Pasar al contenido principal

Estudiando en Film Factory. Parte 2: Bajo la tutela de Gus Van Sant

En esta segunda entrega de Estudiando en Film Factory, me gustaría empezar a contarles a cerca de las experiencias vividas al lado de algunos de los directores con los que he tenido el privilegio de tomar clases. Como les había comentado la vez pasada, Film Factory es el doctorado que Béla Tarr fundó en Sarajevo y se encuentra compuesto por clases teóricas y talleres de dirección. Béla eligió personalmente a cada uno de los maestros y solamente este semestre he podido estudiar bajo la tutela de figuras como Carlos Reygadas, Fred Kelemen, Tilda Swinton y Gus Van Sant. Creo que soy muy afortunado de tener esta oportunidad y voy a escribir un artículo de cada uno de ellos con el fin de que puedan saber un poco más de como son estos monstruos del cine en la vida diaria.

Gus Van Sant. Foto de Patryk Dawid Chlastawa.

Una vez dicho esto, he decidido empezar con Gus Van Sant por una razón muy simple: desde el primer día que estuvo con nosotros pude entender la magnitud de lo que estoy viviendo. Con esto me refiero a que Gus entró al salón e inmediatamente nos preguntó qué es lo que queremos alcanzar con nuestro cine y cómo vamos a lograr ese objetivo. Esta podría parecer un pregunta un tanto rutinaria, pero lo que estaba haciendo Gus en ese momento, era recrear algo que él mismo vivió en su juventud. Cada quien dio su respuesta y posteriormente Gus nos contó que Michelangelo Antonioni le había preguntado exactamente lo mismo hace treinta años. Cuando Gus era estudiante, tuvo la fortuna de realizar un viaje a Italia con todo su grupo y pudo conocer a Pasolini y Antonioni en sus respectivas casas; así como ir a un rodaje del gran Federico Fellini. Incluso me contó que cuando le presentaron a Fellini se puso tan nervioso que ni siquiera pudo abrir la boca.

El salón de clases en Film Factory. Imagen cortesía de Sergio Thor Flores.

En cuanto a las clases se refiere, lo primero que me gustaría destacar es el compromiso y la disposición que tuvo Gus en todo momento. Durante las tres semanas que estuvo con nosotros, convivimos con él al menos doce horas diarias, de lunes a domingo. Todo el tiempo proponía reuniones y si le dabas un guión o un corto, el siguiente día llegaba con comentarios al respecto. Aunado a esto, aprovechó su tiempo para proponer múltiples ejercicios. En ocasiones nos contaba a detalle como levantó ciertos proyectos, debatíamos acerca de sus películas, realizamos ejercicios con actores, ensayamos escenas de nuestros cortos y planeábamos coreografías para realizar plano secuencias con múltiples extras. De entre todos estos, me gustaría destacar que vimos varias de sus películas dos veces seguidas. La primera vez la veíamos de corrido y en la segunda detenía la proyección en cada corte para explicarnos como había realizado cada toma.

Gus Van Sant frente a la clase. Imagen cortesía de Sergio Thor Flores.

Por otro lado, después de convivir de cerca con Gus, puedo decir que es una persona muy sencilla y en ocasiones hasta parece ser tímido. Tal vez su filmografía puede llegar a ser desigual, pero hay un aspecto de su personalidad que creo todos debemos valorar mucho. En este mundo del cine los egos suelen ser muy grandes y Gus nunca duda en reconocer el trabajo de aquellos que lo han ayudado o influenciado. Por ejemplo, Gus idolatra a Béla y él mismo reconoce que los encuentros en Elephant que se repiten varias veces desde diferentes puntos de vista, son idénticos a los que realizó Béla en Satantango unos años antes. De igual forma, Harris Savides fue su fotógrafo en gran parte de sus películas y Gus lo considera una persona fundamental. Él mismo dice que valoraba tanto su opinión y sus propuestas, que en realidad estaban codirigiendo las películas.

En futuras entregas les contaré un poco más a cerca de los otros directores y les contaré como se va desarrollando el semestre que estoy empezando a cursar. Sin embargo, toda mi vida he venerado a Fellini y el día de hoy la curiosa anécdota de Gus Van Sant me hizo pensar que tal vez en un futuro alguno de los directores que he podido conocer, sea tan venerado como aquellos grandes maestros italianos. Nunca se sabe, pero me siento extasiado de poder ser parte de todo esto.