06 · 05 · 25 El Salón Los Ángeles en la pantalla Share with twitter Share with facebook Share with mail Copy to clipboard Rafael Aviña En los albores del siglo pasado, las familias utilizaban como combustible cotidiano la madera y el carbón. No obstante, al inicio de los años treinta, el petróleo terminó sustituyéndolos. En ese entonces, Miguel Nieto Alcántara tenía una antigua bodega de carbón en el corazón de la Colonia Guerrero en la calle de Lerdo 206. Cuando llegó la “revolución” del petróleo y en breve la del gas, ese lugar terminó por cerrar y un amigo suyo de nombre Alberto Rojas, lo instó a abrir en aquel terreno un salón de baile y fue así como nacería el 29 de julio de 1937 el Salón Los Ángeles, debido a su cercanía con el templo de Nuestra Señora, Reina de los Ángeles, ubicado en la misma calle de Lerdo. Su debut fue con la Danzonera de Toto y la Orquesta de Gonzalo Curiel. Tívoli (1974, dir. Alberto Isaac) Tan sólo 11 años después, el cine mexicano se apodera de aquel espacio cuyo lema sería: “Quien no conoce Los Ángeles, no conoce México” y la primera película filmada ahí sería Esquina bajan (1948), de Alejandro Galindo, que narra las aventuras urbanas del chofer de autobús de la línea “Zócalo, Xochicalco y anexas”, Gregorio Del Prado, y de su cobrador Regalito (Fernando Soto Mantequilla). Neurótico y peleonero, Del Prado, interpretado por David Silva, se entusiasma con la pasajera Cholita (Olga Jiménez), atractiva pasajera a la que lleva a “raspar la suela” a ritmo de swing en el Salón Los Ángeles.El baile y la convivencia social se transformaron al igual que los habitantes de una ciudad sin límites, y en buena medida se le debe al cine la recuperación de una cotidianidad que hoy transita entre la ensoñación, la nostalgia y la desmemoria. A fines de los cuarenta, Dámaso Pérez Prado impondría el mambo en los salones de baile y por supuesto en las pantallas y es así que se lleva a cabo en El Salón Los Ángeles, la escena climática de Una gallega baila mambo (1950), de Emilio Gómez Muriel; Niní Marshall Catita como Cándida y su hija Carmina (una muy jovencita Silvia Pinal) llegan al salón de baile para pelear por sus amores respectivos: El Bofes, que encarna Joaquín Pardavé, y Gilberto (Pepe del Río), camioneros de la línea “Peralvillo-Cozumel”. Danzón (1991, Dir. María Novaro) En 1974, la notable cinta de Alberto Isaac, Tívoli, catapultaría a una de las estrella del cine de ficheras y desnudos de ese momento: Lyn May, quien se ve espectacular bailando junto a Alfonso Arau en el escenario del Salón Los Ángeles bajo los acordes de Pérez Prado y su orquesta con el mambo del “Ruletero”, quien antes ha interpretado ahí mismo, el mambo “número 8” con decenas de parejas de baile que ofrecen sus mejores pasos. Asimismo, varios espacios de Los Ángeles: pista, escenario, pasillos, incluso los baños de mujeres, son mostrados en Danzón (1991), de María Novaro, en la que aparecen además, actrices bellas y talentosas como: María Rojo, Margarita Isabel y Blanca Guerra.En 2003, la docuficción de la cineasta alemana Cordelia Dvorak, Bailar para vivir, captura a 11 parejas de baile de distintas edades, entre los 16 y los 85 años y sus evoluciones dancísticas en el interior de éste mítico salón de baile y en 2009; la comedia adolescente de Gustavo Loza, Paradas continuas, protagonizada entre otros por Cassandra Ciangherotti, Luis Arrieta y Germán Valdés III, nieto de Tin Tan, muestra el exterior, el interior y la Dulcería del Salón Los Ángeles, con el tema musical de Susie Q interpretado por Javier Gurruchaga y su Orquesta Mondragón. El mismo Gurruchaga aparece en la cinta biográfica de Sebastián del Amo, Cantinflas (2014) con un espléndido Óscar Jaenada como el “mimo de México” que incluye una secuencia en Los Ángeles como sucede también en la comedia de Hugo Lara, Cuando los hijos regresan (2017) donde se lleva a cabo un concurso de baile con Fernando Luján y Carmen Maura y entre los jurados, la investigadora fílmica Elisa Lozano. Cuando los hijos regresan (2017, dir. Hugo Lara) Por último, una brillante y larga secuencia coreográfica musical con una duración alrededor de 20 minutos, atesora diversos espacios, rincones, pasillos, escaleras y por supuesto la pista de baile del Salón Los Ángeles en una curiosa mezcla de relato fantástico, historia de amor que sucede entre el sueño y la vigilia, fantasía biográfica-musical, delirante homenaje al cine de la época de oro y sobre todo al excepcional músico cubano que transformó los ritmos tropicales: el citado Dámaso Pérez Prado interpretado por el vocalista de Café Tacuba, Rubén Albarrán que regresa de la muerte 30 años después, para buscar a una mujer de la que se enamoró y perdió en el camino en la película El sueño de ayer (2022) de Emilio Maillé.