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Lumière 2015: México años 40, Brasil años 60

A continuación presentamos la traducción de un texto sobre Distinto amanecer (1943), de Julio Bracho, que se presentó como parte del ciclo ¡Viva México! en el Grand Lyon Film Festival. El artículo fue originalmente publicado por Le Monde y escrito por Thomas Sotinel:

El arte de la mixología cinematográfica, que llamamos la programación de festivales, se complica cuando uno añade una dimensión temporal. No solo hay que tomar en cuenta las escuelas, los continentes, la notoriedad o la oscuridad de los cineastas, el tamaño de los presupuestos, sino también el periodo y la huella que han dejado las obras en la historia del cine.

En la séptima edición del festival Lumière, los programadores han extendido su influencia temporal hasta los años 80. Y si la mayoría de las obras presentadas (las películas de Scorsese, aquellas en las cuales ha actuado Jean Yanne, la obra de Duvivier…) han dejado un recuerdo memorable, algunos largometrajes olvidados son recobrados, capaces de desplazar a Pierre Rissient a Lyon, memoria del cine mundial que encuentra allí la oportunidad de llenar las escasas lagunas de su ciencia.

Él estaba en la sala del Pathé Bellecour donde se proyectaba Distinto amanecer, realizada por el mexicano Julio Bracho en 1943. La Época de Oro del cine mexicano – de los años 1940 a mitades de la década siguiente – no es muy conocida en Francia. Pero finalmente se han editado las películas del Indio Fernández, frescas populistas o melodramáticas, y recientemente la Cinemateca francesa ha dedicado una retrospectiva a Roberto Gavaldón, realizador frío y paroxístico.

Julio-Bracho-distinto-amanecer Distinto amanecer, de Julio Bracho

El olvido en el cual cayó Julio Bracho está relacionado, sin duda, con la situación política singular evidente en Distinto amanecer, thriller hierático que pone en escena la huida de un sindicalista perseguido por un poder corrupto. El héroe (encarnado por Pedro Armendáriz) es salvado en su huida por una pareja de amigos de la universidad en la que militaron para la revolución proletaria. Cuando el poder, que ellos mismos han contribuido a establecer, se vuelve contra su causa, viven en la clandestinidad por el primero, en la miseria por lo segundo.

Si queremos una etimología de este oxímoron mexicano “Partido Revolucionario Institucional”, apelación de la formación que ha reinado sobre México estos últimos tres cuartos de siglo (con una interrupción entre 2000 y 2012), es una buena idea ver la película de Julio Bracho. “Toma al revés la idealización de la revolución mexicana que era el fondo de las películas de Emilio Fernández (Enamorada, María Candelaria...)”, apuntó Daniela Michel, directora del Festival Internacional de Cine de Morelia, quién presentaba la película. Bracho fue censurado y prohibido de filmar durante décadas.

El placer de este descubrimiento no sólo tiene que ver con su contenido histórico. Distinto amanecer es un “film noir” urbano que circula entre el barrio popular donde viven Ignacio y Julieta, los amigos de los fugitivos, y el lujoso salón donde Julieta (Andrea Palma) pasa noches equívocas. El blanco y negro del gran director de fotografía Gabriel Figueroa brinda a la Ciudad de México el aspecto de un infierno nocturno donde uno se escapa sólo cuando el amanecer se levanta sobre la avenida, que conduce a la estación donde uno espera el tren que podría llevar a esos huérfanos de la revolución.

Inmediatamente después de esta función, a unos metros, en la pequeña sala subterránea del CNP Bellecour, no quedaba ni una sola butaca libre para la proyección de Antonio Das Mortes, de Glauber Rocha (1969). La película está disponible en DVD y la última retrospectiva dedicada al cineasta brasileiro no es tan antigua, no regresaré en detalle sobre la belleza y fuerza de este ejemplo cinematográfico del tropicalismo revolucionario contemporáneo del cambio musical que sacudió a Brasil antes de que el país se hundiera en la dictadura. Basta con notar este azar de la programación particularmente bienvenido, que hacía chocar la memoria de dos revoluciones latinoamericanas del siglo XX, y la memoria que lleva el arte esencial de este mismo siglo.

Puedes leer el texto original, en francés: aquí.