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En memoria de Elda Peralta

En 1954, Cinema Reporter 832, en su sección “Reporteando” que escribía el director de la misma revista, Roberto Cantú Robert, señalaba a Luis Spota como un asiduo visitante a los foros del productor Pedro Galindo: ”Claro, como que por allí se ve la cara angelical de Elda Peralta”. Se trataba del rodaje de Pecado mortal, dirigida por Miguel M. Delgado e inspirada en la radionovela de Caridad Bravo Adams en la que Elda Peralta (1932-2024) encarnaba a una suerte de femme fatale rural, seductora, ambiciosa y sin escrúpulos, al lado de un reparto que incluía a la heroína ciega Gloria Marín, su hija Silvia Pinal que desconoce el parentesco, el marido malvado de Marín: Víctor Junco y el héroe romántico que devuelve la vista a aquella: Ramón Gay. Para entonces, el gran escritor y guionista Luis Spota y Elda Peralta terminarían siendo una de las parejas modelo en el interior de un medio fascinante y cruel como lo era el cine mexicano de aquel entonces, donde imperaba el machismo y una contundente visión patriarcal que de alguna manera sesgó la carrera de una actriz bella, inteligente, elegante y en suma sensible, como lo fuera Elda Peralta, fallecida la semana pasada. 

Elda Peralta

Nacida en Hermosillo, Sonora en 1932, María Elda Peralta Ayala provenía de una familia de abolengo que perdió sus propiedades en los años posteriores a la Revolución. Al igual que sus hermanas, estudió inglés en Estados Unidos y más tarde la familia se trasladó a la ciudad de México. Siendo una espléndida tenista conoció a Spota, con quien iniciaría un idilio que duraría hasta la muerte del escritor en 1985. Así, después de aparecer de manera fugaz en Cinco rostros de mujer (1946) y en Soledad (1947), se dice que empeñada en hacer carrera como actriz, Spota le había conseguido una primera parte con la que debutaría en grande; no obstante, el director de la película intentó propasarse y ella se negó. Al parecer participaría en una pequeña parte de la cinta y en el instante de su actuación, Spota entró sin permiso al foro y el director molesto, le comentó a la nerviosa Elda que una actriz joven no debiera tener “noviecitos”. El escritor aclaró que no estaba ahí por ella sino por él, ya que su intención era convertirse en realizador.

En 1949 Elda se convierte en actriz de apoyo en filmes como: El charro del Cristo, Hipócrita  —con argumento de Spota— y La Negra Angustias, con María Elena Marqués como arrojada revolucionaria traumatizada por su color y Elda en el papel de la novia de un ingeniero que van a ejecutar, bajo la dirección de Matilde Landeta una de las muy pocas directoras que consiguió enfrentar la cerrazón del ambiente fílmico masculino. Sería Landeta quien le daría una mayor oportunidad en Trotacalles (1951) en el papel de María, una prostituta que paga el pecado de su ingenuidad y hermana de Elena la protagonista interpretada por Miroslava, asediada por el explotador de mujeres que encarnaba Ernesto Alonso que termina por asesinar al personaje de Peralta.