12 · 05 · 18 El amor loco de Jean-Luc Godard Compartir en twitter Compartir en facebook Compartir con correo Copiar al portapapeles Alonso Díaz de la Vega @diazdelavega1 Alonso Díaz de la Vega ¿Excusa para su experimentación cinematográfica o tema personal de su obra? Es difícil saber si el amor es uno, lo otro o ambos con un director tan hermético como Jean-Luc Godard. En su mayor década, los sesenta, buena parte de sus películas contaban historias de amor que uno podría llamar irremediablemente simples —eso, de no ser por la forma radicalmente nueva en que están contadas—: un hombre conoce —o cree que conoce— a una mujer, pasa unas horas, unos días o unos años de exilio romántico al lado de ella, y en algún momento termina traicionado por ese misterio que no logró resolver. De eso se trata el primer largometraje de Godard, Sin aliento (1960). Sin aliento (1960, dir. Jean-Luc Godard) La película es una renovación de las convenciones del film noir y de la narración cinematográfica en general. En Sin aliento nos encontramos con una historia de crimen donde un ladrón sella su destino al matar a un policía. Después pasa el día con una hermosa mujer a la que ama pero que termina traicionándolo. Es un patrón similar al de Pacto de sangre (1944, dir. Billy Wilder), pero aquí es la mujer fatal —una convención del film noir— la que destruye al protagonista y, más importante: el suspenso de Billy Wilder desaparece en la visión de Godard, donde el tiempo fluye de manera tan orgánica que parece simular un documental. Todo da la impresión de ser una decisión formalista que intenta destruir el cine y reconstruirlo con renovaciones de hasta los detalles más triviales. Sin embargo el tema de la relación desastrosa entre un hombre y una mujer recurriría en películas como Una mujer es una mujer (1961), El desprecio (1963), El soldadito (1963) y Pierrot, el loco (1965). En el amor, pareciera señalar Godard, es trágico, aunque en Una mujer es una mujer la desilusión se cuenta con un tono alegre. A lo largo de la película la protagonista, interpretada por Anna Karina, que se casaría en marzo de 1961 con Godard, manipula a un par de hombres que compiten por ella. En el desenlace aparece un juego de palabras difícil de traducir: “Eres infame (infâme)”, le dice uno de sus amantes. Ella le contesta que más bien es una mujer (une femme). Una mujer es una mujer (1961, dir. Jean-Luc Godard) En las demás películas la traición es amarga y parece indicar ya no un elemento del film noir sino un énfasis personal. Esto es más notable en Pierrot, el loco. En una escena vemos un close-up del diario del protagonista. La letra es de Godard. Marianne, su compañera, es interpretada por Karina, de quien Godard se había divorciado en 1964, es decir, antes de filmar la película. Entre la obsesión de Godard por su trabajo, un aborto espontáneo y una infidelidad, la relación se había desgastado desde 1961. Godard dejó sombras de su historia en la filmografía que realizaron juntos. Alphaville (1965, dir. Jean-Luc Godard) Quizá la huella más conmovedora sea la que queda en Alphaville (1965), donde, de nuevo, Karina interpreta a la amada del protagonista. Su personaje, que dice haber nacido en un lugar regido por una computadora, desconoce el significado de la palabra “amor”. Es un ser humano sin emociones que termina descubriendo en la individualidad la única forma de sobrevivir a un cataclismo que acaba con los demás habitantes de Alphaville. En uno de muchos close-ups de Karina en su filmografía con Godard, ella dice al fin, con un esfuerzo que escala hacia la revelación: Je vous aime. Yo lo amo. Es difícil saber qué pensaban los dos al filmarlo pero la emoción que se desenvuelve es tan genuina que trasciende la artificialidad típica de Godard. Es un instante de humanidad que sugiere la lucha de una pareja por sostener su amor, al menos en un tramo de celuloide.