13 · 06 · 24 Doris Dörrie y LA PELUQUERA: 8° FICM Compartir en twitter Compartir en facebook Compartir con correo Copiar al portapapeles Rafael Aviña Una de las mayores sorpresas de la octava edición del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) fue la presencia de la talentosa, propositiva y muy agradable cineasta alemana Doris Dörrie, que estrenaba ese 2010 en Morelia La peluquera, divertida y vigorosa comedia realista con toques agridulces y elementos sobre el repudio, la humillación y la xenofobia. Ello, en la historia de Kathi König, incansable, alegre y apasionada estilista de más de cien kilos de peso con una hija adolescente, que desea superar sus problemas de salud y realizar su sueño abriendo un local para lucir sus secados y permanentes, sus cortes de cabello y arreglos de uñas. Y cuyo cuerpo robusto y espectacular es mostrado desde diversos ángulos por una cámara fascinada con la redondez de sus formas. La película es protagonizada por la actriz Gabriela Maria Schmeide (1965), quien aumentó cincuenta kilos para el papel. La peluquera (2010, dir. Doris Dörrie) Doris Dörrie (1955), originaria de Hannover, Alemania, se fue a los 18 años a Estados Unidos. En California estudió teatro y cine, y de ahí se mudó a Nueva York donde estudió Filosofía, Semántica y Psicología, para más tarde fungir como crítica de cine en el periódico alemán Süddeutshe Zeitung, al tiempo que estudiaba en la Escuela Superior de Cinematografía y Televisión de Munich, de 1975 a 1978. Con Wolfgang Berndt codirigió el documental Ob’s stürmt oder schneit (1976) y en 1983 filmó la película para televisión: A la mitad del corazón, sobre una joven solitaria que se autoescribe cartas.Si algo define la obra de Doris Dörrie son sus corrosivas sátiras feministas sobre las relaciones amistosas, la mentalidad machista y la sexualidad como tema y frustración, a medio camino entre la farsa caricaturesca y el drama emocional, como lo muestran: la muy taquillera Hombres (1985), centrada en la amistad entre un hombre y el amante de su mujer. Él y yo (1988), filmada en Estados Unidos, sobre un sujeto que dialoga con su miembro viril, protagonizada por Griffin Dunne. Dinero (1989) y, sobre todo, Nadie me quiere (1994), acerca de una jovencita deseosa de una compañía masculina y fanática de la muerte al grado de tomar clases de suicidio y construir su propio féretro.Personajes que viajan a Japón y se conectan con su cultura, se aprecian en: Sabiduría garantizada (2000), El pescador y su mujer (2005), Las flores del cerezo (2008) o Recuerdos desde Fukushima (2014). De su filmografía reciente: Gluck (2012), sobre una chica de Europa del este que se convierte en prostituta en Berlín, Todo incluido (2013), ambientada en un exclusivo hotel/spa, el documental Qué caramba es la vida (2014), filmado en México, sobre el universo de las cantantes de ranchero, Flores de cerezo y demonios (2019), acerca de un hombre que regresa a la casa familiar a la muerte de sus padres, y La piscina (2022).Las películas de Dörrie se centran en personajes excéntricos colocados en ambientes extraños y hostiles o culturalmente diferentes, que los obliga a luchar contra la corriente. El guion de La peluquera, escrito por Laila Stieler, destaca la alegría de vivir, la autoestima y la fuerza de voluntad: cuando la protagonista, desempleada y con esclerosis decide abrir su propia estética, los obstáculos se multiplican, no obstante, su inmensa energía, que incluyen sus esfuerzos para pararse de la cama (por su peso), le llevan a encontrar el ánimo que necesita y a conocer a personajes que dificultan o allanan su camino. Uno de los mejores momentos, es aquel en el que Kathi, con tal de obtener un dinero extra, ayuda a un grupo de vietnamitas a pasar la frontera y se ve en la necesidad de hospedarlos en su minúsculo departamento. No sólo goza de una noche de pasión, sino que comparte con ellos, además del rechazo social, su gusto por los adornos estrambóticos y coloridos.Pese a su tono amable y ligero, La peluquera resulta una crítica despiadada hacia ciertas formas de vida de países europeos en concordancia con el austriaco Ulrich Seidl. Un inteligente retrato del mosaico económico y cultural de la Alemania de entonces; una sociedad hedonista que busca en el gesto espontáneo y exótico de otros modos de vida, una manera de contrarrestar la frialdad de la urbe. Todo ello, dentro de los lineamientos de una fábula moderna sobre la soledad y el sobrepeso, entre lo cruel y lo hilarante, y que insiste en los temas de la insensibilidad, la incomunicación y la búsqueda del amor y la felicidad. La presentación de Dörrie en Morelia 2010 queda en la memoria como uno de los recuerdos más alegres del festival.