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JIRÓN, de Christian Cueva, y la película inédita de Taboada

En La sombra del caudillo (1960) de Julio Bracho, thriller político centrado en los violentos periodos presidenciales de los años veinte, se escucha la frase: “Madrugar es el único verbo que conjuga la política mexicana”. Esto fue justo lo que le sucedió al productor y promotor de cine y televisión educativa, Vicente Silva Lombardo (Etnocidio, El recurso del método), una madrugada de 1989, cuando fue saqueada y tomada una hacienda de su propiedad en Amecameca, por órdenes presidenciales. Se trataba de una venganza política del Salinismo ya que Silva Lombardo había realizado meses atrás la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas.

Más allá de ese hecho reprobable, lo curioso es que en aquel lugar se guardaba el primer corte de Jirón de niebla/Jirón de bruma (1989), la que sería la última, inédita y extraviada película escrita y dirigida por el atípico director Carlos Enrique Taboada, producida por el propio Silva, protagonizada por Sonia Linar y filmada en dicha ex hacienda, San Andrés. Y es que ésta semana se estrena, luego de nueve años, el intrigante documental Jirón (2014) de Christian Cueva -guionista de La exorcista (dir. Adrián García Bogliano, 2022) y realizador de uno de los episodios de México Bárbaro II (2017)- que sigue el periplo del filme póstumo de Taboada.

Jirón

Desde Hasta el viento tiene miedo (1967) a Veneno para las hadas (1984), Carlos Enrique Taboada (1929-1997), es considerado el mayor exponente nacional del cine de horror-fantástico sicológico. Desde un inicio se perfiló como un conocedor de los géneros fílmicos, adaptando o creando todo tipo de historias que iban de la aventura y el western, a la comedia urbana y sofisticada de Alma grande, el yaqui justiciero o Chanoc a Sólo para ti con Mauricio Garcés y Angélica María. En 1964 debuta como realizador con un original drama centrado en una competencia en el hipódromo: La recta final, seguida de títulos como: El libro de piedra, El vagabundo de la lluvia, Más negro que la noche, El deseo en otoño y La fuerza inútil, al tiempo que concibió el más logrado y crudo retrato de la Cristiada en La guerra santa

Por ello, la posibilidad de recuperar su último trabajo resultaba tan fascinante como indispensable. Grabada en video, en un momento en que el cine mexicano se encontraba prácticamente a la deriva y el videohome parecía la única y triste salvación de nuestros cineastas, la trama de Jirón de niebla involucra a un joven traumatizado por el suicidio de su madre que asesina a su represora tía solterona con unas tijeras, para luego ocultarla en una de las paredes de su hacienda y percatarse después, de que varios conocidos y él mismo reciben mensajes de la tía que promete volver.

Fotografiada por Henner Hofmann y protagonizada por Sonia Linar y Raúl Araiza hijo, la película cuenta con un argumento en apariencia simple, pero en manos de Taboada adquiere un inquietante “hálito de misterio”, según palabras del realizador.

Jirón

Pese a que el documental de Jirón está plagado de “cabezas parlantes” con eficaces comentarios de cineastas (Adrián García Bogliano, Gustavo Moheno, Ángel Pulido), especialistas del género (Pablo Guisa, Abraham Castillo, José Luis Ortega, Iván Camarillo, Roberto Coria) o periodistas (Olivia Rivas), está narrado con agilidad, respaldado con un buen trabajo de edición del coguionista de Cueva, Agustín Galván. Y no sólo eso, mantiene un inquietante tono de suspenso cuyo clímax es el posible rescate del filme de Taboada del que se hiciera una nueva versión en 2015 a cargo de Julio César Estrada, al tiempo que su realizador consigue reunir además, los valiosos testimonios de prácticamente todos los involucrados en la producción original de 1989: la propia Linar y Hoffmann, Rosa Adela Zuckermann, asistente de dirección; Cecilia Durán, vestuarista; René Domínguez, sonidista; el ingeniero de imagen Fernando Ugalde y más, incluyendo a Rocío Amézquita, viuda de Taboada, que no solo aporta sensibles comentarios, sino que descubre al final un casette con la música elegida por su marido para usarse en Jirón de niebla.

No obstante, parte fundamental del esfuerzo de este documental es la inclusión de una entrevista con el propio Taboada rescatada de un archivo televisivo en donde se aprecia a un hombre culto, sensible, divertido y sobre todo conocedor de su oficio y los resortes emocionales para impactar en el espectador. Aparece el diario de rodaje que conserva Zuckermann, se hacen visitas a las bóvedas de Cineteca Nacional y Filmoteca UNAM para rastrear el filme y se descubre que Filmoteca, sin saberlo, almacena materiales en video de Vicente Silva, quien nunca accedió a una entrevista. Además, se localiza en ese archivo al menos la mitad de la película conservada en un videotape del que vemos algunas imágenes empalmadas con el hallazgo de la música.

Comprensible que Silva no haya querido hablar; sin embargo, resulta extraño que no exista testimonio ni de Araiza Jr., ni de Julio Cesar Estrada. Más allá de la búsqueda de un filme insólito, Jirón deja al descubierto sin proponérselo los sucios y eternos revanchismos de la política nacional, la falta de presupuesto y la urgente necesidad de sumar a otros especialistas cinéfilos a instituciones como Filmoteca y la vigencia de un cineasta por fortuna políticamente incorrecto, como Taboada cuyos temas esenciales fueron: la claustrofobia, la ansiedad y la represión sexual.