20 · 06 · 24 Marga López: 100 años Compartir en twitter Compartir en facebook Compartir con correo Copiar al portapapeles Rafael Aviña Ingenua pecadora que se mantiene virgen en espíritu mientras baila con la clientela del afamado Salón México. Esposa abnegada que sufre la tragedia de su hijo junto a su marido Pedro Infante en Un rincón cerca del cielo. Sensual quinceañera cual provocativa Lolita en Las colegialas. Indecisa rubia agringada que pone en jaque a tres primos muy machos en Los tres García. Orgullosa hija que rivaliza con su propia madre en Soledad. Callejera perseguida por un cruel padrastro; eterna solterona que espera inútilmente los Azahares para tu boda o que sufre en silencio Del brazo y por la calle con un marido artista y sin suerte en un cuarto de azotea en Nonoalco. Son las decenas de rostros de una actriz hermosa, lúcida y coherente nacida hace cien años y gran protagonista de un género menospreciado como lo es el melodrama, en el que Marga López supo construir un nicho a la altura de su carisma. Marga López Nacida un 21 de junio de 1924 en Tucumán, Argentina, Margarita López Ramos, mejor conocida como Marga López ingresó al ambiente artístico formando parte del grupo familiar musical “Los hermanitos López” con el que recorrió América Latina hasta llegar a México, un país que la deslumbró tanto que terminaría por ayudarle a consolidar una de las mayores carreras fílmicas en la época dorada de nuestro cine. Aquí conoció a su primer esposo el empresario Carlos Amador y también al que sería el amor de su vida: Arturo de Córdova.Luego de alternar con las hermanitas Anita e Isabel Blanch en el teatro, Marga consigue debutar en el cine con El hijo desobediente (1945), primer estelar del genial Germán Valdés TinTan. Encarnaba aquí a una remolona mesera que lidia con ese extraño pachuco que se embriaga e insiste en cantar como Jorge Negrete, además de negarse a pagar la cuenta. Marga puso tal empeño, que el mismo Tin Tan la lanzó como su coestelar un año después en Con la música por dentro (1946).Tan sólo en los primeros cinco años de carrera fílmica, Marga aparece en 24 películas haciendo todo tipo de papeles: desde la alumna quisquillosa en Las colegialas, la heroína rescatada por Luis Aguilar en El último chinaco, o la primita imprudente y enamoradiza en Los tres García y Vuelven los García al lado de Sara García, Pedro Infante, Víctor Manuel Mendoza y Abel Salazar; su interacción con Infante fue tan efectiva que pronto estelariza con él, Cartas mercadas. Su atractiva presencia física (hermosos y grandes ojos, ceja bien delineada, labios sensuales, barba partida) y al mismo tiempo, su aspecto tierno y vulnerable le permiten una ductilidad única para encarnar el objeto del deseo más vil y a su vez, mantenerse pura ante la maldad del mundo y así fue como lo entendió Emilio Indio Fernández en Salón México (1948) con Rodolfo Acosta como su brutal explotador y el buen policía de crucero Miguel Inclán. La cámara de Gabriel Figueroa se enamoró de una actriz orgullosa de sus desdichas; mujer de voz temblorosa de lágrimas incontenibles, sus trenzas adornadas con humildes moños y sus ojazos, barbilla partida y labios sangrantes. Marga López En efecto, uno de los ejes primordiales sobre los que descansaba la cinematografía mexicana era el melodrama donde coinciden la prostituta y la madre abnegada. La que sufre todo tipo de humillaciones con tal de sacar adelante a sus hijos como le sucede a Marga en Corona de lágrimas (1967); la familia representaba la sagrada institución que protege a sus miembros de los embates del mundo exterior a través de un masoquismo que impedía la boda de Marga López en Azahares para tu boda (1950). En Soledad, encarna a la hija que desconoce su parentesco con Libertad Lamarque: su madre; antigua sirvienta que se casa en secreto con su patrón, quien tiempo después le revela que todo ha sido una farsa. En cambio, en Un rincón cerca del cielo y en Ahora soy rico (1952) padece al lado de Infante, la riqueza, la pobreza y la maternidad. Del brazo y por la calle, Casa de muñecas, Una mujer de la calle y filmes posteriores de una madurez insólita como Nazarín, Tiempo de morir, Hasta el viento tiene miedo o El libro de piedra, son muestra de la versatilidad de una actriz como Marga López, que hizo del sufrimiento en la pantalla una de las más dignas y atractivas profesiones.