Pasar al contenido principal

Madres "poco convencionales" en el cine

Con esto en mente, he decidido que la mejor manera de celebrar el día de las madres no es recordando a la figura de la mamá abnegada, sino haciendo un tributo a las madres “poco convencionales” representadas en el cine, esas que nos miman hasta la muerte, se salen de los papeles establecidos y nos vuelven locos con su excesivas atenciones. Las podría describir con adjetivos más coloridos, pero mi mamá (que seguro está leyendo esto) me regaña. Lo mejor entonces, es pasar directo a los ejemplos.

New York Stories (1989), de Woody Allen: En camino a su propio funeral, la madre de Sheldon (Woody Allen) hace comentarios mordaces sobre la manera de manejar de su hijo, gritando desde su ataúd con una voz chillante e insistente. Más tarde, sentado en el diván del psicoanalista, Sheldon suspira: “La quiero, pero ojalá desapareciera”.

Psycho (1960), de Alfred Hitchcock: Norman Bates es un buen hijo, encargado del negocio familiar y cariñosamente dedicado al cuidado de su madre anciana, a quien describe como su mejor amiga. Podríamos, incluso, decir que Norman hace todo por ella.

Mamá nos quita los novios (1952), de Roberto Rodríguez: “A mí no se me va ninguno vivo del corral”, exclama Amadora mientras se arregla para una cita. Para esta coqueta madre, lo último que debe perder una mujer es la capacidad de atraer a un pretendiente, aunque sea uno ajeno.

Freaky Friday (1976), de Gary Nelson: ¿Cuál es la mejor manera de comprender a tu madre? Poniéndote en su lugar, por supuesto. Barbara Harris y Jodie Foster intercambian cuerpos en la versión original de Freaky Friday, creando un momento mágico cómico musical de empatía entre madre y adolescente.

Serial Mom (1994), de John Waters: Kathleen Turner interpreta el papel de una madre tan ejemplar, que haría cualquier cosa (y utilizaría cualquier arma) por asegurar el bienestar de sus queridísimos querubines.