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Cine mexicano en acción: cuando la animación nos alcanzó y sus antecedentes

Rafael Aviña

En 2002 se estrenaba en nuestro país el largometraje animado Magos y gigantes, ópera prima de Andrés Couturier y Eduardo Sprowls, producida por Ánima Estudios, a la que le seguiría Imaginum (2005), de Alberto Mar e Isaac Sandoval; propuestas que destacaban, principalmente, porque en los últimos 30 años, sólo se habían realizado seis largos de animación. Es decir, se trataba entonces de un terreno prácticamente virgen, al que se sumaban las nuevas tecnologías digitales para hacer más viables los procesos creativos, así como un notable interés por parte de una nueva generación de jóvenes cineastas por explorar todo tipo de técnicas animadas: del graffiti a la plastilina vía el stop motion y del lápiz de carbón a la computadora.

Magos y gigantes (2003
Magos y gigantes (2003, Dir. Andrés Couturier, Eduardo Sprowls)

En efecto, las dos décadas de este nuevo milenio han sido fundamentales para un género en boga: el cine animado. La animación en México ha demostrado creatividad, talento y oficio, como lo ejemplifica la obra de Ánima Estudios que ha experimentado tanto con la animación 2D como con CGI. A sus procesos creativos y un entusiasmo sin par para apostar por relatos dirigidos a un público infantil en su mayoría, en reciprocidad a los derechos humanos de las niñas y los niños. Ello, a través de historias donde prevalece la amistad, los valores familiares, el humor, la acción y los temas fantásticos.

El trabajo fecundo de Ánima Estudios dio pie a decenas de obras para cine, televisión y streaming, ya sea, reciclando clásicos o animando personajes nacionales célebres como fue el caso de Don Gato y su pandilla o El chavo animado y El Santos contra la Tetona Mendoza. Y a su vez, realizando graciosos filmes infantiles como: El agente 00-P2, o AAA, la película. Sin límite de tiempo, en la que los luchadores La Parka, Octagón, Abismo Negro y Mascarita Sagrada se integraban al cine animado en un intento por salvar al mundo. Y con éstas, obras más sensibles como Ana y Bruno, primera cinta mexicana en 3D, dirigida por Carlos Carrera, escrita por Daniel Emil y Flavio González Mello, y producida por Pablo Baksht, que hace unos días el sitio movieweb.com enlistó como uno de los 20 mejores filmes internacionales de la década 2010-2020, según el crítico Jonah Rice.

Ana y Bruno (2017, Dir. Carlos Carrera)
Ana y Bruno (2017, Dir. Carlos Carrera)

El realizador Alberto “Chino” Rodríguez es el responsable de “las leyendas”, los cuatro filmes animados que conforman el tercer ciclo de la tercera etapa de Cine mexicano en acción, que se proyectarán por éstas fechas en sedes michoacanas y de la Ciudad de México con el apoyo del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM): La leyenda de La Llorona (2011) y su secuela, La leyenda de las Momias de Guanajuato (2014); La leyenda del Chupacabras (2016) y su continuación, La leyenda del Charro Negro (2017), retoman elementos históricos de nuestro país como la Guerra de Independencia y lugares tradicionales como Xochimilco, Guanajuato y Puebla, al igual que mitos muy mexicanos incluyendo el inframundo, para relatar historias de aventuras en suma entretenidas para las infancias y apoyando a su vez, valores familiares, sociales y culturales.

La leyenda de las Momias de Guanajuato (2014)
La leyenda de las Momias de Guanajuato (2014, Dir.  Alberto “Chino” Rodríguez)