20 · 02 · 25 Bruno Dumont y Hadewijch: FICM 2009 Compartir en twitter Compartir en facebook Compartir con correo Copiar al portapapeles Rafael Aviña Fue en 2009 durante la edición siete del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) cuando el polémico cineasta francés Bruno Dumont presentó su película Hadewijch (2009), ganadora del Premio Internacional de la Crítica en el Festival Internacional de Cine de Toronto de ese año. En ella, Dumont regresaba a sus temas de disyuntivas morales, violencia y sacrificio. Un relato profundamente religioso y conmovedor que buscaba retratar el sufrimiento humano y la fe trastocada en un arma de dos filos.Hadewijch de Amberes fue una poetisa mística del siglo 13, fallecida hacia el año 1260. Una beguina (mujeres laicas católicas) dedicada a la contemplación religiosa, obras de caridad y ayuda a los desamparados. Inspirada en su devoción por Cristo escribió sus encendidos versos y poemas amorosos, algunos de ellos de carácter epistolar, que tomaron como punto de partida sus experiencias místicas. Hadewijch no escribió en latín, sino en lengua vulgar, es decir, en su natal neerlandés y entre sus obras se encuentran: El lenguaje del deseo. Poemas de Hadewijch de Ámberes, editado y traducido por Mará Tabuy, y Dios, amor y amante. Hadewijch. Entre la fe y la pasión (2009, dir. Bruno Dumont) El caso de Bruno Dumont es insólito. Al igual que el austriaco Michael Haneke (Juegos divertidos, Observador oculto, Amour), Dumont fue antes profesor en Filosofía y de ahí saltó al cine de manera tardía. Nacido en Bailleul, Francia, en 1958, probó suerte en el periodismo, la publicidad y la televisión. Después realizó infinidad de cortos y documentales institucionales y de esa experiencia surge su primera película realizada a los 39 años de edad: La vida de Jesús (1997), sobre un grupo de jovencitos que vagan sin rumbo, uno de ellos con crisis epilépticas. Con ella obtuvo reconocimiento mundial y la Cámara de Oro en el Festival de Cannes. En La humanidad (1999), un hombre asustado, el oficial Pharaon de Winter (Emmanuel Schotté), corre sin rumbo fijo para caer sobre un campo arado donde yace el cadáver de una niña con la vagina deshecha. Todo resulta enigmático en este filme que inicia como una cinta de investigación policiaca para tomar otros derroteros más inquietantes en la historia de un policía que se busca así mismo en los actos de los demás como una purga redentora de los males humanos. EL filme obtuvo el Gran Premio del Jurado y un doble reconocimiento a mejor actor. Después, se trasladó a California para rodar 29 palmas (2003), relato de descarnada sexualidad sobre un fotógrafo independiente y una joven que se adentran en el desierto de Los Ángeles para llevar a cabo una audaz sesión fotográfica. Flandres (2006) —Premio del Jurado de Cannes—, describe la vida de provincia de unos muchachos destrozados por la guerra. Luego de Hadewijch. Entre la fe y la pasión, realizó la controversial Después de Satán (2011), sobre la relación entre un joven solitario y una muchacha de granja, seguida por Camille Claudel 1915 (2013) inspirado en un episodio verídico sobre la escultora francesa hermana del poeta y dramaturgo Paul Claudel y amante del escultor Auguste Rodin. Protagonizada por Juliette Binoche, Dumont la filmó en un manicomio rodeado de pacientes con discapacidad mental verdadera y él mismo la presentó en el FICM en su edición 15 en 2013. Hadewijch. Entre la fe y la pasión (2009, dir. Bruno Dumont) Céline (Julie Sokolowski) es una joven novicia veinteañera que decide rebautizarse como Hadewijch, nombre religioso que toma en honor de la monja y poetisa del medievo. Céline confunde la abstinencia con el martirio, como lo muestran sus constantes actos de autopenitencia. Debido a su excesivo amor por Cristo y al verla entregada a una fe ciega y a un fervor desmedido, la Madre Superiora le obliga a abandonar el convento donde vive confinada y decide regresarla a la sociedad secular con la esperanza de que logre encontrarse. De vuelta en París, Hadewijch vuelve a ser Céline, quien se ha tomado muy en serio su intención de convertirse en esposa de Dios; Cristo es el amante ausente y se ha mantenido virgen para servirle. Es entonces cuando conoce a dos hermanos musulmanes: Yassine, un jovencito impulsivo (Yassine Salihine), al que le gusta enfrentar a la autoridad y Nassir (Karl Sarafidis), el mayor, quien dirige un grupo de estudio de fe islámica, que terminará por definir el sacrificio amoroso de Hadewijch, cuya rabia interior y crisis existencial la conducirán por caminos peligrosos, ya que Nassir es en realidad un terrorista que encuentra en ella a la persona ideal para llevar a cabo sus teorías de fanatismo extremo. Dumont regresa a los terrenos de La vida de Jesús para contar un oscuro relato de amor, sacrificio y fanatismo, en el cual los detalles cotidianos se convierten en actos terribles, sobre los peligros de la obcecación y el apasionamiento, y lo hace con una sutileza y una fuerza arrolladora que desemboca en un clímax impactante y desolador. Hadewijch toma un impulso descomunal en su última media hora cuando la protagonista decide convertirse en un “soldado de Cristo” y Nassir le propone en su clase de Islam: “Si tienes fe, deberás actuar. Debes continuar el trabajo del Creador”. Aunque ya antes, el espectador ha sido testigo de pequeñas señales: el jardín interior de la zona habitacional que parece una cruz, o el anuncio publicitario con la palabra “eternidad”.Se trata de una inquietante reflexión moral sobre la fe cristiana como modelo de vida con ecos de: La pasión de Juana de Arco (1928), de Carl Dreyer, Teresa (1986), de Alain Cavalier, o Yo te saludo María (1984), de Jean Luc Godard, que cierra con una explosión y el regreso de Céline/ Hadewijch al convento donde la novicia se reencuentra con un huraño albañil que trabaja dentro del claustro. ¿Qué es lo que sigue? El espectador sacará sus propias conclusiones.