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TRÓPICO DE CÁNCER y otros premios documentales de 2003

El inesperado y lamentable fallecimiento del talentoso y joven documentalista Eugenio Polgovsky Ezcurra (Ciudad de México, 29 de junio 1977-Londres, Gran Bretaña, 11 de agosto, 2017), coincidía con la exhibición de dos largometrajes documentales mexicanos de enorme trascendencia: Tempestad, de Tatiana Huezo, y La libertad del diablo, de Everardo González. Egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) al igual que Tatiana y Everardo, Polgovsky fue uno de esos entusiastas realizadores que abrió brecha, mostrando la pobreza, marginación abuso y destrucción ecológica de México y varios de sus habitantes.

Así, a través del documental; ese cine sin glamour, sin estrellas y sin la burocracia y posiciones triunfalistas de las instituciones de ese momento, Polgovsky manifestó su preocupación por sectores vulnerables del país: los niños en particular, a través de sus obras. Su tesis y primer documental fue: Trópico de cáncer (2004) indiscutible triunfadora en la segunda edición del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) celebrado en ese 2004, galardonado además con el Ariel a Opera Prima, Premio Joris Ivens, en Beirut, Corea, FICCO, entre otros. Ese, su relato sobre la sobrevivencia humana a partir de la depredación de la naturaleza, se proyectó en la Semana de la Crítica en Cannes y en Sundance. Ese mismo año, Polgovsky recibió en México el Premio Nacional de la Juventud y, de hecho, fue Trópico de cáncer la inspiración para que Gael García y Diego Luna apostarán por crear la gira de documentales Ambulante.

Trópico de cáncer
Trópico de cáncer (2004, dir. Eugenio Polgovsky)

A la altura del Trópico de Cáncer en el desierto de San Luis Potosí, varias familias sobreviven gracias a la cacería de animales que venden en las carreteras o que bien les sirve de alimento para no perecer de hambre. Polgovsky consigue aquí, un retrato sensible y respetuoso de esos seres invisibles: niños, adolescentes, adultos, ancianos que fabrican rudimentarias trampas para atrapar ardillas, ratas de campo, víboras y otras especies endémicas del lugar. Y lo hace casi desde una perspectiva rulfiana: la tragedia rural del olvido y la pobreza. Seres incorpóreos para la mayoría; infantes cuyas sonrisas jamás se borran pese a la adversidad y el abandono de ese país egoísta y banal en el que habitan y que oculta en el desierto aquellos seres a los que reniega su existencia.

Es un hecho que a partir de un filme como Trópico de cáncer, fue más notoria la aparición de documentales arriesgados, tendientes a la experimentación aportando voces de denuncia, propuestas insólitas, marginales y en algunos casos premisas vigorosas como serían: La canción del pulque y Los ladrones viajes, de Everardo González; Voces de la Guerrero, de Adrián Arce, Diego Rivera Kohn y Antonio Zirión; La palomilla salvaje, de Gustavo Gamou; De nadie, de Tim Dardimal; 1973, de Antonio Isordia; Toro negro, de Carlos Armella y Pedro González Rubio; Mi vida dentro, de Lucía Gajá; El lugar más pequeño, de Tatiana Huezo; La cuerda floja y El cuarto desnudo, de Nuria Ibáñez, entre otras, vistas en Morelia.

Después de ese gran trabajo, Polgovsky mostraría la intensa y estrujante realidad de Los herederos (2008), centrado en la explotación natural de los niños del campo mexicano, quienes se hacen hombres muy rápido, realizando las mismas tareas que los adultos a pesar de su fragilidad corporal y emocional. Un retrato directo y sin concesiones sobre su supervivencia cotidiana, heredada de generación a generación en un círculo de miseria y de falta de oportunidades de la que parecen imposibilitados de escapar, en una obra que se conectaba de manera directa con Trópico de cáncer.

Eugenio Polgovsky
Eugenio Polgovsky

En esa misma segunda edición del festival, obtuvo una Mención Especial el documental Relatos desde el encierro (2004) de la egresada del CCC, Guadalupe Miranda, sobre la experiencia emocional de un grupo de reclusas en el interior del penal de Puente Grande en Jalisco que aportan testimonios de sus anhelos y frustraciones, mientras que el realizador de Por si no te vuelvo a ver (1997), Juan Pablo Villaseñor consiguió el Premio del Público con el emotivo largo documental Los niños de Morelia (2003) sobre aquellos infantes víctimas de la Guerra Civil española, que encontraron refugio en México, particularmente en la ciudad de Morelia en los tiempos de Lázaro Cárdenas como presidente del país.