrar ritmo y empieza a conocer bien a sus compañeros y todo el engranaje de relojería que es el trabajo del cine empieza a aceitarse y funcionar bien, es cuando ya terminó la filmación. A veces me sorprende que los cortometrajes queden bien, porque en las películas a veces se va agarrando este ritmo y en general lo que hace uno en las primeras semanas de las películas no funciona mucho porque nadie está en tono, a veces es increíble como los cortos quedan bien, si son cinco días, se termina y a lo que sigue. Tiene que ver con eso y con resistir físicamente a más tiempo y más tiempo de concentración, más tiempo de trabajo. Peo creo que los principios de narrativa son bastantes similares a los experimentados en el corto. FICM: ¿Qué libertades o nuevas experiencias encontraste al dirigir ficción? RRP: Realmente me considero más un director de ficción. Codirigí un documental porque las circunstancias lo permitieron, pero honestamente mi pensar va más enfocado en el cine de ficción. A veces no me gusta tanto hacer las distinciones, creo que no hay un realismo absoluto, porque tampoco el documental logra ser del todo objetivo. Creo que cada película encuentra su lugar en algún punto de ese espectro, el documental ayuda mucho como a enseñarte a articular y narrar con lo que tienes. Me identifico más como un director de ficción porque me gusta hacer que las cosas pasen y jugar un poco con esta sensación de ser dios y controlar lo que va a pasar, hay una obsesión por el control, creo que cualquier director que escribe ficción la tiene. Lo padre del documental, que a mi me ayudó, es que te genera un músculo narrativo de aprender a narrar y concatenar eventos y buscarle esta fórmula de causa y consecuencia en eventos de la vida real que tienes que ir acomodando; te genera un músculo detector de la realidad. FICM: ¿Cómo lograste que la relación madre e hijo de los actores se sintiera tan real? RRP: Queríamos que la película fuera dramática y, por lo tanto, estuviera interesante y no aburriera a la gente, pues teníamos que crear una relación muy fuerte, entre más fuerte fuera esa relación, la amenaza de su destrucción iba a ser mucho más dramática. Realmente tendría que ser una relación madre e hijo muy simbiótica, muy cercana, muy codependiente. Para lograr esto lo primero fue la creación de estos personajes, encontrar las razones y las motivaciones, que necesitaban uno de otro, qué seguridades y qué validaciones, qué proyecciones se dan a través de uno y de otro que los pueden poner en una relación codependiente donde se necesitan el uno al otro a unos niveles donde se puede debatir la sanidad sin entrar en una parte de moralidad. Lo primero fue tratar de crear con el otro guionista unos personajes que nosotros intuyéramos que iban a chocar y tener conflicto a lo largo del desarrollo de la historia y después viene ya toda la parte con los actores, seleccionarlos, y una vez hicimos todo un proceso de improvisaciones para encontrar todas estas idiosincrasias de los personajes, todas estas características, incluimos escenas que no estaban en el guion. Fue todo un plan de ensayos para ir acercando estos personajes, desde escenas donde apenas se conocían hasta escenas donde llegaban a tener cuestiones más íntimas, un poco la idea era que los actores pudieran habitar su personaje más tiempo y alejarse de los lugares comunes en las relaciones y que tuvieran la oportunidad de estar en horas vuelo en su personaje. Los actores agradecieron poder estar en personaje, en situación relacionándose con los otros actores sin que yo esperara ningún resultado, sólo para que ellos encontraran más cosas de su personaje. FICM: Algo que es evidente en la película es que no hay mucho dialogo entre los personajes, ¿era tu intención crear ese ambiente de silencio y tención o fue algo que se dio durante el rodaje? RRP: En general todo lo que está en la película así estaba escrito, algunas cosas sí se salieron, algunas más las incorporé ahí en el set conforme iban saliendo. Yo creo que muchas veces la gente habla cuando quiere algo, y también creo que hay mucho que no decimos, en general es muy difícil que digamos realmente lo que pensamos, casi siempre es todo lo contrario, yo siempre digo lo contrario a lo que estoy pensado. A pesar de que me encanta escribir diálogos y dialogar escenas creo que siempre si intento hacer el ejercicio de tratar de reducir el diálogo a lo mínimo, el cine es un medio de acciones; los diálogos son acciones también pero siempre trato de hacer el ejercicio de ver como se puede contra lo que están verbalizando los personajes con una acción. Casi siempre uno escribe muchos más diálogos de los que luego necesita, es bueno protegerte y escribir muchos, pero al final si el subtexto de la relación esta sucediendo, tú puedes sentir el estado de ánimo de los personajes. FICM: La película explora esta relación edípica entre madre e hijo, ¿Por qué consideras importante traer estos temas al cine actual? RRP: Bueno, al final no empecé haciendo esta película pensando en "voy a hablar sobre las relaciones edípicas", al final salió. No sé, yo trato de aproximarme a las películas a través de los personajes. Mucha gente sí tiene una premisa dramática o un tema que les gustaría explorar y crean unos personajes para demostrar eso, mi idea fue empezar al revés crear unos personajes que fueran extraordinarios dentro de su realismo y aproximarme a ellos a través de sus fisuras y de aquello que les duele, de su huella de dolor y de eso que les rompe el corazón y después ponerlos en una situación de conflicto. Saber que a veces un personaje creado de esta forma va a chocar con otro personaje creado de esta forma y la situación de una elación madre-hijo con un extraño que llega a la casa, sabíamos que ahí iba a haber conflicto, las emociones de los personajes iban a chocar, y de ahí surgen buenas pelis: cuando hay conflicto. Dejamos que estos personajes habitaran su mundo, tomaran sus decisiones y que esas decisiones generaran consecuencias en la trama y que eso fuera lo que forjara su destino y entonces eso arrojo esta relación que resultó al final ser bastante edípica, que es bastante freudiana sino también junguiana, en este sentido de que es una película donde todos los personajes están reprimiendo sus emociones. Si ellos hablaran más y hablaran más de sus problemas y tuvieran en cuenta que la relación familiar que están llevando esta un poco torcida entonces no se si habría película. Al final termino siendo una película bastante psicoanalítica, de observación psicológica.