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LA SOMBRA DEL CAUDILLO y la censura

Con la llegada a la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, cambiaron las reglas de la censura y se dio apertura a temas de carácter político casi nunca abordados por nuestro cine de manera abierta. Así, en su sexenio, se produjo la primera cinta industrial sobre la matanza de Tlatelolco en 1968: Rojo amanecer (1989), de Jorge Fons y, a su vez, se desenlataba y se mal estrenaba La sombra del caudillo (1960), dirigida por Julio Bracho, que acaparó y censuró el ejército mexicano por tres décadas. El filme maldito por excelencia de nuestro cine, al que el escritor José Revueltas calificó como "la primera gran película realizada por el cine mexicano", luego de verla en una exhibición privada en el cine Versalles en 1960, se exhibía por fin en la sala "Gabriel Figueroa", sin publicidad alguna, el 25 de octubre de 1990.

La sombra del caudillo (1960), dir. Julio Bracho
La sombra del caudillo (1960), dir. Julio Bracho

El secretario de Guerra y Marina de México, el general Ignacio Aguirre (Tito Junco), aficionado a las prostitutas y a las señoritas decentes, es animado por el líder del partido, Emilio Oliver (Carlos López Moctezuma), y por su "conciencia", el amigo Axcana (Tomás Perrín), intelectual de ideas socialistas, a presentarse como candidato a la presidencia. Sin embargo, el Caudillo en el poder (Miguel Ángel Férriz), decide apoyar al secretario de Gobernación, el general Hilario Jiménez (Ignacio López Tarso). Aguirre hace pública su candidatura al sentirse también apoyado por el ejército, aunque sabe que esto molestará al Caudillo.

Aquí, los personajes no son arquetipos revolucionarios, sino encarnaciones de figuras reales de la historia mexicana. El Caudillo, por ejemplo, es una combinación de Elías Calles y Obregón, sobre todo de este último. Es importante recordar que favoreció la candidatura de Plutarco Elías Calles frente a las aspiraciones de Adolfo de la Huerta, en 1923. Aguirre interpreta al propio De la Huerta y a los generales Arnulfo R. Gómez y Francisco R. Serrano, quienes se presentaron como candidatos ante la reelección de Obregón en 1927. Gómez fue fusilado y Serrano asesinado en Huitzilac, Morelos, al igual que Aguirre en la película. La película es una síntesis de la gestión del sistema político mexicano: las luchas por el poder, las alianzas entre partidos y líderes, las traiciones y las venganzas. Militares siempre acompañados de alcohol o asesinos arrogantes; gobernantes enriquecidos mientras el pueblo pasa hambre; agujeros y discursos panfletarios en una Cámara de Diputados violenta.

La sombra del caudillo aporta frases machaconas como: "En política nada se aprecia porque nada se da", "[Temprano] Levantarse es el único verbo que puede conjugar la política mexicana". También se cierra con esa magnífica secuencia del asesinato de Aguirre y sus amigos. Axcana, la única superviviente, representa todo el espíritu revolucionario, herido pero incorruptible, valiente y solidario. En 1990, la proyección de La sombra del caudillo y Rojo amanecer fue una forma de mostrar la política salinista moderna y la exposición de leyendas intocables del sistema político nacional.