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Yolanda Montes “Tongolele”, diosa de la danza

"Escondí el Vea dentro del Hoy y miré las fotos de Tongolele, Su Mu Key, Kalantán, casi desnudas. Las piernas, los senos, la boca, la cintura, las caderas, el misterioso sexo escondido…"
–José Emilio Pacheco, Las batallas en el desierto (1980).

Tongolele, nacida en Spokane, Washington, Estados Unidos hacia 1933, es el mejor ejemplo de esa comunicación íntima entre música y cuerpo llevada a cabo en el santuario del cabaret, el teatro, el cine o la pista de baile. Yolanda Montes "Tongolele", triunfó en los escenarios nacionales, no sólo por el realce de sus evoluciones dancísticas, sino por su sensualidad animal que descansaba en unas sólidas caderas, piernas torneadas, bellos ojos y por supuesto, su larga cabellera adornada con su característico mechón blanco. No obstante, a diferencia de otras bailarinas exóticas contemporáneas suyas, "Tongo", como la bautizó el público, consiguió dar el salto a la actuación de manera natural y por encima de ello, su nombre y su estilo se trastocaron en una suerte de leyenda en el ámbito cultural y popular de ayer y de hoy.

Su irrupción en el cine se da casi en paralelo a su aparición en los escenarios nacionales allá por 1947, cuando debutaba en suelo mexicano en un espectáculo de variedad en Tijuana, Baja California. El público de manera masiva, asistía fascinado a su espectáculo tachado de sicalíptico, pornográfico y malsano por varias organizaciones religiosas y moralistas. Ello, le atrajo más popularidad y el cine la requería una y otra vez para animar escenas en breves intervenciones musicales como en Nocturno de amor (1947) y en La mujer del otro (1948).

Yolanda Montes “Tongolele” Yolanda Montes “Tongolele”

Yolanda Montes dio el salto al estrellato con Han matado a Tongolele (1948), de Roberto Gavaldón, al lado de David Silva ,y ambientada en el teatro Follies, en medio de un ambiente musical y de suspenso policiaco, donde baila al compás de los ritmos afroantillanos del cubano Silvestre Méndez y Antonio Díaz Conde. Con el propio David Silva repetiría en El amor es ciego (1950), y después acompañaría a Germán Valdés Tin Tan en El rey del barrio (1949) y Chucho el remendado (1951), de Gilberto Martínez Solares, y en ¡Mátenme porque me muero! (1951), de Ismael Rodríguez, donde encarna a Satanela estrella del Follies.

Imágenes increíbles como aquella hipnótica y divertida secuencia que une por vez primera a Tongolele y a Tin Tan en El rey del barrio, mientras ella ejecuta una suerte de danza afrocubana y Germán Valdés se cruza en medio de la pista para besar sus mejillas y seguir sus movimientos agitando las manos hacia arriba, mientras se escuchan las voces del coro clamando: “changooo, changooo...”.

Luego de una breve intervención en Había una vez un marido y su continuación: Sí… mi vida —ambas de 1952—, Tongolele sería dirigida en un cortometraje para la televisión por Rafael Baledón que la incluye en su debut como realizador en Amor de locura (1952). Luego de pequeñas apariciones en: El mensaje de la muerte, El misterio del carro express y Ahí vienen los gorrones, Tongo regresaba con Pensión de artistas (1956), interpretándose a sí misma, y ese año participó en Música de siempre, curiosa comedia armada por una serie de intervenciones musicales a cargo de populares figuras del cine, la radio, la TV y el teatro donde monta un número titulado "Fantasía hawaiana” para dejar muy claro porque era la mayor figura de la danza exótica en México.

Era tan requerida en teatro, televisión y en plazas internacionales que Tongolele deja los foros fílmicos y vuelve con La muerte es puntual (1965) de Sergio Véjar, alternando con figuras juveniles como Maricruz Olivier, Alfredo Leal y Ana Martín; veteranos como: Gloria Marín, Tito Junco, Evita Muñoz, Fanny Schiller, y personalidades del ámbito cultural como: José Luis Cuevas, José Estrada y René Rebetez. Después en Amor a ritmo a go-gó (1966) aparece con una coreografía moderna sin abandonar sus orígenes afroantillanos, y en Las mujeres pantera (1966) de René Cardona, coprotagoniza un relato de acción, suspenso y elementos de horror y lucha libre, enfrentando a las luchadoras Rubí y Loreta (Elizabeth Campbell y Ariadna Welter), en un papel de villana que adquiere garras y la fuerza de una pantera durante sus sanguinarios ataques. Se suma al reparto de El crepúsculo de un Dios (1968), de Emilio "El Indio" Fernández y participa en la coproducción mexicana-estadunidense, La muerte viviente / The Snake People (1968), de Juan Ibáñez y Jack Hill, donde interpreta a Kalhea, la misteriosa sirvienta del anciano Boris Karloff, en la exótica isla de Korbai; ella tiene extraños poderes y forma parte de una secta criminal que convierte en zombies a guapas doncellas.

Al final del sexenio lopezportillista que recuperó el cine de ficheras y de cabaret, Yolanda Montes filma Las fabulosas del reventón, donde se interpreta a sí misma como bailarina y empresaria que está a punto de inaugurar el cabaret Los infiernos luego de que el King Kong en Acapulco ha cerrado. Tongolele funge como un verdadero mito del espectáculo en la comedia Teatro Follies y en Las noches del Blanquita (1981), en un intento por recuperar el México nocturno y el teatro frívolo. Aún en el nuevo milenio, Tongolele muestra su talento, su estilo y su figura con participaciones especiales en El fantástico mundo de Juan Orol (2010) de Sebastián del Amo, luego de intervenir en los documentales: Ni muy muy, ni tan tan, simplemente Tin Tan (2006) de Manuel Márquez y Tin Tan (2009) de Francesco Taboada Tabone.