23 · 01 · 25 David Lynch (1946-2025), México y una anécdota lynchiana Compartir en twitter Compartir en facebook Compartir con correo Copiar al portapapeles Rafael Aviña En septiembre de 1980 al tiempo que esperaba los resultados para el ingreso a la UAM X tuve la enorme fortuna de sumarme al Departamento de Programación de la Cineteca Nacional ubicada entonces en la esquina de Calzada de Tlalpan y Río Churubusco, donde se encontraba también el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) y los amplios terrenos de los Estudios Churubusco. No obstante, al incendiarse la Cineteca en marzo de 1982, sus diversas áreas tuvieron que mudarse a distintos lugares y a nosotros nos dio cobijo el CCC por más de un año. Filmación de Dunas en Estudios Churubusco Como nuestro espacio era reducido y yo no tenía un lugar específico tenía tiempo extra para salir a recorrer todas aquellas factorías de ilusiones que me rodeaban. En ese entonces llegaron varias producciones estadunidenses a nuestro país sobre todo en 1983, destacando en particular los rodajes de: Dos bribones tras la esmeralda perdida de Robert Zemeckis con Michael Douglas y Kathleen Turner y la superproducción Dunas que dirigía David Lynch luego del éxito que supuso El hombre elefante (1980); proyecto que se complicó en exceso y le llevó a su realizador a permanecer de manera intermitente en México por un año.En aquella época, la glucosa o el colesterol no me causaban preocupación y algunos días recorría los Estudios para comprar un refresco y golosinas que adquiría en una pequeña tienda Conasupo que se encontraba en el interior de los Churubusco. En una de aquellas caminatas vi a lo lejos a un sujeto muy alto con una indumentaria futurista que caminaba hacia mi ubicación acompañado de dos personas. De momento no reparé en ellos salvo en aquel hombre rubio con botas de plataforma y que era nada menos que el cantante y actor británico Sting. Conforme se acercaban me percaté que los otros dos eran: Kyle MacLachlan y David Lynch. Supongo que vieron mi rostro atónito al cruzarme con ellos: Sting no me volteó a ver, sin embargo, MacLachlan y Lynch me mostraron con la mano el signo de “paz” y yo les devolví el gesto feliz y sorprendido y se alejaron en dirección opuesta. David Lynch Estudios Churubusco Con aquella conflictiva producción de Dino de Laurentiis, Dunas, filmada en Samalayuca, Chihuahua, Pinacate, Puerto Peñasco y el desierto de Altar en Sonora, así como en los ocho foros de los Estudios Churubusco, Lynch intentó darle la vuelta a los conceptos de la ciencia ficción fílmica a partir de la novela homónima de Frank Herbert. Mutilada en su montaje final, Dunas se alejó de las convenciones de la saga de Star Wars y sucedáneas. Se trataba de un relato adulto de ciencia ficción de una perversidad fuera de serie que años antes estuvo a punto de realizar Alejandro Jodorowsky; una pesadilla lóbrega más cercana a Sade que a Herbert, cuya carencia de concesiones, complejidad y galería de personajes grotescos la condenaron al fracaso comercial y en la que participaron mexicanos como: Angélica Aragón, Julieta Rosen, Margarita Sanz, Claudia Ramírez, Jorge Humberto Elizondo, Eduardo Cassab, Ernesto Laguardia, Ramón Menéndez, Honorato Magaloni, Miguel Cane, Anuar Badin y otros más.En ese año de 1983 jamás imaginé que aquel treintañero que pasó a medio metro de mí, se trastocaría en breve en un cineasta en suma original capaz de dar coherencia al caos y otorgar corporeidad al Mal en el sentido más filosófico y físico posible. Y es que, la alternancia entre lo cotidiano y lo imprevisto, la realidad y el sueño tendiente al horror y lo prohibido, brotan en su obra. En Cabeza de borrador (1977), Terciopelo azul (1986), Twin Peaks (1989-1991/2017), Salvaje de corazón (1990), Por el lado oscuro del camino (1997) o Mulholland Drive (2001), traduce en imágenes alucinantes y con un rigor casi científico, las caras de una pesadilla que subyacen por debajo del mundo normal. Por el lado oscuro del camino (1997, dir. David Lynch) La América profunda de Lynch, se localiza en una nación imaginaria y sin fronteras como ese idílico suburbio de Lumberstone en Terciopelo azul, o en la boscosa región maderera de Picos gemelos, el paraje post industrial de Cabeza de borrador, el sofocante desierto de Dunas, el pueblucho de Big Tuna en Salvaje de corazón, al que el cineasta accede deformando el clásico relato de El mago de Oz. Y a su vez, en las mismas colinas de los Ángeles, muy cerca de aquel imponente letrero colocado hacia 1923 cuyas trece letras decían: “Hollywoodland” cual metáfora cruel y despiadada de una de las industrias más poderosas del mundo, en la que coinciden sueños, fantasías, crímenes y horrores inconfesables. Toda una abstracción del lado oscuro de Los Ángeles y del cine mismo y sus personalidades como lo retrata Lynch en Mulholland Drive o en El imperio (2006).Y es que David Lynch, concibió prácticamente toda su filmografía partiendo de la frase: "Hay otros mundos...pero están en éste". Universos paralelos y bizarros que se revelan recogiendo orejas cercenadas de la hierba o en el interior de un armario (Terciopelo azul); localizando inscripciones escritas en sangre o letras enterradas en uñas de cadáveres, o en conectores de energía eléctrica (Twin Peaks); en cabezas que rebotan para convertirse en lápices (Cabeza de borrador). Y también, en el interior de esferas de cristal o chamarras de piel de víbora (Salvaje de corazón); en videos clandestinos y filmes porno (Por el lado oscuro del camino); en una pequeña caja azul o un enigmático teatro (Mulholland Drive) o en foros fílmicos y habitaciones de hotel (El imperio). Mulholland Drive (2001, dir. David Lynch) Después del fracaso comercial que significó Twin Peaks/Fuego camina conmigo (1992), Lynch recuperó sus furores primigenios en Lost Highway para internarse de nuevo a partir de ahí, en lo más profundo y siniestro de una carretera perdida y sin retorno donde cabe la brutalidad, la fuga psicogénica o personalidad múltiple, el horror, el crimen, la amoralidad, el deseo o la decadencia y en cuya obra no valen las explicaciones ni los sobrentendidos. Para Lynch, la ciudad de México era una urbe mágica, misteriosa y romántica: con su deceso, los cinéfilos quedan en orfandad y con una profunda tristeza, más aún en éste contexto actual donde el cine ha perdido sentido, emoción y abstracción y se rige en buena medida por las agendas de la corrección política. David Lynch (1946-2025) fue, es y será uno de los más grandes entre los grandes.