06 · 18 · 21 El gran cocodrilo va al cine: Efraín Huerta y la crítica cinematográfica Share with twitter Share with facebook Share with mail Copy to clipboard Pablo Rendón @pagusrendon Efraín Huerta, laureado escritor mexicano, nació el 18 de junio de 1914 en Silao, Guanajuato. Si bien suele ser reconocido por su obra poética, resulta innegable la contribución del guanajuatense a la historia de la crítica cinematográfica en nuestro país. Huerta, quien se inició en el mundo de las letras con sendas contribuciones a la revista Taller, en la que también publicaron sus primeros textos aquellos entrañables amigos de su generación: Octavio Paz, Rafael Solana y Alberto Quintero, inició su carrera periodística en el año 1937 publicando en las páginas de El Diario del Sureste y El Nacional sus primeros artículos en torno a una de sus grandes pasiones: el cine. En 1938, por invitación de Alberto Quintero, compañero universitario y miembro fundador de Taller, el escritor guanajuatense se incorpora al equipo de redacción de Mundo Cinematográfico: Revista Profesional de Cinematografía. Huerta, comprometido con su labor dentro de la revista, se sumerge en el mundo de la industria y en 1943 inicia su propia columna dedicada al cine en el diario Esto. Efraín Huerta La vasta obra de Efraín Huerta dedicada a la crítica cinematográfica fue publicada en un sinfín de periódicos, suplementos y revistas. Su prosa se caracterizaba por su estilo desenfadado pero siempre objetivo, en donde lo mismo analizaba situaciones de peculiar ligereza que cuestiones vitales de una naciente industria cinematográfica mexicana. Desde luego los temas recurrentes en su obra, como la ironía y las imágenes surrealistas estaban presentes, las cuales hacían las delicias de sus lectores. Fue precisamente en casa de Efraín, una tarde de 1945, luego de un altercado entre el cineasta Emilio “El Indio” Fernández y el periodistas Carlos-Hillos, que el escritor y un grupo de amigos periodistas deciden fundar PECIME (Periodistas Cinematográficos de México), una organización que permitió profesionalizar al gremio. Luego de este precedente, un año después, en 1946, se fundó la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) y el premio Ariel, que desde entonces se entrega año con año a lo más destacado de la industria nacional. Luego de ostentar el cargo como presidente del PECIME, Huerta continúo publicando crítica cinematográfica, esta vez en el periódico D.F.: La Ciudad al Pie de la Letra, dirigido por José Almeda. La columna titulada "Cine y Anticine", fiel al estilo de Huerta, daba cuenta de lo que sucedía en el gremio; los conflictos entre productores, directores, actores y guionistas, así como algunos hechos de la industria norteamericana como su crónica de la cacería del macartismo a los cineastas de Hollywood acusados de simpatizar con el comunismo. La columna dejaría de ser publicada luego de 49 entregas, cuando en 1951 el escritor guanajuatense fue designado como Secretario General del Movimiento Nacional de Partidarios de la Paz. *La Universidad Nacional Autónoma de México, a través de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas y la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial se dio a la tarea de recopilar los 49 artículos publicados por Efraín Huerta en su columna “Cine y Anticine” en el diario D.F.: La Ciudad al Pie de la Letra. Las crónicas de Huerta, señala la contraportada del libro, son imprescindibles para la cabal comprensión de la historia del cine mexicano. El presente texto está elaborado a partir de lo que Raquel Huerta-Nava, poeta, ensayista, historiadora mexicana e hija de Efraín Huerta, relata en el prólogo del libro antes mencionado: Efraín Huerta. «Cine y anticine». Las cuarenta y nueve entregas.