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LA CIVIL: el México bárbaro

Al referirse a la película Estación catorce, vista en el 19° Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), el responsable de la página de Instagram Matine MX, atina al decir: “El narcotráfico como hilo conductor de la última década en la ficción del cine mexicano, no sólo revela la preocupación de la realidad nacional, sino también el interés —no siempre afortunado— de cineastas que muestran la violencia en pantalla repitiendo sin postura alguna lo que hoy podríamos definir como un mexplotation, más cercano a un sanguinario panfleto que a un cine militante. Estación catorce es, por el contrario, una grata y modesta propuesta que entiende el escenario de un Estado turbulento colmado de violencia e intimidación, pero que no por ello reproduce injustificados momentos de brutos excesos”.

Su reflexión hace eco en cuatro obras contemporáneas excepcionales, dirigidas por cineastas mujeres. Todas ellas, neurálgicas y sensibles, no exentas de un realismo brutal acorde a los tiempos que hoy vivimos desde que se instauró la llamada guerra contra el narcotráfico. La citada Estación catorce, de Diana Cardozo; Sin señas particulares, de Fernanda Valadez; Noche de fuego, de Tatiana Huezo; y La civil, poderoso thriller emocional de la rumana Teodora Mihai, filmado en México, escrito por el tamaulipeco Habacuc Antonio de Rosario, protagonizado de forma excepcional por Arcelia Ramírez, quien fue ovacionada en Cannes, exhibida a su vez en el FICM en 2021, y que esta semana llega a la cartelera comercial.

La civil

Las cuatro películas presentan, sin excesos ni morbo, un México profundo, atroz y descompuesto. Más extraordinario aun es que lo hacen desde una mirada sensible, compleja, e incluso poética para hablar de realidades crueles y sanguinarias. Sus historias están protagonizadas por niños, niñas y adolescentes principalmente: la carne de cañón emocional de todo país. Las cuatro se sumergen en las fangosas aguas de una nación convulsionada por la ignorancia, la violencia, el rencor, el abuso, la pobreza, el desamparo, la corrupción moral, las desapariciones forzadas, el machismo y el temor, propiciados en buena medida, por la podredumbre de los gobiernos en turno y por el poder del narco y la barbarie que ha generado.

En el arranque de la película, Laura, hija adolescente de Doña Cielo (Arcelia Ramírez), comenta un chiste en relación al Adán bíblico: “Adán dice: Estamos desnudos, no tenemos casa, ni dinero, ni trabajo y no dejan de decirnos que estamos en el paraíso. Sin duda estamos en México…”. La ocurrencia, es una suerte de irónica sinopsis de lo que el espectador verá: ¿Pensar que estamos en el paraíso cuando en realidad estamos en el infierno? En el transcurso del día, la jovencita es secuestrada y Cielo es contactada por un par de jóvenes criminales uno de ellos, un espléndido Juan Daniel García Treviño, protagonista de Ya no estoy aquí (dir. Fernando Frías de la Parra, 2019) que solicitan el pago de rescate. Ella acude con su exmarido (notable Álvaro Guerrero), que vive con una mujer mucho más joven, y entre ambos reúnen una parte del dinero solicitado. Sin embargo su hija no es devuelta.

Ahí comienza el calvario de la mujer: autoridades negligentes y apáticas, vecinos sospechosos o quizá cómplices, comerciantes amenazados y, más tarde, en el segundo acto del filme, entra en acción un destacamento militar que comanda el capitán Lamarque (Jorge A. Jiménez), con los que Cielo se sumerge en los abismos más terribles de la violencia y se percata que tiene que jugar y arriesgarse con esas mismas armas. De forma inteligente, la directora Mihai no da respiro al espectador para crear una tensión que no se detiene a lo largo de un relato montado como un thriller de suspenso; una suerte de montaña rusa permanente que le permite, a través de un relato de acción, plantear dudas morales y sociales. El filme está inspirado en el caso real de la activista tamaulipeca Miriam Rodríguez, en un país dominado por el crimen organizado y donde la violencia contra las mujeres se intensifica día a día.

El nombre de la protagonista, Cielo, resulta irónico, ya que en realidad desciende a los infiernos de la realidad nacional, con el que Arcelia Ramírez construye un personaje hipnótico, fuerte y conmovedor, al frente de un espléndido reparto al que se suman, además de los citados: Eligio Meléndez, Mónica del Carmen, Mercedes Hernández y Ayelén Muzo, en un filme con escenas muy poderosas como la detención de las muchachas ligadas al narco, el interrogatorio a Don Quique, el hallazgo de las osamentas, el encuentro en la cárcel entre Arcelia y García Treviño y, sobre todo, el impactante y ambiguo final de este brutal drama social que se transforma en un gran drama humano, producido entre otros por: los hermanos Jean Pierre y Luc Dardene, Christian Mungiu, Michel Franco y Eréndira Núñez.