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El territorio es más que un lugar: Entrevista a Gabriela Domínguez y Pía Quintana, directora y productora de FORMAS DE ATRAVESAR UN TERRITORIO

Acercarnos a lo desconocido a partir de nuestros deseos y preguntas personales es un reto que Gabriela Domínguez Ruvalcaba y Pía Quintana Enciso lograron superar y materializan en su más reciente documental Formas de atravesar un territorio (2024), que es parte de la Sección de Documental Mexicano del 22º Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM)

A través de la historia de una familia de pastoras tsotsiles en los Altos de Chiapas, Gabriela nos recuerda que el territorio es más que un lugar: es una extensión de nuestras historias, nuestros cuerpos y nuestras memorias colectivas. En un mundo cada vez más desconectado de lo natural, la película busca reconectar al espectador con la tierra y las formas de vida que surgen de ella, creando un diálogo entre lo conocido y lo desconocido. 

Formas de atravesar un territorio (2024, Dir. Gabriela Ruvalcava)

FICM: Formas de atravesar un territorio explora cómo la identidad está intrínsecamente conectada con el territorio. ¿Qué las motivó a realizar este documental y abordar esta conexión entre las mujeres tsotsiles y el cerro que habitan? 

Gabriela Domínguez: Bueno, yo soy de San Cristóbal y esta historia, o este territorio, también es mi territorio. Desde que tengo memoria, ha sido siempre un lugar donde hemos convivido tanto con las personas que habitamos ahí como con los cerros que nos rodean. Siempre ha sido una relación que me ha interesado mucho explorar, cómo todo esto nos atraviesa y nos construye identidades. La manera en la que nos vinculamos con el territorio, de alguna manera, nos identifica. 

Entonces, la película tenía esa intención, hacer un encuentro con las mujeres tsotsiles, que de alguna manera recuerdo y he visto toda mi vida, pero siempre había este distanciamiento, más que territorial, cultural. 

Yo quería generar una aproximación y encontrarme con ese universo de las montañas y encontrarnos. Bueno, por ahí nació la idea y por ahí también con Pía nos identificamos. 

Pía Quintana: Yo no soy de ahí, pero llegué a vivir a San Cristóbal y sentí que era parte de, y cohabitábamos el espacio personas bien diversas, y entonces también era preguntarse: "¿Qué nos hace estar aquí juntas, tantas personas, tan distintas de distintos lugares?". Y por donde yo vivía había pastoras que estaban en ese territorio, pastoreando y todo, y yo siempre tuve como esta intención de: "Pasenle", tenía un pedazo de pasto –y llueve un montón, entonces súper crecido–, y yo ahí [decía]: "Ay, si quiere aquí pásele para que coman sus borregos", y empezar a tener como estos pequeños guiños de otra forma de vivir. Y fue [preguntarnos]: ¿Cómo vamos a acercarnos? Pues haciendo lo que hacemos, por eso hacemos documental. Y también creo que es, de alguna manera, como una memoria a todas estas personas y todo este tipo de formas de vivir que se dan, de alguna manera, en este territorio con esas montañas, el agua, y todo lo que Gabi ya mencionó.

FICM: Gabriela, la película plantea la pregunta "¿pertenecemos a un lugar o un lugar nos pertenece?". ¿Cómo respondiste tú misma a esta pregunta durante la realización del documental? ¿Cómo creen que estas mujeres tsotsiles responden a esta cuestión a través de su estilo de vida? 

Gabriela Domínguez: Pues la pregunta, de alguna manera, fue una guía. No quisiera decir detonante, pero sí un eje: "¿Pertenecemos a un lugar o un lugar nos pertenece?". Venía de observar esas otras formas de pertenecer a un territorio, donde hay un cuidado a los ciclos, a los procesos de la vida, al vínculo con la tierra y los animales. Entonces, yo percibía siempre está esta idea de quienes vivimos en la ciudad de querer volver a la tierra, a los procesos donde hay cuidado, a los ciclos. Eso nos hace pertenecer a un territorio. Pertenecemos a través de la memoria, de lo que hacemos y de cómo nos vinculamos. Es el contrario a estas otras formas en las que sentimos que el territorio nos pertenece y podemos hacer uso de él a través de la extracción, en muchos sentidos. Esos son los dos lados. Como decía, no es que haya sido el detonante, pero siempre fue trabajar en esta realidad. En este territorio, la idea es más pertenecer a un lugar porque se cuida, porque pertenecemos a él, y no porque sentimos que nos pertenece. 

 

 

FICM: A través de video fijo se muestra la actividad de estas mujeres en torno a los borregos y la lana. Parece que nos muestra que el cuerpo es una extensión de lo que hacemos y de dónde somos. ¿Estoy en lo correcto? ¿Cómo llegaste a esta formulación a través de la convivencia con doña Sebastiana y su familia? 

Gabriela Domínguez: El cuerpo, más que una extensión, es un complemento de la mente. Siento que hay una manera en la que percibimos y entendemos lo que somos. A veces se lleva mucho hacia lo racional, pero el cuerpo también tiene otras maneras de existir y de entenderse en el territorio y no es solamente un complemento a lo racional, el sentir. Así como la memoria, a veces parece que todo está en la mente, pero también hay memoria en el cuerpo. Por ejemplo, todos los gestos que aparecen en la película, gestos en el quehacer de ellas, en la manera en que ellas se entienden parte de ese bosque... La relación entre cuerpo y territorio, cuerpo-memoria, esa era una intención a trabajar también en la película: trabajar cómo el cuerpo no solamente nos sirve para hacer cosas, sino que es nuestra primera aproximación, a través del sentir y de la memoria, y eso, claro, lleva hacia las identidades. 

FICM: Como productora, ¿qué retos se presentaron para tener acceso a la comunidad tsotsil y qué vínculo generaste con doña Sebastiana y su familia? 

Pía Quintana: Creo que el reto en la producción, más allá de llegar y plantear hacer una película, fue hacer una relación y siempre tener claridad y honestidad en cuanto a los procesos que íbamos desarrollando. Darnos ese tiempo de comunicarles qué íbamos a hacer, cómo lo íbamos a hacer, qué pasos seguían. Y hasta la fecha, ahora que la película se está exhibiendo, es lo mismo. 

Gabriela Domínguez: Siempre fue, desde un principio, una película en la que había una necesidad de estar ahí presente con ellas. Bueno, todas las películas documentales tienen este proceso en el que lo que se ve en la película solamente es una pequeña parte de toda esa relación que se construye con las personas. Y de los retos, digamos que siempre es el reto de generar esa confianza, que se generara ese vínculo. Entonces todo eso se fue realizando a través de tiempo, de visitas, de acompañamiento. Estuvimos presentes todo el tiempo, además nos tocó la pandemia en medio, entonces como que sucedieron muchas cosas en el proceso. Yo las conocí en 2018 y, desde ese año hasta el 2022, sucedieron muchas cosas de la vida, además de la pandemia o situaciones familiares. Pero también cosas bien bonitas, como muchos paseos con ellas allá y acompañarlas a pastorear. En fin, se generó un vínculo importante. Y uno de los retos sí era cómo hacer para que, ahora que ya vienen las chicas del crew, esto que ya tienen conmigo, que es una cosa muy cercana, muy familiar, se pueda lograr. Y la verdad fue un reto que en el primer momento en que llegaron ellas fue muy fácil, porque elegimos que fuera un crew solo de mujeres: estaba la sonidista, la fotógrafa, Pía [productora], la asistente de producción. O sea, éramos puras mujeres y, en el momento, hubo una cosa bien bonita que se creó durante el rodaje, como de interés mutuo. Tanto ellas preguntándoles a Nat [fotógrafa] cosas de la Ciudad de México, como también de parte de ellas. Entonces creo que ese reto de generar la confianza fue un reto que fue muy fácil de lograr y de sentir que ya había confianza. 

FICM: La película tiene un enfoque ensayístico combinando lo personal con lo documental. ¿Qué te atrajo de este estilo para narrar la historia de las mujeres tsotsiles y su relación con la tierra? 

Gabriela Domínguez: Quizás tengo que empezar un poquito con que yo no estudié la carrera de cine tal cual, entonces mi entrada al cine también ha sido desde otras disciplinas y también me interesan mucho los procesos. O sea, para mí el proceso es la película (sobre todo enFormas de atravesar un territorio  el documental, pero me imagino que en la ficción también). Entonces, en ese entender el proceso como parte de la película, me encontré con una forma, que es una forma ensayística, como dices, que te permite zigzaguear entre un lugar y otro. No solamente en cuestión territorial, sino también de ideas, de conectar cosas que están desconectadas, pero que tú puedes reunirlas para decir un discurso, hablar sobre algo que además es difícil de contar con una historia. Entonces, en este caso, el concepto o la idea de trabajar la identidad o las identidades, ¿cómo hacerlo sin tener que contar una historia?, sino más bien como relacionando elementos. Y entonces así fue que me que entré... Pero ajá, pero ya no me acuerdo la foto, ¿no? O sea, cómo entra ella pues... 

FICM: ¿Qué esperan que los espectadores se lleven de Formas de atravesar un territorio? ¿Qué reflexiones les gustaría provocar en cuanto a la relación entre las personas y los espacios que habitan? 

Pía Quintana: Yo no quisiera esperar algo de la audiencia, más bien dejar que se sorprendieran. La primera vez que me tocó exhibir algo con un trabajo previo de Gabi, había un público en un cine en San Cristóbal, y el público empezó a hablar de la geografía, de otros temas, y fue realmente sorprendente cómo se apropia. Entonces creo que sería eso: que surgieran nuevas preguntas, nuevas ideas. Ojalá haya nuevas reflexiones y nos hagan a nosotras mismas, y a las pastoras, y a todo el equipo replantearnos otras ideas. 

Gabriela Domínguez: Como que la experiencia de ver por primera vez mujeres con trajes –que son trajes que llevan a los borregos en su traje– y que hablan en una lengua que, en general, es desconocida para muchos, para la mayoría... Esa experiencia es, en un primer momento, me parece, de las cosas más bonitas de ver en el público. Como que hay una curiosidad de querer saber más: ¿por qué hacen eso?, ¿quiénes son?, ¿dónde viven? O sea, como que esas preguntas, que no se responden en la película, me gusta, y no es que yo lo haya esperado, no fue una idea que yo tuviera antes de hacer la película, pero sí creo que lo que espero es que se encuentren con un universo que además les haga preguntarse cosas, que cause más preguntas que cosas claras. La película sí tiene, de repente, momentos que igual son inesperados, pero que también están abiertos a la interpretación de los ojos y las personas que lo ven. 

FICM: ¿Quién es su cineasta mexicano/a favorito/a de todos los tiempos y por qué? 

Gabriela Domíngiuez: Puedo pensar, por ejemplo, en Sandra Luz López Barroso. Me gusta su manera de estar en las películas. Eso es algo que le admiro un montón. Pero también pienso, en este momento, en Christiane Burkhard, que también me gusta su manera en la que rompe o busca otras formas no lineales de hacer películas, en donde justo están como en esos límites fronterizos. 

Pía Quintana: No tengo. Tenía, pero también el tiempo ha hecho como descartar ahí algunas ideas, conforme te vas metiendo en el oficio y explorando. Me encanta el documental mexicano, eso sí. O sea, creo que es algo que nos hace identificarnos como país, que nos representa, que nos cuestiona, y hay muchas directoras y directores que, pues, están ahí. Me voy a ir a los documentalistas, lxs documentalistas mexicanxs. 

FICM: ¿Dónde estaban y cómo recibieron la noticia de que habían sido seleccionadas para participar en el festival? Pía: En Locarno. Siempre nos fue tocando como que en el siguiente festival nos avisaban dentro. 

Gabriela Domínguez: Exacto. De hecho, estamos esperando nuevas noticias. 

Pía Quintana: Estás con la emoción de que estás en ese festival y hay una emoción previa. Te avisan y no puedes decir, pero estamos aquí, ya nos tenemos que emocionar por esta otra. Creo que Morelia era esperado y anhelado por nosotras porque es como casa, porque la película estuvo en working progress en Impulso, y gracias a Impulso terminamos; fue un gran, gran apoyo para terminar la película, entonces era de "tenemos que estar ahí". Pero al final, pues, hay un montón de películas que también se merecen estar ahí. Y, fue eso: hablamos con una de las programadoras; cuando estábamos en Locarno tuvimos un zoom y ahí ya nos dijo que la película estaba contemplada para estar. Bueno, no podía ser oficial. 

Gabriela Domínguez: Tuvimos que esperarnos un rato para decirlo. Y algo bonito, ya cuando salió la programación oficial... porque en ese momento, pues, sí sabes que la película va a estar, pero no sabes con quién. Pero cuando ya salió la publicación, a mí me gustó mucho ver la selección mexicana de documental, y la de ficción también, cómo está integrada de una diversidad. Me gustó mucho vernos entre otras directoras y directores, con una diversidad de apuestas y de formas de hacer cine que me pareció así como "qué bonito momento de pertenecer a esta generación de cineastas que vamos a estar en esta edición del Festival de Cine Morelia". Y sí, qué emoción que podamos compartir ese espacio de programación que creo que va a estar bien interesante y rico de disfrutar.