05 · 11 · 12 Conversación con Abbas Kiarostami: Realidad en la ficción Compartir en twitter Compartir en facebook Compartir con correo Copiar al portapapeles Mafer Galindo Chico Como en una hoguera, espectadores, cineastas y críticos se reunieron en torno a la figura emblemática del director Abbas Kiarostami en busca de respuestas ante una visión que parece acercarse más a la vida que al cine. El director iraní recita en su lengua natal palabras que gustan de la ironía y el humor. Alguna vez, se tornan tan serias como precisas: “Una buena película es aquella que tiene como fondo la realidad”- puntualizó el director. La polémica se genera: ¿Por qué en El sabor de las cerezas, como en la mayoría de sus películas, decide trabajar con actores no profesionales? El cineasta responde con historias: un día observa a un hombre en un semáforo y la conversación con él lo lleva a descubrir que él es su personaje. Lo convence de participar en su película y empiezan a trabajar. Después de algunos días, el ahora actor decide memorizar el nombre de quien lo ha descubierto. Entonces se da cuenta que se trata de alguien conocido porque su nombre –Kiarostami- ha sido mencionado muchas veces en la radio. Hasta ese entonces, el actor no sabía con quién estaba trabajando. Ni tampoco le importó después de saberlo. Kiarostami se fascina con la realidad que acontece alrededor de sus películas, misma que intenta fijar a través de una cámara inmóvil, como si el movimiento la hiciera salirse de sus límites. El público intenta saber más. ¿Por qué en el “documental” ABC África (2001) la pantalla se queda en la oscuridad durante varios minutos? El director reconoce que se trata de una decisión. Entre el registro visual que tuvo durante la filmación en celuloide y el digital, decide quedarse con este último. El resultado es la oscuridad que por instantes desaparece cuando el cielo relampaguea. Lo que pareciera una casualidad se convierte en decisión estética. Al final, la conversación desemboca en Copia fiel (2010), película que se considera la más alejada al resto de sus trabajos. Para Kiarostami, sin embargo, la materia es la misma: los hombres, lo humano, la realidad. Como un escultor, el director de cine trabaja con materiales diferentes cuando hace cada nueva película. No importa el escenario. Las películas las hacen los individuos.