04 · 19 · 21 El escorpión negro y la paranoia radiactiva Share with twitter Share with facebook Share with mail Copy to clipboard Rafael Aviña La destrucción de Hiroshima y Nagasaki en 1945 puso de manifiesto el poder destructivo de la energía nuclear. La paranoia radiactiva desató en ese momento un sinfín de argumentos que fantasearon con los peligros de la bomba atómica y las mutaciones humanas y de animales, aprovechadas al máximo por un emergente subgénero de horror fantástico de bajo presupuesto. Ejemplos sobran: la saga desatada por Godzilla / Gojira (1954), en Japón, y filmes como: El mundo en peligro (1954), Tarántula (1955), El hombre increíble (1957) y El escorpión negro / The Black Scorpion (1957), filmada íntegramente en tierras mexicanas y realizada por el artesano estadunidense de origen ucraniano, Edward Ludwig, responsable de varios filmes de aventuras Serie B para estrellas venidas a menos como Mickey Rooney o John Wayne (Jugando con la muerte (1949) e Intriga en Honolulu (1952), respectivamente). El escorpión negro (1957, dir. Edward Ludwig) Un terrible sismo sacude el país y trae como consecuencia el surgimiento de un nuevo volcán en un pueblo mexicano. Los jóvenes geólogos Hank Scott (Richard Denning) y Arturo Ramos (Carlos Rivas) descubren una vivienda y un automóvil de la policía destrozados y se enteran que han desaparecido varios lugareños y cabezas de ganado, así como testimonios de espantosos ruidos nocturnos que los aldeanos atribuyen a cuestiones del demonio. Con el apoyo del ejército mexicano Hank y Ramos comienzan su estudio geológico, Hank se enamora de la joven hacendada Teresa Álvarez (Mara Corday) y se hace amigo del niño Juanito (Mario Navarro) que sabe dónde localizar a "miles de escorpiones". El notable veterano Willis O’Brien especialista en trucos cinematográficos con la técnica de stop motion (cuadro por cuadro), creador de los efectos visuales de la clásica King Kong de 1933, fue el encargado de aportar credibilidad y movimiento a esos repugnantes alacranes semi transparentes que finalmente son destruidos por la labor conjunta del estadunidense Denning, el mexicano Rivas y un científico connacional interpretado por Carlos Múzquiz, no sin antes, devorar a varios actores nacionales de apoyo, entre ellos: Quintín Bulnes, Enrique Zambrano y José Chávez Trowe. Es cierto, sí, que los efectos visuales y especiales resultan más risibles que aterradores; sin embargo, no deja de ser una verdadera curiosidad por tratarse de nuestro país como sitio de una amenaza tan extravagante. El volcán hace erupción y de su interior surgen un grupo de escorpiones prehistóricos gigantes. Destruyen un tren, luchan entre sí y el más grande aniquila a los demás y repta en dirección a la Ciudad de México. Hank y Ramos trazan un plan e intentan llevar al insecto gigante al estadio de Ciudad Universitaria donde el ejército lo espera con tanques y helicópteros. En apariencia, El escorpión negro se filmó en Michoacán y en la Ciudad de México, de ahí que varias de las imágenes iniciales de archivo sean del célebre volcán Paricutín surgido en 1943. Resulta inquietante y divertida la presencia del insecto gigante frente al Monumento de la Revolución, la Alameda Central, el Hemiciclo a Juárez, la Torre Latinoamericana, las calles de Tacuba y Edison en la Colonia Tabacalera y, por supuesto, en las instalaciones de la UNAM. Entre los datos curiosos, se encuentra la aparición de otras figuras nacionales como: Fanny Schiller, Arturo Martínez y Pascual García Peña. La utilización de la espléndida voz del locutor y actor Bob Johnson como narrador y locutor radial. Su voz era la que daba las órdenes a los miembros de aquella serie de espionaje de culto: Misión imposible (1966), creada por Bruce Geller: "esta cinta se autodestruirá en cinco segundos…" y, a su vez, era la voz que controlaba la transmisión en otra afamada serie de horror y suspenso: Rumbo a lo desconocido (1963-1965). Carlos Rivas, oriundo de El Paso, Texas, apareció en cintas mexicanas como: Amor en cuatro tiempos, De carne somos y ¿A dónde van nuestros hijos?; el niño Mario Navarro, en: El camino de la vida, Bolero inmortal y la producción estadunidense filmada en Tepoztlán por Ismael Rodríguez: El monstruo de la montaña hueca, junto con Rivas. Mara Corday hizo otros filmes Serie B como: Tarántula, La garra gigante y Tarzán y la diablesa. Por supuesto, lo más extraordinario es la utilización del Estadio Olímpico de la Ciudad Universitaria como "exótica" locación para el desenlace del filme. Se aprecia la entrada del Estadio, la pista y la cancha deportiva donde el escorpión gigante repele la amenaza del ejército mexicano y el centro mismo del Estadio es el sitio donde derrotan al repulsivo arácnido. Antes del desenlace, se observa la explanada de Rectoría y la Biblioteca Central y a su vez, el Edificio de la Facultad de Medicina a donde llega Richard Denning, para discutir con los especialistas universitarios sobre la amenaza de tan insólita criatura. El escorpión negro se estrenó en México el 16 de abril de 1958 en el cine Las Américas, no es casual que por esos mismos días, se exhibieran otros relatos de corte similar como: La bestia de otro planeta (1957), de Nathan Juran, o La invasión de los hombres verdes (1967), de Edward L. Cahn, cintas de ciencia ficción de presupuestos irrisorios que se sumergían, a su vez, en los temores del momento.