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Cine Mexicano en Acción: entrevista con Rafael Martínez, director de 90 DÍAS PARA EL 2 DE JULIO

Gabriela Martínez

La iniciativa de Cine Mexicano en Acción, cuyo objetivo principal es incrementar la cultura cinematográfica mexicana en espacios comunitarios y/o alternativos y casas de cultura de Pátzcuaro y la región lacustre, además de expandir la programación en diferentes ciudades del estado de Michoacán y en el poniente de la Ciudad de México, anunció su segundo ciclo de proyecciones. Este proyecto cuenta con el valioso apoyo de Aeropuertos del Sureste (ASUR) y del Gobierno Federal a través de EFICINE Distribución.

Entre las cintas que se presentarán en este nuevo ciclo se encuentra 90 días para el 2 de julio, del director Rafael Martínez, la cual cuenta la historia de Luis, un joven que debe permanecer oculto en una casa segura durante las campañas electorales, pues eso es lo que quiere Andrés, el candidato a gobernador con quien tiene una relación en secreto, le ha pedido hacer.

90 días para el 2 de julio (2021)
90 días para el 2 de julio (2021, dir. Rafael Martínez)

El Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) tuvo la oportunidad de platicar con el director, quien habló un poco sobre el proceso de realización de la película y sobre su experiencia como cineasta joven en la industria mexicana.

FICM: Primero me gustaría preguntarte, ¿cómo fue que decidiste hacer esta película?

Rafael Martínez: En realidad, el impulso principal fue que habíamos formado un equipo con quienes hicimos un corto en 2018 que se llamó El amor dura tres meses, que ese año ganó en el FICM el Ojo de la Sección Michoacana. El corto lo hicimos en un par de noches aquí en mi casa, con amigos. Luego dijimos "hagamos ahora un largo". Concebí la película para que pudiéramos trabajar con poco presupuesto, sin frustrarnos. Filmamos en nueve días.

Todo ocurre en un solo espacio, son solo cinco personajes y en realidad en pantalla lo máximo que vemos son a tres. Entonces es básicamente el protagonista durante toda la película y es visitado por personajes que entran y salen de ese lugar, todo con una situación dramática, pues también eso me importaba, que hubiera una intención dramática clara sobre la razón por la cual el personaje está aislado del mundo y por qué le visitan de pronto otros personajes.

Mi principal motor fue lograr hacer una ópera prima con poco presupuesto y que no nos frustrara durante el proceso, que no tenga demasiadas ambiciones, sino algo que podamos hacer ahora. Eso me llevó a escarbar una idea que tenía en mi cabeza desde hace mucho tiempo, que tiene que ver con hablar de esto, de ésta situación de las personas, de cómo las figuras políticas que de pronto tienen que esconder una parte de sus vida.

FICM: Leí una entrevista donde comentas que te inspiraste en una noticia que en realidad sucedió en el norte del país, ¿me podrías platicar un poco más?

RM: Sí, soy muy dado a tener libretas alrededor de mí, soy muy de tomar notas de lo que se me ocurra, de temas. A veces guardo artículos o un libro, cosas así. Entonces, la primera vez que pensé que esa podía ser una historia interesante fue justo cuando estaba haciendo examen de admisión al Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), donde estudié guion. Una de las etapas del examen —en ese entonces, porque cambia cada año. Lo aclaro porque no creo que le va a ayudar a los aspirantes— era desarrollar un guion a partir de una noticia que hubieras leído esa semana y justo en la semana del examen, una de las noticias que leí o que vi era este escándalo de un diputado, creo que en Baja California, del PAN, a quien le habían filtrado unas conversaciones con un chico que era menor de edad, tenía 17 años. Eran conversaciones muy comprometedoras donde, aparentemente, hablaban de que tenían una relación más allá de lo casual.

Recuerdo que estaban las notas, los audios y pensé que era un tema interesante y se quedó en mi cabeza desde entonces. Eso fue en el 2013 y la película la escribí en 2019. Digamos que lo único que está realmente vinculado a esa noticia es quizás el final de la película, pero a mí me interesaba hablar de esas dobles vidas, de estas figuras políticas. Me interesaba que no fuera un asunto escandaloso, me interesaba que el punto de vista no fuera la figura política, el morbo. Quería que el punto de vista fuera el chico que tiene esta relación con el político y que es alguien que está en esta relación por amor, no por otro motivo, ni político, ni ambicioso, ni económico. El personaje de Luis sacrifica algo tan importante y tan vital para cualquier persona como su propia libertad por ayudar a quien ama.

Ese punto de vista me gustaba. Incluso la figura del político, que es Andrés (Luis Arrieta), es satelital, en realidad él sale un par de veces. Hay otra posible película de ese lado, pues yo siempre he dicho que el personaje más trágico de la película es Andrés, porque es quien no puede vivir plenamente

FICM: Me comentabas que el origen es el cortometraje El amor dura tres meses, ¿cómo fue tu experiencia filmando un cortometraje y luego haciendo tu ópera prima? ¿Qué tan distinto fue el proceso, que retos identificaste?

RM: ¡Híjole! A mí me pasó algo extraño. Filmar El amor de tres meses fue más difícil y más desgastante que 90 días para el 2 de julio. Uno no puede prever ciertas cosas, tuve más contratiempos.

El corto era un guión de 18 páginas, si mal no recuerdo, es un corto que duró casi 19 minutos. Filmábamos en la noche, entonces eran llamados nocturnos de mucho diálogo. Lo hicimos en mi casa, nos echamos unos fusibles y eso hizo que nos quedamos sin luz un rato y entre todos empezaron a contar historias de terror. A pesar de todo la gente lo estaba pasando bien, pero yo estaba pasándola muy mal.

Vivo muy cerca de un eje, literalmente es una de estas vialidades de la CDMX que tienen una carga vehicular que no para toda la noche. Tráfico pesado. Entonces había ruido, teníamos que estar coordinando la filmación con los semáforos para trabajar cuando estaban detenidos los coches. Era la primera que trabajaba con César Rincón, que es el fotógrafo y con quien trabajé después en esta película, otros dos largometrajes y varios cortos. Eran muchas cosas nuevas, entonces fue un poco más difícil filmar.

Con 90 días lo que tuvimos fue más presupuesto, pudimos pagar un equipo de preproducción; hubo tiempo suficiente para ensayar, para visitar la locación, pudimos hacer un photo board. Es una película también muy dialogada, estaban todos muy ensayados, muy, muy pulidos gracias al trabajo de mesa. Eso hizo que el rodaje fluyera muy fácil. Pensé que me iba a cansar porque nunca había filmado más de dos días seguidos y para la película serían ocho.

Creo que cada proyecto es distinto. El siguiente que hice fue un largo fue cansadísimo. Duró tres semanas, ya no podía más. Fueron tres ciudades, tres habitaciones de hotel distintas.

FICM: Parece que en la película el propio departamento es un personaje dentro de la historia. O sea, todo sucede ahí.

RM: Sí, totalmente. De hecho, el espacio tiene una personalidad. En el en el guión todo el tiempo dice "Interior Casa Temporal de Luis - Día", "Casa Temporal de Luis - Noche". Es un espacio medio despersonalizado, como que no parece que sea suyo, pero a la vez solo conocemos al personaje en ese contexto. Al final hay una variación, pues el personaje se va de ahí y la película se queda amarrada ahí porque la cámara se queda en el lugar.

Deja de ser la película de Luis en ese lugar y en el guión se llama distinto, la locación cambia de nombre y en la peli lo que hicimos fue cambiar el radio. Todo el tiempo que Luis está en esa casa, la película está en un formato académico (1.37:1), como más cuadrado, y al final, ya cuando Luis se va, cambia a un aspecto más amplio. Esta pequeña variación visual tiene que ver con eso, con cómo se resignifica el espacio dentro de la historia.

FICM: ¿Cómo elegiste al cast de la película?

RM: Con Armando Espitia y Danae Reynaud ya había hecho un corto que se llama El fin (2017), que también participó en el FICM, en la edición 15, cuando hubo muchas quinceañeras por todos lados.

Con Martha Claudia (Elba) ya era mi segundo corto. De hecho mi primer corto en la vida lo hice con ella, fue la protagonista, se llama Irma vive (2010), es un cortito que hicimos en el Rally del Festival de Guanajuato hace ya 13 años. Fue en el 2010, entonces ya los conocía a todos y ya habíamos hecho cosas. Nos llevamos muy bien. Hoy en día estas tres personas son mis amigos. Quería que ellos fueran parte de mi ópera prima y escribí los personajes con ellos en mente, pensando en que se los iba a ofrecer. Afortunadamente lo aceptaron y les gustó mucho el guión.

Luis Arrieta y Greta Cervantes (Jess), que son quienes complementan el cast, fueron sugerencias de los mismos actores que ya estaban en el proyecto. A Greta ya la había visto en un corto de un amigo en común que tenemos, Luis Mariano García. El corto se llama Espuma de mar (2018). Me gustó mucho. Él me dijo "Pásale el guión y a ver si le interesa" y si le interesó, lo leyó. Increíble. Me encantó como hizo el personaje. De hecho le escribí una escena extra porque antes solamente salía una vez en la película y me encantó cómo lo hizo.

Luis Arrieta fue traído por Martha Claudia, pues había trabajado con él en varias cosas, ella me dijo "¿Por qué no le dices a Luis? Tiene todo el perfil", pero él me parecía muy inalcanzable. Le dije "No tengo dinero, acuérdate". Le pasé el guión y a ver qué pasaba. Fue muy, muy entregado, muy disciplinado, le gustó mucho el guión, le entró con todo.

FICM: Como cineasta joven, ¿cuál es tu percepción del cine mexicano? ¿Hacia dónde va, qué consideras que va a suceder más adelante?

RM: Sinceramente tengo mucha, mucha, mucha confianza en la generación de cineastas jóvenes. Creo que hay un momento de cambio.

Recuerdo mucho, justo hace unos diez años, quizás, cuando en la competencia del FICM había nombres como Mariana Chenillo, fue esa generación que a mí me inspiró, pero creo que ahora está empujando otra con voces increíbles, con historias muy necesarias. No sé, tengo mucha fe en esas mentes creativas y en esas historias de otros estados, historias que tratan cuestiones de género y un montón de temas pertinentes. Dicho eso, en quien siento incertidumbre es en el Estado. Es importantísimo que se proteja un instrumento del Estado que de verdad vele por la producción de este tipo de películas. Porque hoy en día nuestra otra alternativa es el sistema industrial, las plataformas que responden más a lo que sus algoritmos dicen que ven sus suscriptores.

Creo que es importante que se fortalezcan los fondos públicos, que haya iniciativa privada y gente que se arriesgue por el cine de autor, por el cine propositivo.